6 DE AGOSTO
LA BATALLA DE JUNÍN - LOS HÚSARES DEL PERÚ*
JOSE A. GAMARRA AMARO
CIMBRADA ESPADA
Es de
noche. Hemos encendido fogatas. Hemos querido cantar, pero el aliento se
congela en nuestras bocas.
Yacemos acurrucados queriendo con el fuego darles calor a nuestros
heridos.
Ha bajado la helada, o ha caído, o ha subido al punto de estar sobre
nuestras cabezas. Ni el fuego es capaz de abrigar en este atroz tiritar
ateridos.
Es una plancha mortal que oprime el pecho y ni siquiera nos deja
respirar.
En Junín es tanto el frío que todos los heridos patriotas de la batalla
han muerto esta noche.
Detenerse
en Junín es morir. Pero también aquí el frío es agudo, cortante y mortal, más
feroz que una templada, luciente y cimbrada espada blandiendo en el aire.
ESTUVO HUYENDO
No olvidemos que la conquista del Perú fue
principalmente por la presencia del caballo que asustó a los indígenas.
Antes que por los rasgos humanos de los conquistadores que llegaron fue
por el hecho de que montaran a esos animales de fábula.
Que los consideraban superiores en todo, que en lo otro lo consideraban
sus iguales e incluso muy inferiores a lo que ellos eran.
Pero el caballo para ellos les resultaba subyugante, hasta el punto de
parecerles paradisíaco. Y fue por el caballo que vencieron.
Por eso, ¿qué es lo que logró Junín? Que el ejército español sienta que
podía ser derrotado.
Los llenó de pavor, tanto que un mes Canterac estuvo huyendo lleno
de pánico, hasta llegar a unirse con el Virrey La Cerna en el Cusco.
DE UN SITIO A OTRO
Y es que fue el arma de la caballería que se liberó España de los
moros, el caballo fue arma decisiva en todas las batallas del ejército español, como fue
determinante en la conquista de América.
Por eso, al ser derrotada su caballería Junín significó para España
saber que el arma que constituía su moral, su baluarte y su fuerza dejaba de
ser inexpugnable.
Y, de igual manera, para los patriotas significó que el símbolo de la
conquista, que fue el caballo, la habíamos logrado dominar nosotros de tal modo
que en ese mismo plano podíamos ganarles y ser libres definitivamente.
El caballo ya no estaba más en manos del conquistador sino en las
nuestras.
Por eso, fue un hecho providencial que en aquella batalla se batieran
solo el arma de la caballería de los dos ejércitos y les correspondiera a los
Húsares del Perú el símbolo de esta victoria.
TAL VEZ PRESINTIERA
El general español Canterac un mes se lo pasó huyendo de un sitio a otro con su ejército de 6,000
hombres.
No le importara si pasaba por lugares fértiles, ricos en comida y en
caballos. No le importaba. Ya no recogía nada. Solo le dominaba el pánico y el
horror. Y el impulso de huir.
El pánico le había cundido de tal manera que incluso desobedeció las
órdenes del Virrey del Perú de permanecer y acantonarse en Ayacucho. Y no
descansó hasta unirse con él en el Cusco, completamente desmoralizado y miedoso.
El capitán argentino Manuel Isidoro Suárez apenas de 23 años en Junín tal vez
presintiera que de su sangre se engendraría años después un poeta que Jorge Luis Borges la llamaría "como un sueño", quien le dedica a su ilustre antepasado y bisabuelo
materno, este poema:
COMO UN SUEÑO
CORONEL SUÁREZ
Alta en el alba se alza la severa
faz de metal y melancolía.
Un perro se desliza por la acera.
Ya no es de noche y no es aún de día.
Suárez mira su pueblo y la llanura
ulterior, las estancias, los potreros,
los rumbos que fatigan los reseros,
el paciente planeta que perdura.
Detrás del simulacro te adivino,
oh joven capitán que fuiste el dueño
de esa batalla que torció el destino:
Junín, resplandeciente como un sueño.
En un confín del vasto Sur persiste
esa alta cosa, vagamente triste.
Quienes velaron en la Pampa de la Quinua en la víspera de la Batalla de
Ayacucho tenían el convencimiento de que la batalla decisiva ya la tenían
ganada.
Fue el choque de la caballería del Rey y la patriota en Junín el punto
de inflexión en la guerra de la independencia del Perú y América.
"En Junín se le quebró la moral al ejército español", lo dice el propio
Canterac en su parte de batalla.
Y que de una derrota ya cantada en Junín se convirtiera en una victoria suprema que abrió las puertas a que quienes velaron en la Pampa de la Quinua en Ayacucho la noche del 8 de diciembre del año 1824 supieran que era posible la victoria.
ESPERANDO EL ALBA
Junín fue la antesala a la gloria de Ayacucho.
Y fue a partir de Junín en la guerra de independencia que todas serían
victorias para el Perú.
Y el triunfo de Junín se debió a la caballería peruana. A los Húsares
del Perú que a partir de entonces pasaron a llamarse Húsares de Junín.
Por eso, siempre volver a elevar un grito
de triunfo en el alma, cual es: ¡Junín!
* Extracto tomado de: DANILO SANCHEZ LIHON
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