LA BATALLA DE LA RINCONADA*
POR: JOSE A. GAMARRA AMARO

La Batalla de la Rinconada sucedió un
9 de enero de 1881, en lo que hoy es Molicentro, la agencia del Banco de
Crédito y la Rinconada del Lago en La Molina. Los chilenos tenían que tomar una
decisión, o bien atacaban al ejército peruano por la costa (San Juan y
Chorrillos) bajo la tutela de los barcos que estaban bordeando las costas
limeñas o la otra alternativa era darse la vuelta por el portachuelo de Manchay
y entrar por lo que es ahora el distrito de La Molina, es decir por Rinconada,
cercando la ciudad de frente por la zona de Ate; para probar como estaban las
fuerzas peruanas en la Rinconada, enviaron un contingente de entre 2800 y 3000
efectivos chilenos para sondear la entrada por Lima que era una de las
alternativas que tenían los chilenos. Los chilenos salieron de la zona de
Pachacamac y Lurín, cruzaron todo, entraron por el portachuelo de Manchay,
entraron a lo que se llama Pampa Grande y llegaron hasta la zona donde se encontraban
las haciendas limeñas (en lo que ahora es el Molicentro).
En ese enfrentamiento, los que
defendían Lima eran entre 200 o 300 peruanos frente a algo más de 2000
chilenos, esta batalla dura más o menos dos horas, donde se ve un valor
increíble y una acción muy heroica de unas pequeñas fuerzas peruanas frente a
un contingente enorme chileno. Chile se percata de que Perú esta desordenado,
sin las armas debidas y que va a ser mucho más fácil de lo que pensaban, la
ocupación de Lima.
Pedro José Roca y Boloña, dueño de la
Hacienda Vásquez, ubicada en el Valle de Ate Bajo, a inmediaciones de “La
Rinconada”, recibió despachos de coronel de la Reserva y el mando del Batallón
número 24 del Ejército de Reserva de Lima siendo uno de los primeros en acudir
al alistamiento en masa que decretara el entonces presidente de la República
Don Nicolás de Piérola Villena el 17 de junio de 1880. A partir de ese momento,
participó en los febriles preparativos para recibir e impartir instrucción
militar, ya que el ataque enemigo a la ciudad de Lima era inevitable luego del
combate de Angamos que diera a los chilenos el dominio absoluto del mar.
El 5 de enero, días antes de las
decisivas batallas de San Juan y Miraflores, varias unidades de la escuadra
chilena, la O’Higgins, la Toltén y la Santa Lucía, entre otras, cañonearon al
pequeño puerto de Ancón, como preludio de un inminente desembarco. Roca y
Boloña, al mando de sus hombres y con la débil pero eficaz ayuda de cuatro
cañones, que no podían rivalizar con la poderosa artillería del enemigo,
frustró la maniobra de los chilenos que pretendían convergir sobre Lima al
mismo tiempo que por el norte y el sur.
El coronel Roca y Boloña dispuso que
la fuerza a su mando marchara hacia la hacienda de su propiedad – La Hacienda
Vásquez- con el propósito de re aprovisionarse de alimentos y municiones para
contener a un contingente enemigo de dos mil hombres, de las tres armas, al
mando del coronel Orozimbo Barbosa, que había partido de su campamento ubicado
en Pachacamac nuevo.
Los chilenos siguieron el camino
ancho y llano que hay en el fondo de la quebrada de Manchay, el cual se bifurca
en dos senderos que pasan al pie de un pequeño cerro que obstruye su curso,
lugar conocido como Portachuelo de Manchay. De allí, el camino volvía a tomar
su ancho anterior y conducía a la Rinconada de Ate. En donde hoy se ubica la
urbanización El Sol de la Molina, en lo que fuera la Hacienda Vásquez, el coronel
Pedro José Roca y Boloña, al mando del Batallón Pachacamac, trabó combate con
los efectivos de Barboza que eran ampliamente superiores en número.
A las 7:45 a.m., del 9 de enero de
1881, se presentó la división Barboza por la Pampa Grande (donde hoy están las
areneras, La Musa, la laguna de La Molina y La Planicie) y ante la tenaz
resistencia peruana, optaron por retirarse a Lurín, perdiendo 25 soldados. De
los nuestros cayeron un número similar de hombres entre los cuales se
encontraban tres oficiales.
A la retaguardia estaba la batería
del Cerro de Vásquez con piezas de grueso calibre. Además, se contaba como obra
defensiva con una línea de defensa tendida a 100 metros de la casa hacienda de
La Rinconada, que cerraba todo el acceso al valle de Ate, pues estaba
flanqueada a ambos lados por sólidas prominencias donde se planeaba instalar
artillería y se usó al Batallón Pachacamac a falta de peones o unidades de
ingeniería. La línea consistía de una zanja de 2 metros de ancho por 1 y medio
de profundidad, y de un parapeto de sólida piedra de cantería ubicado un metro
detrás de la zanja, capaz de cubrir completamente a los soldados. Más o menos
seguiría una recta entre lo que hoy son el cementerio de La Planicie y el
parque del cañón de La Rinconada.
Mientras tanto los chilenos ganaron
sin oposición las alturas de la línea de defensa, flanqueándola por derecha e
izquierda. Iniciaron el ataque con fuego de artillería, y posteriormente la
caballería abrió fuego desde las alturas. La Batalla duró más de cinco horas y
el Batallón Pachacamac, compuesto por 250 hombres, resistió por 2 horas hasta
que a caballería flanqueó por el cerro de Melgarejo (o Huaquerone) y amenazó
con caer por la espalda de la línea peruana, así que se optó por dar la orden
de retirada. En esas circunstancias hizo su aparición la brigada de caballería
del comandante Millán Murga, que participó así en la última media hora de
batalla. El enemigo se apoderó de la hacienda Melgarejo (actual sede central
del Banco de Crédito del Perú) y propiedad de Don José de la Riva Agüero y Looz
Corswaren, del cerro de la Hacienda la Molina (debe ser el que hoy divide los
distritos de Surco y La Molina) y persiguió a los dispersos del Batallón
Pachacamac y de los 50 hombres montados de la tercera brigada de caballería,
operación en la que tomó varios prisioneros.
Un hecho anecdótico es la
participación en la batalla del "batallón taurino", en el cual se
soltó una estampida de toros contra los chilenos.
*FUENTE: sites.google.
No hay comentarios:
Publicar un comentario