sábado, 23 de diciembre de 2023

CASTAS Y CLASES SOCIALES DE LOS SIGLOS XVI - XX EN SAN PEDRO DE CAJAS (ENSAYO)

 

LAS CASTAS Y LAS CLASES SOCIALES DE LOS SIGLOS XVI – XX EN CACAS

JOSE A. GAMARRA AMARO

                                                                                                                                                                           UNMSM

 



CONTEXTO HISTÓRICO

     El fenómeno mitma-originarios constituye prodigios excepcionales, y fueron determinados por factores históricos igualmente excepcionales. Cacas no fue una isla en el Perú antiguo, desde luego, lo que pasó en un determinado lugar incaico, debió también de suceder en algún lugar del Tahuantinsuyu.

     El desplazamiento de los mitimaes, grupos familiares y sociales en diferentes dimensiones, y su movimiento para que poblasen espacios determinados y estratégicos de un territorio en crecimiento, eran estrategias centrales en el origen del Estado inca. Esta política específica de reasentamiento poblacional dio lugar a que su área de influencia pudiera extenderse rápidamente. Los mitimaes eran tan fundamentales que, a partir de esta institución, se puede comprender no sólo el origen sino también los mecanismos del Estado inca.

     Una política de reasentamiento adecuada y específicamente planificada, a lo largo de las conquistas de cada uno de los soberanos incas, dio lugar a la rápida expansión del área de influencia y a un dominio efectivo para que el inca fuera el Estado más extenso de la América prehispánica. En el momento de la llegada de los conquistadores españoles, a principios del siglo XVI, en su territorio vivían aproximadamente 13 millones de personas. En ese entonces, el Estado inca, Cusco era como su centro político y religioso.  Los incas llamaban a su conjunto político Tawantinsuyu, que significa dominio cuádruple o cuatro partes (suyu) unidas entre sí. Utilizando aproximadamente los puntos cardinales, Chinchaysuyu se encontraba al norte, Andesuyu en las tierras bajas amazónicas, Condesuyu en el oeste en el Pacífico y Collasuyu al sur.

       El vasto grupo de los mitimaes, registrado por estudios etnohistóricos, representa una institución central del Estado inca. El método más importante de los incas para consolidar su dominio en los nuevos territorios conquistados consistía en el reasentamiento de gran parte de la población, de acuerdo con ciertos principios.

     Por un lado, algunos grupos fueron reasentados desde el Cusco, asentamiento original de los incas, a los territorios conquistados, con el fin de ejercer control militar y político; sin embargo, expulsaban de distintas maneras a la población local a la que reasentaban, perdiendo de esta manera sus derechos de propiedad y usufructo de la tierra. Por otro lado, poblaciones que se habían opuesto a la conquista y eran consideradas “rebeldes”, fueron castigadas con reasentamientos. Los llevaron o bien al país original de los incas o a otras regiones, donde su potencial insurgente también fue refrenado (Santillana, 2012: 27). En tercer lugar, territorios y ayllus poco poblados fueron desarrollados con la ayuda de mitimaes, ─caso Cacas─ con el fin de satisfacer la demanda creciente de los soberanos incas en un espacio que se extendía cada vez más. Finalmente, los grupos de población que se caracterizaban por conocimientos especiales en los ámbitos de la economía redistributiva (platería, textiles, cerámica) y resultaban fundamentales para los incas fueron trasladados a regiones relativamente accesibles y equipadas con los correspondientes recursos. En las investigaciones de los historiadores, los mitimaes son una de las categorías más importantes de la organización social inca. Son mencionadas en relación con los especialistas (camayoc), los criados dependientes (yana) y las “mujeres elegidas” (aqllakuna) de los soberanos incas. Sin embargo, en la literatura, hay opiniones diversas sobre las posibles relaciones entre estas categorías de trabajadores. Mientras que Lorandi y Rodríguez (2003: 138) ponen a los mitimaes en relación con los yana, Wachtel (1982: 213) ve más bien una relación entre los reasentados y las personas obligadas a la prestación rotativa (mitayoq). Sin embargo, se subraya en general que no existe ninguna línea divisoria clara entre las categorías, sino que pueden superponerse (Rowe, 1982). Las categorías mencionadas no denotan clases o grupos sociales. Los criterios de su diferenciación son mucho más diversos y podían incluso ser paralelos a la jerarquía social: los mitimaes tenían su origen social tanto en la nobleza como en la población de las comunidades rurales (Santillana, 2012: 27). Los grupos se pueden diferenciar por sus respectivas formas de dependencia del soberano inca, o bien de la élite, así como por sus servicios laborales específicos o no específicos. En segundo lugar, se diferencian por la forma de integración social o de parentesco en el ayllu, la comunidad rural y unidad básica de la organización social y política en los Andes.

DESARROLLO TEMÁTICO

     Luego de la política de reasentamiento planificado de los pueblos impuesta por Túpac Yupanqui, Cacas quedó conformado poblacionalmente por mitmas e indios originarios. De lo que los autóctonos estaban acostumbrados a la explotación de la sal, ─aunque con luchas internas con sus vecinos los Taramas y los Chinchaycochas—, se vieron sorpresivamente revolucionados por un nuevo sistema de explotación por indios foráneos traídas exclusivamente para dicho fin, extranjeros que poseían cierta particularidad, la de saber un oficio, los cachicamayoc. Por tanto, los originarios fueron desplazados por los mitmas, teniendo estos un control en la administración de Cachipuquio:

“Los camayoc eran especialistas en áreas tan diversas como la fabricación textil, la tintorería, la producción cerámica, la extracción y el procesamiento de metales, la refinación de piedra y también en otros sectores de la producción, como la pesca, salinas, agricultura y pastoreo” (Noack, Karoline. 2018: 28)

     ¿De dónde procederían los mitmas de Cacas? Según los relatos de los cronistas, los huancas no querían verse sometido al incario. Para tal fin, Pachacutec mandó a mitmas procedentes de diferentes lugares para espiar a los huancas, Pumbos y Taramas, de las cuales estos mitmas se esparcieron por los lugares citados. Es en esos precisos momentos cuando los mitmas se podrían haber hecho presentes en Cachipuquio:

“los wankas que no aceptaban ser sometidos [por los incas] se sublevan constantemente, generándose escaramuzas, por lo que Pachacutec ordenó trasladar a grupos de Mitimaes (Yauyos) para frenar la rebeldía wanka. El control [que ejercieron] de estos grupos no solo era militar sino también social, laboral y trajeron consigo sus costumbres y modos de vida que lo implantaron” (Egoavil, Aroldo. 2012: 131).

     Estos mitma Yauyos llegaron con sus costumbres, entre ellos el baile del Auquish y Chacuash danza, baile costumbrista que aún perdura en San Pedro de Cajas que trataremos cortésmente más adelante.

     Por otro lado, De la Puente Luna (2007: 110-112), asevera que, en valle del Mantaro, al firme establecimiento de la política de corregimiento de los Andes, demandaba la reubicación de los pueblos dispersos en nuevos asentamientos. Es así como, a las primeras fundaciones de reducciones o pueblo de indios que se tradujo entre 1560 y 1570, los repartimientos correspondían a los grupos de mitimaes quienes procedían prioritariamente de Chaclla (Yauyos), Huarochirí, Mangos, Laraos y Mama. Esto nos evidencia lo que Egoavil transcribe que los mitma-yauyos estuvieron ya reubicados desde hace un siglo atrás por toda la región del Chinchaysuyu.

     Transcurrido los años, siglos que pasaban inexorablemente, autóctonos y mitimaes sobrevivieron sujetos a la colonia, ambos; abocados a la explotación de la sal, nada más la sal, ¿por qué? Según los archivos, estaban exceptuados a ser sometidos de otras obligaciones del imperio y esta prerrogativa les duró hasta casi la culminación de la colonia:

“Por esta razón a estos Forasteros Mitimaes Salineros, se les exceptuo de otras obligaciones impartidas para los Indios del Imperio. Este privilegio, fue respetado y amparado por las autoridades de la conquista y en especial casi por todos los virreyes del Perú. ‘No debiendo hacer servicios personales ni Mitas’ como los indios del Reino del Perú, por las razones ya explicadas, tan solo deberían pagar tributo, destinado para la iglesia” Papel de las Salinas Folio 43. CCSPC.

     Ambas parcialidades ─mitmas y originarios─ supieron conllevar su linaje como un solo ente. Tenía que ser así, los segundos tuvieron que camuflar su origen para no ser conducidos a los obrajes, pagar menos tasas tributarias ni hacer utilidad a la mita, por tanto; los indios originarios de Cacas se vieron beneficiados con la presencia de los forasteros, quienes se lamentaban del pago de sus tributos. Espinoza Soriano (1984) coge una declaración compungida de Francisco Collao y Miranda1 donde declara lo siguiente:

“Los forasteros o mitmas salineros de Cacas, por su lado, continuamente se lamentaban por el ágo de su tributos, ya que pese a ser forasteros y trabajar en la elaboración de la sal para el provecho de varios pueblos, se les compelía a entregar tasas tan altas como si fueran originarios” (Espinoza Soriano, W. 1984: 213).

     En el caso de los Cacas, es muy peculiar, que no coincide casi con la mayoría de los pueblos antiguos estudiados. Mientras que, en los restos de ayllus, los originarios desempeñaban roles importantes y controlaban los estamentos comunales, en Cacas los mitmas fueron las que protagonizaron ampliamente la historia, por tal, este contraste lo encontramos en Cunow (1933), cuando dice: “los mitmaccuna como extranjeros, separados de la comunidad de la tribu y, por los tanto, no participaban de los derechos que tenían los indígenas”.

     La división entre estos dos estratos estuvo latente desde la misma política de reordenamiento ejecutada por Pachacútec. No tenemos información de los que estamos sosteniendo, pero parece irrefutable y extraño, que los indios originarios se hayan contentado con la sujeción de los mitmas salineros y con el arrebatamiento de Cachipuquio.

     Los mitmas sacaron demasiada ventaja con su advenimiento. Los originarios se sometieron blandamente que al correr de los años se distanciaron pantomímicamente, seguían conviviendo con el silencioso enemigo, para no verse enredado en el salvaje obraje:

“Los colonos vigilaban a los indígenas que se mostraban hostiles, quienes como es natural, los miraban con desconfianza, considerándolos como intrusos. No era pues posible una acción conjunta de ambos elementos” (Cunow, H. 1933:79).

     Mientras los extranjeros una y otra vez declaraban a viva voz ser mitmas o forasteros, los originarios callaban de su linaje. En 1763, don Vicente Calderón, curaca principal del repartimiento de Tarma, acerca de los mitimaes de Cacas decía:

“Me consta como a cacique que soy de ellos, que los dichos indios se han tenido reputado por indios forasteros, mitmas y salineros y no por indios originarios, en cuya constitución han estado desde la fundación de su pueblo” (Espinoza Soriano, W. 1984: 213).

     Incluso los indios originarios le reconocían como forasteros a los mitmas, dejando a entender claramente que en Cacas existían dos parcialidades netamente definidas. Leamos el testimonio del cura Nicolás de la Puente, clérigo presbítero del arzobispado de Reyes, hechas el 21 de diciembre de 1763 en alusión si conocía a los indios de Cacas:

“A la primera pregunta dijo que ha el espacio de 60 años que conoce a los indios de Cacas. Y saue que son tenidos y cono.//cidos por forasteros con el nombre de indios mitmas; que así lo llaman también los indios originarios”.

     Los Cacas, al reconocer a los mitmas como integrantes de un mundo aparte, evidencian la existencia de estratificación, lo cual es un hecho que se manifiesta en todo el Perú antiguo. 

     Los casos escritos en líneas anteriores remiten en realidad, al complejo problema de categoría de indio originario e indios mitmas, pone sobre el tapete la discusión acerca de la necesidad de entenderlos como grupos sociales definidos no en términos raciales sino a partir de su grado de aculturación y de su capacidad de intermediación. Saber cómo es que sincronizaban sus creencias, costumbres, sus intereses particulares al momento de clasificar, por ejemplo; a sus santos patrones. Recientemente Juan Carlos Estenssoro (2003: 142-143, 375) ha insistido en que el término indio tenía en sí mismo una connotación religiosa: la del no cristiano.

     En el caso de Cacas, se ha insistido en que la evangelización llegó tempranamente, más o menos de 1560 para adelante. Además, se sabe qué; paralelo a la edificación de la capilla de Cacas estaba las advocaciones de Santa Catalina y San Pedro, ambos pozos llamados así por las mismas cofradías existente en Qaqashmarca.

En esto trasluce que los mitmas se hicieron propietarios de la advocación a Santa Catalina, por ser salineros; quienes estaban supeditadas a crear su propia patrona por ser gremios de un determinado grupo artesanal. (Martínez Domínguez, H. 1977: 46-50)2.    

     ¿Con qué advocación podrían haberse quedado los indios originarios de Cacas? La movilidad social es posible solo en grupo, por tanto; les quedaba asirse al nombre de la otra poza y no pensaron más: San Pedro quedó advocado a los originarios. Ambas parcialidades con sus patrones, al lado de los doctrineros, empezaron, seguramente, a conmemorar cada cual en su día festivo. El 25 de noviembre, ─día santoral de Santa Catalina─ quedó para la recordación de la primera poza por los mitmas y el 29 de junio, día de San Pedro; para los indios originarios.

     Mas adelante, el complejo vaivén de castas llegaría ─inexorablemente─ también a Cacas, y con ello, una nueva identidad: los mestizos. Si bien, la estratificación social en el virreinato peruano se conformaba con una sociedad jerarquizada, esta estuvo regimentada por tres principios sociales divisionales, a saber: a). El estamental, b). El de castas y c). El de clases sociales. ¿Cacas a cuál de estas sociedades divisionales se atribuiría?  Arguedas dice que los indios se quejaban de las costumbres de los mitmas convertidos en mestizos. Desde este punto diferenciado estamos hablando, ¿acaso de castas? Incluso estaba el prejuicio hacia el indio:

“El más arraigado prejuicio oral hacia el indio se encuentra en el grupo de los mestizos, y el temor de ser indios es frecuentemente, la característica más saltante” (Mangin, Willian P. 1955: 182).

     Un caso especial: descifrando el apellido tenemos al compungido Francisco de Collao y Miranda, subrepticiamente afirmando ser mitma, cuando el apellido de Miranda lo delata de ser mestizo. O el otro caso de don Roque Asunción Corillaxa3, llevando el apellido de Asunción en alusión a la Virgen María la cual tiene escudos de armas en Sevilla.

     Entre los siglos XVIII al XIX seguramente hubo dos organizaciones sociales diferentes cada una dirigida por sus líderes. Pero, según documentos, fueron los mestizos quienes tenían un control completo en la administración del pueblo, sin tierras de pan sembrar ni pastos para la crianza de ganado. Nada se sabe de los originarios, de tal manera Espinoza Soriano se pregunta, al igual que nosotros: ¿qué sucedió con los indios originarios de Cacas, que por derecho tenían que gozar de mayor privilegio que los extranjeros? Esta situación bastante extraña, autoexcluyó a los autóctonos en la organización y desarrollo político de Cacas. Dicho de otra manera: ¿se había resuelto el conflicto asolapado entre ambos? Nos parece que no. El progresivo sojuzgamiento de los indios por los mestizos y al mismo tiempo su asimilación con sus pares traería algunos hábitos comunitarios como el uso de la coca y sus creencias religiosas.

     Todo parece indicar fehacientemente que en Cacas rápidamente las organizaciones religiosas hicieron buen trabajo. Para la mitad del siglo XIX, los residentes del pueblo eran católicos. Sin embargo, la cofradía más antigua ya había fenecido, es el caso de Santa Catalina, patrona de los salineros y, por ende, de los mitmas. La fiesta de la cofradía de San Pedro (El Auquish), que estaba en manos de los indios originarios perduró y siempre era apadrinada con misas y participación de sus cofrades. Al igual sucedió con Corpus Christi que no tuvo cofradía por ser directamente personalizada por la Iglesia Católica.

     La diferencia de vestimenta entre indios y mestizos era bien pronunciada, pero seguramente los indios empezaron a vestirse como los mestizos. Aprendieron el castellano y empezaron a olvidar el quechua. No tuvieron que renegar, en apariencia o realmente, de sus costumbres indígenas. Por el contrario, empezaron a asimilar nuevos instrumentos tomados de la cultura occidental.

     Con el correr de los años, el indio originario de Cacas conservó su estatus gracias a la presencia del pescador.

     A partir de esta parte, buscamos reencausar la vivencia histórica y de análisis del lector, entorpecida por años con las versiones fantasiosas de nuestro pasado, para que de esta manera la comprensión de nuestro pretérito por el presente y viceversa resulte suficiente para dar vida a nuestra propia identidad.

     La religión y los clubes sociales muchas veces fueron protagonistas o bien en la estratificación social o en la desintegración social. Estratificación que se llevó disimuladamente para crear un falso protagonismo de superioridad enmarcado en lo iluso que solo así el individuo se vería posicionado como de uno de la alta sociedad.

     En la actualidad, parecería que los estratos se han ramificado a diversas manifestaciones como fiestas patronales y fiestas de navidad. Se puede distinguir, por ejemplo, la mayordomía del Auquish Patrón San Pedro a veces queda vacío y relegada, dicen: es para la gente pobre. O el caso de San José, llamándola Primero y Segundo, haciendo que ambas queden separadas por motivos de animadversión disfrazada de fe.

     Al final, diremos que indio y mestizo se fusionaron. Posiblemente se tenga más mestizos que indios en Cajas. Y para nosotros los propósitos es considerar que al momento se consolidó solo los mestizos como único grupo. Pueda que, en un estudio más detallado sobre las clases sociales, podría considerarse ciertos subgrupos dentro de los mestizos. Los valores sociales de algunos miembros del grupo están claramente orientados hacia los valores criollos; otros son muy conservadores y rechazan la idea y acciones modernas. Todos, sin embargo, tienen un conocimiento de la cultura nacional y participan en diversos niveles y formas.

     Algunos Cajeños son bilingües, hablan castellano y quechua. La quechua lengua aprendida en el hogar, por movilidad individual, usualmente no es mencionado, lo hablan lo menos posible. No obstante, a pesar de estos puntos contradictorios, el mecanismo de cohesión social, de integración por asimilación y diferenciación, se obtuvo resultados para crear una institucionalidad social.

     La sociedad cajeña se organizó dentro de un dominio comunal. En la consecución de tal fin se dio vida a un movimiento social que concluyó en su composición tantos ciertos principios de cooperativismo. El ayni y la minka estaban presentes, pero ni los mismos integrantes tenían noción de este legado que sus antepasados habían cobijado del imperio, pero; implícitamente la forma social de ayuda mutua, la faena, se reflejaba en el ayni. El mecanismo de este control comunitario resultó aparentemente no mirar ni pedir a las arcas gubernamentales ni obedecer a una exclusiva programación estatal ni político. El cooperativismo dio frutos y eso, encajó, asimiló, se sincretizó una casta entre indios y mestizos, aunque la clase emergente, sí; estaba dispuesta a ampliar su estatus, no por obra y gracia del Espíritu Santo, sino por sus propios sudores y embarrándose los zapatos. Con la llegada del ferrocarril, estos emergentes, acrecentaron sus negocios, pero; la arriería también seguía siendo sus medios de bonanza. Así, en este viejo sistema, la familia que estaba adscrita a este tipo de clase tendría también los estatus de ser educado, algo más rico que la mayoría, ocupar un cargo político dentro del pueblo.

     En cierto sentido, entre los decenios de los treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX, las características señaladas fueron visible a pensar en dos extremos: los indios o gente de vida pobre y los mestizos o buenas familias, y después aquellas que se clasificaban entre las dos.

     Obviamente con tal tipo de movimiento social se logró imponer la estratificación aludida y se consiguió una cotidiana dinámica integradora que tomó cuerpo de un modo aparentemente de vida mancomunada, compartida entre dirigentes y dirigidos. Por medio de esta integración e instrumentando elementos desintegradores, pero a la vez, reivindicativos y progresistas, se indujo al establecimiento de separarse a fines de la década de 1920 del distrito de Palcamayo. De la vida desestabilizadora que acostumbraba el distrito capital, a un mundo servil y prepotente, esa casta; arriba mencionada más los indios, se empeñaron en luchar hasta conseguir que Cacas fuera distrito. Esta epopeya fue quizá, otro de los auspiciadores para que la diferenciación de clases se vea fusionado por un solo fin. Se trató de un cabal proceso de fusión de culturas, que no habría sido posible, como no lo fue con otros pueblos, si las castas y culturas coetáneas hubieran estado divididas por irreductibles conceptos de superioridad y por la práctica de costumbres sustancialmente diferentes. En Cajas, el mestizo es producto de fusión y no de fuga, no adolece por lo mismo, de los trágicos caracteres psicológicos del individuo desajustado, en constante e insoluble búsqueda de patrones de conducta. Cerca de sí mismos y por ello definidos ante la naturaleza, ciertamente eran hombres de razón. Las pulsaciones, los sentimientos, las pasiones bullían en su interior orbitando sus vidas. Las relaciones señorial – serviles llevadas en Cachipuquio no los había convertido en hombres de afección impura. No diferenciados de la naturaleza, y llenadas sus personas con los “yo” ajenos, la vida corporativa, mejor dicho; de cooperativismo, era para sus vidas un elemento imprescindible, pues ella constituía un mundo particular que llenaba y alimentaba su pueril egocentrismo, puesto que cada uno sentía el mundo como una extensión de sí, utilizable por lo mismo a discreción y sometido cuando así conviniera, a su sentencia finiquitadora.

     Al interior de este caracterizado sistema de relaciones sociales ─el cooperativismo y las faenas─ se obtuvo la integración dominante-dominados aplicándose simultáneamente los principios de asimilación y de diferenciación sociales.

     La asimilación puso en funciones tres reglas sociales: la de mancomunidad, la de ordenación, y la de promoción y contemporización. La primera hacía referencia a una altruista comunidad de intereses que resultaban por cierto trascendente para mejorar su situación real y con ello lograr un bienestar social y de positiva participación. La segunda regla destacaba lo necesario de la jerarquización, subrayando para tal convencimiento que la detentación de valores espirituales y materiales era señal ineludible de la natural superioridad y una muestra palpable de vivir agraciado con un don providencial. La tercera regla estaba llamada a mantener viva la aspiración a mejorar, o a despertar dicha expectativa cuando la pobreza las hubiera adormecido. Pero lo más corriente en este tramo fue la engañosa escala de ascenso social que en los hechos solo significó dudoso remonte de prestigio  (crear otro Patrón del pueblo cuando ya la tenía, copar cofradías alimentando ser hermético y gradualista, crear equipos sociales y deportivos con fines de discriminación social), quizá estos eventos fueron y serán, hasta el final de los siglos,  uno de los más abiertos principios de diferenciación social ideada para subrayar la distinción de acaso, familias y allegados, pero; que al final del infierno, fueron poquísimos las que aglutinaron este costal.  

     A pesar de ello, como resultado de la asimilación y diferenciación social, se obtuvo una cohesión, donde los superiores y los inferiores se hallaron simbióticamente integrados. La relación personal entre ellos establecida era como ya se explicó, la expresión de una convivencia en entorno a estás bellas organizaciones que Dios mandó como bendición al pueblo de Cajas: comunero, cooperativista, faenero y de las capacidades individuales, y la causa de una conciencia social no patológica ni acomplejada. La cohesión social de Cacas y Cajas, con sus principios, tuvo plena operatividad porque se desenvolvió sobre una infraestructura institucional. La convivencia fue organizada a través de organizaciones de aproximación físico-espiritual que tendieron a resaltar la mancomunidad de intereses y hasta la vigencia general de una vida compartida como era el caso, de esas tres organizaciones que mencionamos líneas arriba.

     En general y para concluir, a través de los años de cambio de castas y clases, los criterios observables por los cuales se podían distinguir un indio de un mestizo han desaparecido. La mayor diferenciación existe ahora en la participación social y en las actitudes concomitantes. En apariencia, las diferencias entre pobres y ricos ahora parecen ser mayores entre los educados y las sin educación; los elementos culturales generales que pueden ser atribuidos a una clase pueden también atribuirse a la otra. La misma participación social, que ofrece la diferencial más importante, está sujeta a variación y en constante movilidad. Si en alguna fase de la cultura del pueblo puede decirse que está el núcleo del sistema de clases, es en las actitudes que acompañan la participación.

 

COLOFON

El ORIGEN DEL AUQUISH O CHACUASH DANZA

CONTEXTO:

“En tiempos muy antiguos existió un huaca llamado Yanamca Tutañamca. Después de estos huacas, hubo otra huaca de nombre Huallallo Carhuincho. Esta huaca venció. Cuando ya tuvo poder, ordenó al hombre que solo tuviera dos hijos. A uno de ellos lo devoraba, al otro, al que por amor escogieran sus padres, lo dejaba que viviera. Y desde entonces, cuando moría la gente, revivían a los cinco días, y del mismo modo, las cementeras maduraban a los cinco días de haber sido sembradas.

(…) Tiempo después apareció otra huaca que llevaba el nombre de Pariacaca. Entonces, él, a los hombres de todas partes los arrojó. En aquel tiempo existió un huaca llamado Cuniraya, existió entonces. Pero no sabemos biensi Cuniraya fue antes o después de Pariacaca, o si ese Cuniraya existió al mismo tiempo o junto con Viracocha, el creador del hombre (…) por esa razón hemos de escribir de las cosas que ocurrieron antes que él (Cuniraya) existiera junto con los sucesos de Pariacaca.

(…) Cuando ya Pariacaca tomó figura humana y hubo crecido, se hizo grande, empezó a buscar a su enemigo. El nombre de su enemigo era Huallallo Carhuincho, devorador de hombres.

Cuando ya Pariacaca tomó ya la figura humana, cuando era ya hombre grande, se dirigió hacia el Pariacaca de arriba, al sitio que habitaba Huallallo Carhuincho. En ese tiempo, en una estrecha quebrada que había muy debajo de Huarochirí, existía un pueblo yunca: se llamaba Huayquihuasa.

(…) Al mismo tiempo, el tal llamado Pariacaca, subió hasta una montaña que está en la parte más alta de Huarochirí.

(…) Entonces, Pariacaca, lanzando rayos y, también sus cinco hermanos, lanzando rayos penetrantes, derrumbaron, dicen, el principio e hicieron temblar a Huallallo. Este, luego, luego hizo salir una inmensa serpiente de dos cabezas, llamado Amaru: “Ha de espantar a Pariacaca”, dijo. Pariacaca, viendo a la gran serpiente, hizo un baston de oro y con él punzó en el centro del lomo a la bestia. El Amaru se enfrió y se convirtió en piedra.

(…) Ya hemos hablado de la existencia de Huallallo Carhuincho, pero no hemos dicho nada de como vivió y construyó su pueblo. En tiempos antiguos, él habitó en el llamado Pariacaca de arriba. Cómo estuvo allí, exactamente no lo sabemos, ni en qué sitio. Ahora se entiende que fue en la laguna llamada Mullococha. Porque, cuando Huallallo se convirtió en fuego llameante para luchar con Pariacaca, Pariacaca lo venció he hizo de aquella zona una laguna, que ahora se llama Mullococha.

(…) Ya hemos concluido de hablar de las hazañas que en todas partes hizo pero no hemos dicho nada de la vida de Huallalllo Carhuincho después que Pariacaca lo sentenció. Cuando Huallalllo, de vencedor, cayó vencido y huyó, fue sentenciado por Pariacaca a comer perros, por haber sido antes devorador de hombres. También ordenó que los huancas lo adoraran; y, como su dios comía perros, también los huancas le ofrendaban estos animales y ellos mismos se alimentaban de perros. Y es esa la razón de por qué hasta ahora a los huancas los llamamos comeperros.

(…) Este Pariacaca, apenas empezó a vencer en la parte alta, y donde quiera que lo hizo, inmediatamente habitó esa tierra; también dio órdenes para ser adorado, señaló como debía adorársele. En todos los pueblos impuso las mismas formas de la adoración que decimos. Así era: todos los que somos como un solo hijo (ayllu, linaje o familia), escogía a uno y a ese le ordenaba, a él, a solas: “Tu recordando mi vida, siguiéndola, celebrarás cada año una pascua”. Los nombres de los elegidos era Huacasa. “Estos Huacasas cantaran y bailaran tres veces en el año cargando coca en saco muy grande”(dijo Pariacaca). Para elegir a estos antiguos (auquis) Huacacas, los hombres (actuales) hacen (harán) una prueba.

(…) Todo cuanto hemos relatado de la adoración a Pariacaca en los cerros, comenzó desde la llegada o aparición de los Huiracochas (españoles) pues, desde entonces simulkaron ser algo como piedras (…)

     Arrojado del cerro Caquicoya, Huallallo se metió en una profunda quebrada de Cachiyacahuayqui, tampoco allí podía esconderse, luego escaló a la cumbre del nevado Pumarauca y desde allí lanzó flechas, que Pariacaca las rompía según llegaba, ya sin fuerza, vencido, Huallallo Carhuincho huyó a la zona de los Antis, pero Pariacaca le persiguió con la ayuda de toda de toda la gente de las diferentes comarcas, hasta que se perdió y luego delegó a su hermano Pariacarco para que se quedase en ese lugar de vigía por si acaso intentara regresar Huallallo.

     Continuó su lucha, esta vez contra los grupos armados dirigida por la mujer de Huallallo Carhuincho, llamada Mamañamca que se encontraba viviendo en la parte baja de Mama (Rimac), esta lucha resultó ser muy difícil para Pariacaca sus hermanos e hijos, porque la mujer se defendía con todas las armas, hasta que llegó a herir a uno de los hijos de Pariacaca llamado Chuquihuampo rompiéndole la pierna. Vencida Mamañamca huyó hacia el mar, entonces el valeroso hijo aún quebrada sus piernas, decidió quedarse en ese lugar vigilante ante el posible regreso de la mujer. Pariaca ordenó a todos los pueblos de ese sector que asistieran a su hijo por toda la vida con abundante coca y todo lo que él necesitara.

     Estas familias comandadas por Pariacaca, llegaron a estas tierras acompañadas de otros grupos, pero unidas por las mismas costumbres y creencias, es por eso que en las diferentes narraciones con otros nombres para designarlos como: Yaros, Yauyos y Llacuash, unidas bajo su divinidad, el rayo, que además tenía otros nombres: Libiac, Cancharco, Yanaraman, Illapa y Huayllay.

     Esta llegada marca históricamente la aparición de los Yauyos en estos territorios, ocupando las comarcas donde Huallallo Carhuincho comandaba, es decir las provincias actuales de Yauyos y Huarochirí; mientras los Yaros ocuparon la que hoy es Canta, sierra de Huaral y Huaura, Oyon, Cajatambo, parte de Pasco y Huánuco. Mientras los Llacuaces ocuparon la que es hoy las estepas andinas más altas de Yauyos, todo Yauli, departamentos de Junín y Cerro de Pasco, estos Llacuaces eran expertos en la crianza de auquénidos.

                                           (Arguedas, José M. 1966: 21, 23, 47, 49, 57).

                                                                 “DIOSES Y HOMBRES DE HUAROCHIRI”

NARRACIÓN QUECHUA RECOGIDA POR FRANCISCO DE AVILA [¿1598?]

                                                                                  TRADUCCION: JOSE MARIA ARGUEDAS

                                                                                      ESTUDIO BIBLIOGRAFICO: PIERRE DUVIOLS

 

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     La cita nos narra que fue Pariacaca quién instituyó la danza del Auquish llamado Huacasca, además él instituyó el modo en que debían de adorarle. Esta danza del Auquisma, en otros lugares es llamado Auquismi, en otros el Auquis o Auquish, traducido es: El Viejo.

     Esta danza, a Cacas debió llegar con los mitmas que fueron transportados de Yauyos para la extracción de la sal, pues ellos venían con sus costumbres tal como asevera Aroldo Egoavil. Él nos dice que era la única forma de tener control militar y social.

     En un estudio prolijo, Egoavil encontró mucha similitud con la danza del Auquish en lugares donde se había hecho presente los mitmas de Yauyos. Elabora un cuadro comparativo de apellidos, costumbres, comidas, indumentarias, dialectos de las cuales encuentra semejanzas muy marcadas:

“Analizando, encontramos siempre todos estos lugares poblados por descendientes de yauyinos, Yaros y Llacuaces. En Pasco, los lugares citados están ocupados por llacuaces y Yaros, en los Reyes, Carhuamayo y Chacamarca tierra de los llacuaces, en Tarma, también tierra de los llacuaces,, porque los tarumas estaban más en las quebradas junto al río Tarma; en Jauja tenemos Chacapalpa tierra de llacuaces, en Yauyos y Huarochirí y Tomás tierra de los Yauyos; en Chupaca, Apahuay, Cachi y Comsac tierra de los llacuaces y en Moya de igual forma de los llacuaces” ( Egoavil, E. 2012: 120).

     Esta nota fortifica la hipótesis de José de la Puente Luna, quién sustenta que la mayor parte de los mitmas de Jauja procedían de Yauyos. Además, Egoavil amplía que las descendencias de Pasco, Reyes (Junín), Tarma y Huarochirí estarían en los Yaros y Llacuaces. La diseminación de estos mitmas, hicieron que en Cacas también hicieran su presencia. Cacas era ayllu que pertenecía a Reyes al igual que Chacamarca, entonces desde luego; la cercanía y sobre todo la división política, hizo que los salineros estuvieran abordados también por los Yauyos, claro; también estaban los mitmas regionales y otras traídas por Pachacutec y Yupanqui.

     En los diversos lugares donde se baila la danza de los Auquish ha sufrido variaciones, la intromisión de la cultura hispana en tiempos de la colonia hizo que esta danza se viera expulsada de los indios, pero; se sabe que, a escondidas, oculto entre la noche se danzaba. Hasta que en la república ya fue más abierta y libre para ofrendar al Niño que nació en Belén (Kiko Gil Astete y Jesús Pedro de la Cruz – Aquisito Nomás. Tradiciones - costumbres – folklore. 2005). Aunque había en los pueblos donde los españoles las dejaban danzar, pero; adorando al Niño, caso que seguramente pasó con los Auquish de Cacas.

     La danza sigue manteniendo su esencia originaria, las variaciones se ven en la vestimenta, pero; los accesorios que llevan los danzantes la tienen todos sin falta, excepto la sonaja ahora fabricada de chapas de botella, es intromisión realizada al comenzar la república.

     En principio, los Auquish bajaban de un cerro, en reconocimiento a Pariacaca, propiciador de las lluvias, para después llegar a los pueblos y asistir a las iglesias para no ser perseguido ni castigados por los españoles. En la mano llevaban una sonaja (de origen cristiano) que simbolizaba el sonido de los rayos con que lucharon Pariacaca y Huallallo Carhuincho, y en la otra una especie de culebra (el Amaru), el cayado era hecha de queñual de unos dos metros que simbolizaba la culebra que Huallallo soltó para matar y Pariacaca; a la punta del cayado iba como una especie de melena hecha de tira de trapo que significaba la caída de las lluvias en plena lucha entre estas dos huacas.

     Cinco o seis músicos entonaban la canción del Auquish. Las tonalidades que interpretaban variaban según el momento: pasacalle, escaramuza y adoración. Su coreografía en un principio estaba conformada solo por varones de mayor edad de la población, los más Auquish, que conformaban una pandilla de dos filas, cada una de ellas guiadas por un principal quién dirigía los pasos y los movimientos que debían realizarse y generalmente iba acompañada de una anciana, una Chacuash. Con el tiempo, se vio en diferentes lugares la variación de la coreografía, a mediados del siglo XIX, las Chacuash ya eran en igual número que los Auquish.

     El pasacalle consistía en el paso que empleaban durante su traslado por las calles o cuando estaban buscando un emplazamiento, siempre con giros a la derecha y a la izquierda.

     La escaramuza se tomaba en un lugar emplazado en un espacio amplio o en una plaza. El guía inicia orientando los números que debe imitarle los restos, con dos vueltas a la derecha y dos a la izquierda, finalizando con la vuelta del cóndor y la vuelta de amaru.

     Recopilamos algunos pasos o escenas que nos brinda Aroldo Eguavil:

§  Licanacuy: la miradita o tomando como espejo al compañero. Se miran.

§  Huallanacuy: abrazarse.

§  Gayanacuy: llamarse.

§  Cumsanacuy:

§  Shahuanacuy: el cargarse alternadamente.

§  Saytanacuy: el patearse con el pie derecho e izquierdo.

§  Siquinacuy: toparse con las posaderas.

§  Chaqui ucuy: toparse con los pies alternadamente.

§  Huascapishay: pisada de la soga.

§  Curcush: jorobarse.

§  Chaquimuyuy:  dar vueltas con los pies en alto.

§  Estrella con miradas.

§  Estrella de codos:

§  Estrella de manos:

§  Estrellas de pies:

§  Amaru muyuy: la vuelta de la culebra.

§  Kuntur muyuy: la vuelta del condor.

     La adoración es el momento donde los Auquish y las Chacuash llegan a adorar al dios Pariacaca (hoy al Niño Jesús), todos con el sombrero de paja sobre las espaldas, uno a uno se acerca y le ofrecen sus presentes, para recibir en pago, una copita de chicha o aguardiente. Terminado el acto de los danzantes, invitan a bailar a los asistentes que ellos eligen mediante el ofrecimiento de sus sonajas.

     La vestimenta de la danza ha variado rotundamente. Cada región ha creado su propia indumentaria, pero; lo que no ha cambiado es el uso de los pantalones hechas de bayeta con colores llamativos, los sacos de cordellate se han modificado con telas y los sombreros de paja que ha perdurado al tiempo al igual que la bufanda.

     Es así que esta danza del Auquish pre incaica vivió al correr de los siglos, el Huacón, el Jerga Kumo, el huaylash, el llamish y la cachua ─que son contemporáneos al Auquish─ aún se practican en las diferentes regiones.

     Con este esbozo quisimos proponer que a la llegada de los mitmas de Yauyos a Cacas para la extracción de la sal de Cachipuquio, la danza de los Auquish también hizo su arribo.

     He aquí algunos apellidos de origen de los mitmas Yauyos que se oyen y que, en Cajas, Tarma, Junín, Palcamayo y Acobamba, se pueden comprobar:

 

APELLIDO

SIGNIFICADO

Achihuaman

Alcón luminoso

Anchirayco

Apenado, aflijido

Asto

Rojo

Astucuri

Dorado

Cajahuaringa

Inca de zona helada

Carhuavilca

Amarillo sagrado

Casachagua

Espina cruda

Chagua

Crudo

Chihuan

Planta floral

Collachagua

 

Curi

Oro

Huaraca

Honda

Huaringa

Jefe Huari

Inga

Inca

Ingaroca

 

Llacsa

Fundidor

Llocllachi

El que produce haycos

Macavilca

Maca sagrada

Paucar

Parihuana

Paucarpura

Epoca del paucar

Paucarchuco

Gorro de parihuana

Pucuhuaranka

Mil bateas

Quincho

Picaflor

Quinto

Coca esotérica

Ticse

Señor

Yupanqui

Contador

                             Fuente: Egoavil, Orondo.

1. Español residente en el pueblo de San Pedro de Cacas, a la mitad del Siglo XVIII

2. El párrafo precedente es apartado del texto original de una investigación en desarrollo por el Grupo de Investigaciones Históricos - Sociales (GIHS) de San Pedro de Cajas. Es un adelanto de investigación que próximamente presentará dicha institución. En el trabajo en mención, tratan de explicar la permanencia de ciertas costumbres dentro de las asociaciones religiosas denominadas cofradías, asociaciones que han conservado su existencia desde el siglo XVI.

Al ir adentrando con la investigación, el equipo del GIHS encontró que muchas de las fiestas religiosas de los pueblos, parroquias, conventos, hospitales e iglesias habían sido patrocinadas desde la Colonia por cofradías, lo que motivó la curiosidad por el estudio. Actualmente son pocas las fiestas religiosas de los santos patronos de los pueblos que conservan su espíritu primero, y pocos son —por no decirlos nulos— los fieles enterados de este enlace o concatenación religiosa, sin embargo, la “cofradía” continúa formando parte de la vida religiosa del pueblo, claro está, tergiversado o encubierto de grupos profesando una fe fingida o fraudulenta.

3. Segunda Persona del pueblo de San Pedro de Pampas de Cacas. Mitad del Siglo XVIII.

 

 

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