lunes, 26 de junio de 2023

FIESTA DE AMANCAES

 

FIESTA DE AMANCAES

 POR: JOSE A. GAMARRA A.

            UNMSM - 2017

 



     En el actual distrito del Rímac se encuentra la pampa de Amancaes. Este lugar es una llanura elevada rodeada de cerros desde dónde antiguamente podía verse todo el valle de Lima, en días despejados era posible divisar el mar.

 Amancaes recibe su nombre de una flor amarilla que existió en este lugar, el amancae (Hymenocallis amancaaes) que aparecía en estas pampas durante los meses de junio y agosto.

     La historias en torno a los orígenes de la fiesta de Amancaes, celebración que tenía lugar todos los 24 de junio en honor de San Juan Bautista. Esta festividad popular, perdida a mediados de 1900, congregaba en épocas de la colonia a cientos de personas que iban a las pampas del Rímac, cubiertas en esa fecha de la flor amarilla convertida desde entonces en emblema de la ciudad de Lima.

     Manuel Vegas Castillo, en una edición antológica, publicada por la Municipalidad de Lima en 1959, donde menciona una leyenda basada en la historia de una doméstica de nombre Rosario Ramos. Era el 2 de febrero de 1582, cuando a la joven se le presenta Jesucristo en un pasaje de su crucifixión. Ella atravesaba la pampa llevando unos porongos de leche que su patrona, doña Candelaria Ripacap, enviaba todos los días al prior de los dominicos.

    Cuenta la tradición que Cristo le ordenó manifestar a su ama que levantara un templo sobre el mismo lugar donde la imagen del Redentor apareciese grabada en una piedra.

     Al día siguiente, la muchacha en compañía de doña Candelaria va en busca del prior, que celebraba una misa en honor a la Virgen de la Candelaria. Enterado de la noticia, el sacerdote organiza una procesión numerosa y sube a la pampa encontrando la piedra tallada.

     Convencida del milagro, la señora Ricapac invierte sus bienes y construye una capilla, inaugurada el 24 de junio de 1582, fecha en que conmemoraba el cumpleaños de su hijo Juan, que posteriormente ingresa a la orden religiosa de la Compañía de Jesús.

     A la celebración, que se inicia con una misa, concurren el Virrey Martín Enriquez, el arzobispo Santo Toribio y un concurrido número de fieles. Inicialmente fue de carácter cristiano, pero con el devenir de los años comienza a adquirir características más terrenales, como las partidas de caza (en la zona había venados y perdices), bailes y excursiones donde no faltaban las comidas al aire libre, regadas con abundante bebida.

      Manuel Atanasio Fuentes, en “Aspectos históricos de Lima” señala que a la pampa iban personas de diferente nivel social, tanto la aristocracia limeña como el pueblo. En los inicios de esta costumbre, la gente se desplazaba en calesas, luego en balancines tirados por caballos y manejados por un negro, que cabalgaba sobre uno de ellos. Había algunos caballeros que solían acompañar el cortejo montados en animales formidables preparados para tal fin.

      Por otro lado, en su libro emblemático, Lima, publicado en 1867, Manuel A. Fuentes, reseña:

El 24 de junio, día de San Juan, empiezan los paseos a las lomas de Amancaes, situadas como a media legua de la plaza principal. El sitio es hermoso y agradable; las colinas que rodean una extensa pampa se cubren de verdura sobre la cual se elevan numerosas flores grandes y amarillas llamadas amancaes, y una inmensidad de florecillas de varias clases y colores, y entre ellas la conocida con el nombre de San Juan porque principian a salir en ese día”.

      Por su parte, Ismael Portal (1863 – 1934), uno de los más notables cronistas en su larga historia, escribió entre 1893 y 1900 más de cien artículos costumbristas que son un verdadero tesoro para quien desee conocer la vida cotidiana en nuestra capital en aquellos años. Obviamente escribió sobre Amancaes y a él nos remitimos en este artículo: 

El día de San Juan Bautista, memora, fue para Lima uno de los más alegres del año. Nadie se resignaba a perder el tradicional paseo a Amancaes; las familias se asociaban para organizar el paseíto haciendo los gastos proporcionalmente. Todos los coches públicos estaban tomados con anticipación, y el día de la fiesta andaban los piquines ofreciendo cientos de pesos por un carruaje con el objeto de llevar a su adorada a los Amancaes”.

     Con el devenir de los años, además de la llegada del transporte público, se incorporaron otras costumbres, sin embargo, siempre se mantuvo el buen vestir, sobre todo por parte de las mujeres que sacaban a relucir sus mejores galas. Ese era el día propicio para enamorar e intercambiar la flor de Amancaes, que todo visitante recogía para llevarse como un recuerdo del lugar.

     La fiesta, que formaba parte de las tradiciones limeñas, comenzaba con la misa en la capilla San Juan Bautista, levantada en la pampa, y visita a la piedra encadenada, que, según la tradición oral, fue dominada por Santa Rosa de Lima, quien la confundió con un volcán que amenazaba la ciudad.

     Luego ya venían los paseos y el baile, donde la zamacueca era la reina. Se dice que en un principio esta danza no era muy bien vista y se disfrutaba sólo en las casas, lejos de las miradas de los curiosos. Sin embargo, sale a la luz en Amancaes para encandilar con sus acordes. No faltaban los músicos del distrito del Rímac, especialmente los de Malambo, que hacían alarde de su buen oído para sacar melodías con el cajón, que ya gozaba entonces de fama. Manuel Atanasio Fuentes hace referencia de su presencia y lo define como “el alma de la orquesta”, capaz de hacer zapatear a cualquiera a pesar de las garúa invernales que podían caer.

     En la pampa también se organizaban concursos y competencias de toda índole, peleas de gallo, carreras y demostraciones de caballos, baile, música y comida, porque este elemento era infaltable. Se armaban carpas y se ofrecían diversas viandas, entre ellas la causa limeña, anticuchos, cebiche, escabeche, chonfolies, butifarras y platillos hechos con los camarones del río Rímac. Todo esto acompañado con pisco o chicha.

    La pampa se cubría de gente, mientras los mayores disfrutaban de la conversación, música y baile, los jovencitos subían a las alturas a buscar un ramito de flores para adornar los sombreros o entregarlos al ser amado.

      La fiesta duraba hasta que la luz o el ánimo lo permitían, pues algunos podían quedarse en el lugar incluso días. Pero celebración del 24 era el inicio de una temporada que culminaba aproximadamente en el mes de setiembre, cuando la pampa perdía las tonalidades dadas por la flor de Amancaes, apreciada desde tiempos prehispánicos, como lo demuestran algunos ceramios de esa época.

     Con el tiempo, la tradición se fue extinguiendo. En 1927, en un intento por revivirla, se hicieron concursos de caballos de paso, presentaciones de grupos de danza y música criolla, así como andina. Fue durante el gobierno de Augusto B. Leguía, siendo alcalde del distrito del Rímac don Juan Ríos Alvarado.

     Los muchachos de "La Palizada" solían asistir a la Fiesta de Amancaes a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. También eran asiduos Carlos Saco, Pedro Bocanegra, Fernando Soria, Alejandro Ayarza "Karamanduca" y muchos criollos de renombre. Se dice que Incluso Pedro Espinel, acompañado de Félix Dongo, interpretó dos de sus más recientes éxitos y creaciones en dicha fiesta, el vals "Dos reliquias" y la polca "Bom Bom Coronado". Era el 24 de junio de 1938.

     Hoy la flor de Amancaes, pese a ser considerada símbolo de la ciudad, está en peligro de extinción, de perderse como ocurrió con la popular fiesta, de la cual nos quedan para el recuerdo el nombre de un asentamiento humano, algunas fotografías, pinturas y canciones. Ahí están el “José Antonio” de Chabuca Granda, el vals de Amador Rivera “Amancaes de ayer”, grabado por los Troveros Criollos o la marinera “San Juan de los Amancaes”, escrita por la poeta Catalina Recavarren con música de Rosa Mercedes Ayarza de Morales.

 FUENTES

 MUNICIPALIDAD DEL RIMAC- Gerencia de Participación Ciudadana – Oficina de Imagen Institucional.

 BARRENECHEA VINATEA, Ramón – “Crónicas Sabrosas de la Vieja Lima” – Ediciones Peisa, 1969.

GALVEZ BARRENECHEA, José – “Una Lima que se va” – Editorial Continental.

 MUNICIPALIDAD METROPOLITANA DE LIMA, Festival de Lima, Edición Antológica – Folklore, 1959.

 VELASCO ASENJO, Lita, del cual es transcrito el presente artículo, 2010.

 LOPEZ MARTÍNEZ, Héctor, del cual nos basamos las citas, 2022.

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