LOS TELARMACHAY: ARTESANOS CURTIDORES E
HILANDEROS
POR:
JOSÉ A. GAMARRA AMARO
Los
primeros tejidos prehispánicos datan de hace 8,000 años a.C., y se originan
como cobertores confeccionados a partir de fibras vegetales como el junco,
totora o agave y fueron utilizados para cubrir las precarias viviendas
construida por las sociedades cazadoras-recolectoras de esos tiempos.
El
curtido de las pieles es uno de los oficios más antiguos de la humanidad. Tuvo
su origen cuando nuestros antepasados prehistóricos comenzaron a utilizar las
pieles de los grandes mamíferos para protegerse de las inclemencias del tiempo,
como fue el caso de los Telarmachay que cubrían sus cuerpos con pieles de los camélidos
cazados. No obstante, si no se aplicaba ningún tratamiento, la piel del animal
se deterioraba con rapidez, se pudría, desprendía malos olores y hasta podía
provocar infecciones. Y así fue como nuestros antepasados Telarmachay empezaron
a buscar formas de detener este proceso natural.
Los
primeros indicios históricos para mejorar el curtido fueron con el humo del hogar, que lograban
conservar el cuero e incrementar su resistencia a los elementos. Este método,
muy extendido entre los indios americanos para hacerse sus tepées,
todavía hoy sigue siendo muy popular en algunas regiones de China. Otro avance
histórico fue el curtido vegetal.
Probablemente todo empezó cuando las pieles se introducían en el agua para
eliminar barro y restos de suciedad y aquellas aguas contenían en disolución
los “agentes” naturales procedentes de árboles próximos o caídos en el agua,
que actuaban como conservantes y curtientes. Para épocas más adelante se tienen
pruebas de que los egipcios poseían técnicas para curtir e incluso de la
existencia del curtidor reconocido como un oficio. Es durante la Edad Media
cuando se organizó esta actividad de un modo más eficaz, agrupándose en gremios
y concentrándose en áreas específicas, desde las que tenían fácil acceso a las
materias primas y al agua.
Fueron
los Telarmachay quienes por esta parte de América, trabajaron en curtidos de la
piel. Claro, nos hubiese gustado sentirnos benditos y ufanos; que los primeros
tejidos textiles hayan hecho sus primeras apariciones en el abrigo de
Telarmachay, pero lastimosamente no fue así, fue otro tipo de artesanía la que
utilizaron: la curtiembre y, seguramente por milenios trabajaron dicha labor.
La misma descubridora del Hombre de Telarmachay, Danielle Lavallée nos
ilustrará y encausará nuestra rémora de sentimientos y sensibilidad:
“Cabe preguntarse también si
los ocupantes de Telarmachay practicaban el tejido (de lana de camélidos). Se
ha encontrado un tortero [rueca] de hueso en la capa II, y fragmentos de omóplato en los que el borde
delgado está gastado, a veces escamado, a menudo pulido, y que puedan haber
servido para aplanar los hilos de la misma manera que las astas de cérvidos
encontrados en todos los niveles. Sin embargo, no se ha encontrado ningún
elemento que pueda corresponder a un telar” (Lavallée, Danielle. 1977: 92).
Teníamos
altas esperanzas que la aguja de cobre y hueso conseguido en el formativo
podría haber servido para entrelazar tejidos: “Es el caso de Telarmachay, donde
una única aguja de cobre fue recogida en todo el espesor de todos los niveles
formativos (que cubren de 1,500 a 200 a.C.)” (Julien, Michéle: 1978-1980: 70).
Estábamos errados; en 1988 salió más avances de investigación y descubrieron
que esos dos utensilios sirvieron para otras manufacturas que describiremos en
este mismo apartado.
Lo
que sí podemos afirmar, con evidencias muy sólidas es que los Telarmachay
fueron ─también─ los primeros artesanos andinos en trabajar la curtiduría de la
piel, como sabemos; el proceso por el cual se transforma la piel en un material
para conservarse a través del tiempo y poseer características de flexibilidad,
resistencia, belleza y estética tienen un tratamiento específico. Los
Telarmachay, en su grado incipiente; hallaron la forma de curtir la piel y
utilizarlos como vestidos en el recubrimiento del cuerpo, emplearon el óxido de
hierro hidratado (ocre) que frecuentemente se encuentra en la arcilla. Lavallée
y su grupo describen este caso con experimentaciones llevadas por varios
científicos especialistas en química paleontológica:
“La presencia de varias
cantidades de ocre rojo en los niveles VI, V y IV debe probablemente
relacionarse con el tratamiento de las pieles. Experimentaciones recientes
(Audouin y Plisson 1982) llevadas a cabo en Francia, mostraron que el ocre en
polvo constituye una protección excelente para las pieles de animales muertos,
impidiendo su endurecimiento, putrefacción y daños causados por la acción de
los gusanos e insectos. Por otra parte, los estudios sobre micro-huellas de uso
observado sobre instrumentos líticos prehistóricos, demuestran que varios de
los raspadores que han trabajado sobre pieles hubieran sido recubiertas con
ocre antes de ser rapadas (Keeley 1978: 79). En Telarmachay, varios hallazgos
parecen confirmar esta evidencia: varios raspadores líticos, con huellas
nítidas de ocre en la cara interna,
fueron encontrados en los niveles VI y V, y en menos cantidad en el
nivel IV; se observó además que los fragmentos de ocre estaban concentrados en
los mismos sectores que los raspadores y las raederas de hueso. Por otra parte,
dos de los raspadores examinados por P. Vaughan, procedentes del nivel IV,
trabajaron pieles ‘con añadidura de un abrasivo’, y se puede suponer que se
trataba de polvo de ocre. Por último, numerosas espátulas o alisadores de hueso
llevan huellas de ocre. Ya hemos señalado además, que en la sepultura Nro 2 del
nivel VI, el esqueleto estaba asociado a una masa de ocre rojo conteniendo
instrumentos líticos, entre los cuales 6 raspadores, y 6 punzones y alisadores
de hueso muy enrojecidos. Nos preguntamos si es válido interpretar este
conjunto como una especie de equipo para el trabajo de las pieles. Si nuestras
hipótesis son correctas, este uso técnico del ocre habría sido conocido en la
región andina desde hace 6,000 años” (Lavallée-Julien-Wheeler
1982: 99).
Una
vez conseguida el tratamiento de la piel, entraban a ser utilizadas las agujas
de hueso y cobre que aludimos arriba:
“Una vez preparados, los cueros
se alisaban con espátula o alisadores de hueso o de piedra, de los cuales se
hallaron numerosos ejemplares desde el nivel VII. La presencia adicional de
punzones y agujas de hueso, y de perforadores líticos, indica que parte de
estos cueros debían de ser ensamblados [cocidos]. Sea para ropa, sea para fabricar paneles
de pared, sea para obtener recipientes” (Lavallée-Julien-Wheeler 1982:
100).
UN
TORTERO (RUECA) CON SU HUSO (PUCHKA), ACCESORIOS ALUDIDOS POR LAVALLÉE
El
tortero que describimos, servía para equilibrar la gravedad terrestre y luego
torcer el filamento que posiblemente lo hacían en un huso (puchka, ¿sino para
qué el tortero? ¿Los Telarmachay ─nuevamente─ como los primeros hilanderos?) Y
luego:
“Las costuras debían emplear
ligamentos de animales o fibras vegetales (…) Como se ve, el tratamiento de las
carnes y las pieles requerían toda una panoplia de instrumentos diversos,
elaborados en varias materias” (Lavallée-Julien-Wheeler
1982: 100).
Es
así, como la curtiduría se fraguó en los Telarmachay. El interés por conservar
la piel de los animales se remonta a la prehistoria, los artículos de cuero son
omnipresentes en este siglo XXI.
Las
industrias actuales han dejado atrás los alisadores, los huesos, punzones, los
torteros y perforadores líticos para dar paso a una industria más sofisticada,
pero fueron estos hombres, vecinos de la laguna de Parpacocha; las que dieron
génesis ─al menos, por esta parte del continente─ al trabajo artesanal de la
curtiembre y los hilados.
BIBLIOGRAFIA
- LAVALLÉE,
DANIELLE
Campamento de Pastores en la puna de
Junín del Periodo Formativo.
Revista del Museo Nacional de Lima. Colegio de Antropología del Perú, 1977.
- WHEELER, JANE
– JULIEN, MICHELE – LAVALLE, DANIELLÉ
Telarmachay: Niveles preceramicos de
ocupación. Revista
del Museo Nacional de Lima. Colegio de Antropología del Perú, 1982.
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