MARCO TEÓRICO Y JUSTIFICACIÓN DEL ORIGEN DE LA PACHAMANCA, LOS TELARMACHAY (TARMA, JUNIN)
POR: JOSE A. GAMARRA AMARO
UNMSM
“En
el área de los fogones del sector
Este
se comprueba, de preferencia,
una
concentración de costillas y
huesos
largos de miembros (especialmente
de
húmeros y fémures) ¿no se trataría en
este
caso de restos de carne asada
en
una pachamanca (pernil y costillas)?
LAVALLÉE (1977:
87-88)
Telarmachay es un abrigo rocoso situado en
el distrito de San Pedro de Cajas, provincia de Tarma, región Junín, en los
Andes Centrales. Fue descubierta en 1974 por Daniele Lavallée, Michéle Julien y
Jane Wheeler durante las exploraciones realizadas por el Proyecto Arqueológico
Junín-Palcamayo. Las excavaciones empezaron un año después, en 1975, y se
prolongaría hasta 1980.
Telarmachay es un abrigo rocoso situado a
una altura de 4.420 msnm; en el flanco oriental de la puna de Junín a unos 8 km
al nor-noroeste de San Pedro de Cajas. Cercano al yacimiento se halla la laguna
de Parpacocha. El abrigo mira hacia el sur sobre un talud de considerable declive,
dicha talud está conformada en su mayor parte por depósitos de fragmentos
óseos. Un poco más alejado de esta talud, el terreno es húmedo, que cubre
sedimentos de arcilla.
La palabra Telarmachay proviene de dos
voces, una españolizada y otra en idioma quechua: Telar = máquina para tejer
construido de madera u otro material, machay = cueva, luego, cueva del telar.
El maestro artesano, César Yurivilca Román
(┼), por otro lado, aseveraba que el vocablo telar se introdujo por la época de
la guerra con Chile cuándo los ganaderos de las estancias cercanas a la cueva ocultaban sus telares por
el temor que los enemigos del sur no lo quemaran o lo destruyeran.
Lavallée sostiene que la ocupación humana
en Telarmachay empezó hacia 8.000 a 7.000 a. C., ya que unos dos milenios antes
(10.000 a. C. – 8.000 a. C) el abrigo rocoso era inhabitable pues la nieve
permanente descendió hasta la cota 4.300 de elevación, fue en este periodo en
que los animales pleistocénicos desaparecieron y fueron desplazados por una
fauna moderna. Es la época en que los cazadores iniciaron la ocupación
extensiva de la puna. Lumbreras, Luís G (2020: 59). El hombre de Telarmachay
sería el primer pastor de camélidos de América.
Durante los cinco años de excavación en
Telarmachay, Lavallée y su grupo exploraron un área de 35 m2,
correspondiente a las habitaciones y a sus alrededores.
Las investigadoras para poder hacer sus
estudios emplearon el método por niveles y le denominaron por capas (decapado).
Y es así, que diferenciaron ocho capas bien
definidas:
·
VIII- Origen glaciar (glaciar Antárraga).
·
VII- 7.500 a. C. hasta 5.200 a. C.
aproximadamente.
·
VI- 5.200 a.C. hasta 4.800 a.C.
aproximadamente.
·
V- 4.800 a.C. hasta 3.000 / 2.500 a. C.
·
IV- 3.000/2.500 a. C. hasta 1.800 a. C.
·
III- 1.800 a.C. hasta 800 a. C. (época
Formativa).
·
II- 800 a. C. hasta 200 a. C.
·
170 a. C. ocupación más tardía en Telarmachay.
Entre las capas IV, V, VI y
VII hay vestigios de ocupación humana.
Además, los rellenos decapados
subdividieron a las capas principales que incluyeron 6 subniveles culturalmente
significativos: 2 en la capa VII, 1 en la capa VI, 2 en la capa V y 1 en la
capa IV.
Quisimos introducir esta parte para entender
con claridad lo que vamos a exponer y, saber desde que año hubo vestigios
incipientes y rudimentarios de estructuras construidas con piedra por aquellos
hombres que fueron antepasados de los cajeños, reconocida como Salineros en
la época inca y la colonia.
Desde la capa VII, Daniele Lavallée,
Michele Julien y Jane Wheeler (1982: 62) nombran que hubo zonas de Telarmachay
donde existían ya fenómenos de incandescencia:
“No se descubrió acondicionamiento
intencional alguno del abrigo, con la excepción de dos zonas de combustión
situada al este y oeste del área excavada, Es probable que estos dos fogones instalados directamente
sobre la roca funcionasen desde el primer momento de la ocupación del abrigo
(…)”.
Aunque hay factibilidades momentáneas de
evidenciar, lo cierto es que estos dos fogones ya les eran útiles desde sus
primeras ocupaciones a los Telarmachay. Además, desarrollan su trabajo
sosteniendo que en el sector B8 el fogón es plano y está constituido por una
placa de tierra quemada de 50 cms. de diámetro, rodeada por cenizas y partículas
de carbón. En el sector C11 solamente había una concentración ovalada de
partículas de carbón de 25 cms. de largo, mezcladas con cenizas. Las
investigadoras resaltan que en este primer nivel de ocupación no se encontró
ninguna piedra quemada.
Pero, según fueron pasando los
años y se almacenaba señales y huellas, estos fogones cambiaron de lugar,
incluso de tamaño y se consiguieron piedras quemadas, leamos:
“A medida que se acumularon los vestigios,
las dos zonas de combustión cambiaron de lugar o de tamaño: al final de la
ocupación de la capa VII, el fogón 0 estaba ubicado en B7, más o menos a 50
cms. de distancia del fogón B8 más antiguo; no se trata sino de una pequeña
concentración ovalada de carbón y cenizas, sin tierra quemada. Por el contrario, al este existía esta vez
un verdadero fogón acondicionado, con una fosa de 1 m. de diámetro conteniendo
cenizas y una piedra quemada”. Ibid, p 62.
Esto manifiesta que al finalizar la capa
VII, ya se tenía vestigios de calentamiento de piedras, sobre un fogón
debidamente construido y en fosa. Si se menciona fosa se está hablando de
cavidad abierta en tierra, especialmente destinada a un trabajo específico.
De igual forma, en esta capa se
encontraron instrumentos de hueso, totalmente trabajados, o con huellas de
elaboración y/o uso, además de restos óseos alimenticios.
En este sentido, también es menester
mencionar lo que dicen las investigadoras, que durante toda esta capa VII,
Telarmachay no parece haber sido ocupado permanentemente, ni siguiera de manera
regular durante un largo periodo anual. Debió ser más bien un simple lugar de
parada para cazadores.
La primera ocupación humana breve pero
intensa pertenecería a la capa VI. En esta capa, al igual que la anterior, no
se descubrió restos de un acondicionamiento intencional del espacio habitado; pero sí, una estructura de combustión muy
importante ubicada en el ángulo NE de la excavación que:
“Consiste en una acumulación de piedras a
menudo fuertemente enrojecidas, que cubría más de 1 m2 y
correspondía en realidad a tres emplazamientos de fogones distintos: un fogón
principal, con solera enlosada al sur de A11, y dos pequeños fogones adyacentes
en B11 y A10. La solera del fogón principal no fue cavada en el suelo, sino
simplemente acondicionada, disponiendo lajas
planas sobre un área más o menos circular de aproximadamente 50 cms. de
diámetro. Su borde está formado por lajas mantenidas en posición oblicua
gracias a pequeñas piedras-soporte,
Dicho borde se encontró en parte destruido, probablemente a consecuencia de
arreglos sucesivos de la estructura, y la solera contenía numerosas piedrecitas
quemadas. Los dos fogones adyacentes
tenían cada uno una pequeña fosa de 35/40 cms. de diámetro cavada a 30/20 cms. del fogón principal. Uno de ellos, en B11, el más cercano al fogón
principal, contenía numerosas partículas de carbón y varias piedras quemadas de
dimensiones regulares; el otro, en A10, tenía una fosa con las paredes
enrojecidas y cubiertas con una capa de carbón; contenía también numerosas
piedras que lo rebasaban por el lado
NE”. Ibid, p 66.
Luego, las arqueólogas dan un informe
inmediato al párrafo descrito, las piedras ya no estaban diseminadas por los
sectores del trabajo; sino, se encontraban agrupadas y muy bien confeccionadas
(trabajadas):
“Esta estructura de combustión era muy
circunscrita [confinado],
y no se encontró piedras quemadas esparcidas en los demás sectores de la excavación.
Representa la primera estructura de
combustión hallada, de composición relativamente elaborada, y cuyos
diversos elementos pudieron, como se verá posteriormente, cumplir funciones
diferentes”. Ibid, p 66.
En esta capa también se encontraron dos
fogones el A11 y el B11, el primero
parece haber sido utilizado de manera más intensa y varias veces
reparada, por su posición este fogón estaba probablemente sobre la zona de
habitación o vivienda, veamos lo que dicen las investigadoras:
“La estructura compleja de este fogón [A11] sugiere dos modalidades de funcionamiento:
el fogón principal parece haber funcionado sin cobertura (combustión abierta) [tipo
una tullpa o bicharra], mientras el fogón
secundario B11, relleno con piedras, indica más bien una combustión en ambiente
cerrado (tipo horno) [tipo de estructura de la pachamanca]”. Ibid, p 70.
Hacemos mención que en esta capa VI
también se encontró el esqueleto de un niño que descansaba en una fosa ovalada
con un collar de cuentas de conchas marinas y una serie de colgantes de hueso,
pulidos y perforados.
En el primer nivel de la capa V se
descubrió una de las estructuras de acondicionamiento más interesantes
encontradas en el yacimiento, únicas en su género en toda la secuencia de
ocupación de Telarmachay. Veamos lo que nos dicen las mismas protagonistas del
descubrimiento:
“Se trata de una serie de 8 pequeñas
estructuras más o menos circulares, dispuestas en arco delante del abrigo, y
separadas entre sí por aproximadamente 1 m. de distancia. Cada una está
constituida por un amontonamiento circular de piedras, con un diámetro de 30 a
50 cms., que delimita un espacio interior también circular de 10/15 cms. de diámetro,
cuyo relleno contenía numerosas partículas de carbón. El alineamiento del
conjunto, más o menos paralelo a la línea de reparo, aunque ubicado 1.5 m. al
exterior, parece alcanzar la pared rocosa, en las dos extremidades del abrigo,
y sugiere una línea de hoyos de postes
destinados a sostener una pared”. Ibid, p 71.
Esto nos supone que los Telarmachay
habrían embrionariamente tenido noción de los postes plantados en tierra para
hacer división de colindancia y que aún se puede apreciar en las estancias
vecinas al yacimiento.
Además, dos importantes áreas de
combustión estaban acondicionadas en el interior del espacio así limitado por
los postes:
“Al NO en A7, un fogón grande constituido
por una fosa de 55/60 cms. de profundidad, sin borde pero asociado con una
acumulación considerable de piedras quemadas (…) el fondo endurecido de la fosa
presentaba huellas de un calentamiento intenso, y alrededor del fogón se esparcían
piedras quemadas. Al NE, una acumulación de piedras muy importante de piedras
quemadas ocupaba el sector C11. Esta estructura, al igual que la capa VI y en
la misma zona, comprendía un fogón principal con una fosa poca profunda y un
pequeño fogón adyacente. Este fogón secundario, ubicado en B10 estaba unido al
fogón principal por un enlosado de lajas chatas. Su fosa de 35/40 cms. de
diámetro contenía cenizas, partículas de carbón y numerosas piedrecitas
quemadas y agrietadas por la acción del fuego”. Ibid, p 71-74.
En esta parte de la capa se puede
nuevamente observar el cavado del terreno y la cantidad de piedras quemadas,
además de un calentamiento intenso para su uso. Hasta acá no cabe ninguna duda
que los hombres de Telarmachay utilizaban ya la piedra caliente debido a la
combustión bajo tierra escavada.
En el nivel superior de la capa V las
áreas de combustión estaban ubicadas en los mismos sectores: un pequeño fogón
sin acondicionamiento (simple área redonda de tierra quemada) fue descubierta
al NO en B6. Al NE, una acumulación voluminosa de piedras quemadas rodeaba una
fosa aproximadamente circular y cubría el sector C11 y muy probablemente C12
(sin excavar). Además existía un pequeño fogón-anexo en C10, unido al fogón
principal por un alineamiento de piedras quemadas. Ibid, p 76.
Los trabajos en piedra no varían entre
ambas fases, pero se ve que ello se hacía siempre alrededor de la parte
calcinada o de abrazamiento: Las áreas de actividad técnica son similares en
ambas fases. El trabajo de la piedra se habría efectuado en los alrededores de
la zona de combustión NO, en el interior de la vivienda. Ibid, p 78.
Ingresando a la capa IV, podemos dar
detalles que las construcciones de combustión son mucho más cuidadosas y técnicas, incluso se
hace mención de pircado con piedras pequeñas sobre un cavado circular y
sobrepasando el nivel del suelo, veamos:
“En B7 había un fogón circular con una
fosa cavada en el suelo y muy cuidadosamente enlosada con delgadas lajas, la
hilera superior sobrepasando el nivel del suelo y reforzada por pequeños
bloques de sostenimiento (…) un segundo fogón estaba ubicado en C10-11, en la
zona abrigada y precisamente al pie de la pared construida, y dos lajas de la
pared llevaban incluso huellas de rubefacción [enrojecimiento] por acción térmica. Este fogón estaba
constituido por una fosa de 60 cms. de diámetro y 10/15 cms. de profundidad,
rellena con piedra quemaba de tamaño diverso, a menudo fracturadas in situ
(termofracturas) [fisuramiento debido al calor] y amontonadas sin organización aparente. Se observó sin embargo que
las piedras del fondo eran más voluminosas que las de la superficie. Ibid,
p 79.
Nuevamente se hace mención de fosa cavada
en el suelo y lo más importante: circular. En la segunda fosa llama la atención
el diámetro: 60 cms, y que la pirka de piedra se hace sobre una piedra más
grande para luego sobre ello tejer el pircado con piedras más pequeñas.
Asimismo, en esta capa ya se ve la
utilización del ichu para la combustión aunque no necesariamente para la
utilización del fogón:
“Otras dos estructuras de combustión
fueron descubiertas durante el primer decapado, en los centímetros superiores
de la capa: en A6-7 la presencia de numerosas esquirlas de hueso y fragmentos
de ichu calcinados, en un nicho al pie de la pared rocosa, evidencia repetidas
combustiones, aun cuando no existía ahí un verdadero fogón, sino solamente un
arco poco definido de piedras quemadas alrededor de los residuos carbonizados”.
Ibid,
p 79.
Acá pongamos atención, las mismas
investigadoras reconocen las estructuras construidas y luego derribadas como
una semejanza a la pachamanca de hoy. No
quisimos introducir la palabra pachamanca hasta llegar a este
punto, pero nosotros apostamos que desde el principio mismo de la capa VII se
fueron trenzando las similitudes, semejanzas, acaso una incipiente y burda
construcción de la pachamanca. Al visualizar la lámina ─que las investigadoras
la denominan lámina 9─, se puede apreciar la introducción de la misma:
“Los sectores circundantes hasta B6
estaban cubiertas por pequeñas piedras quemadas y cenizas. La otra estructura
en C8 estaba constituida por una fosa ovalada de 40 X 60 cms. y 15 cms. de
profundidad, rellena con bloques quemados de tamaño diverso, amontonados sin
organización alguna, al igual que la estructura C10-11. Un rasgo notable de
esta estructura de combustión fue la ausencia casi total de cenizas y la
escases de carbón presentes solamente en el fondo de la fosa”. Ibid,
p 79-80.
Es cierto; hoy, al
derribamiento y utilizado la pachamanca solo quedan vestigios de piedras y
cenizas al interior de la fosa, materiales que sirvieron para la
combustión del fogón, calentamiento del horno y piedras aprovechadas quemadas.
En la capa IV desde los primeros momentos
se siguieron acondicionando los fogones. Además en esta capa se sugiere que el
interior de la vivienda era limpiada de manera regular, o en todo caso que acá
no se practicaba actividades que generen desechos, como suele suceder cuando se
trabaja con piedra. Pero al O de la habitación sí parece haber funcionado un
área importante alrededor del fogón B7.
Pero Lavalle y su grupo también sugieren
que en esta capa podría haber estado activo la matanza o carnicería de
animales:
“La zona intermedia oblicua donde se
acumulaban los residuos de fauna también pudo corresponder a una área de
actividad exterior, dedicadas a las tareas de carnicería: las pequeñas
esquirlas óseas no calcinadas, producida sin duda por el machacado de los
huesos, abundan en esta zona, y las herramientas bifaceales (puntas y bifaces)
son proporcionalmente más abundantes, esto podría ser la zona donde se
descuartizaban los animales, y se arrojaban los desperdicios, después de ser
consumidas las materias nutritivas (carne, y también grasa, médula, etc…).
Dichas actividades se habrían efectuado entonces fuera de la vivienda
propiamente dicha”. Ibid, p 82.
Las mismas autoras también desarrollan un
apartado donde especifican a exclusividad los fogones, las técnicas de cocción y calentamiento. En ella, hacen un
análisis muy prolijo de lo que sucedió con los Telarmachay entre las capas
descritas.
Por ejemplo, nos mencionan que durante
cada fase de ocupación, las habitaciones mencionadas encerraban una o varias
áreas de combustión. Se observa que desde la fase más antigua había
diversificaciones progresivas de todos los tipos de fogones y por consiguiente
también diferentes tipos de técnicas empleadas en la misma. Para resaltar es
que en el nivel inferior del periodo VII, los fogones son simples áreas
quemadas sin acondicionamiento o estructura construida y muestra utilizaciones
periódicas o momentáneas. A la culminación del periodo VII, la ocupación humana
es más consecutiva originando la instalación
de un fogón con fosa cavada, lo que da la impresión que fue el momento
donde el hombre de Telarmachay inventa o se ingenia para una mejor elaboración
de sus actividades con los fogones, leamos:
“Cuando termina el periodo VII, la
ocupación un poco más densa origina la instalación de un fogón con fosa cavada,
en la zona E. acumulación de cenizas y carbón se vuelven más importantes”. Ibid,
p 94.
En la actualidad, para construir la
estructura de la pachamanca se tiene que cavar el suelo en forma ovoide o
redonda, el tamaño del diámetro variará de acuerdo al número de comensales;
esto las hay desde los 40 cms. hasta 1 metro, donde el fogón tiene que ser
reforzada con fierros superpuestas entre las piedras para que la cúpula del
horno no se desplome.
Durante el periodo VI la ocupación humana
se vuelve más intensa y de mayor duración, existe un proceso constructivo único
de los fogones, una principal y dos adyacentes a la habitación en la zona E.
Durante este periodo es importante resaltar el llenado de las tres fosas con
las piedras calentadas, haciendo la similitud con el proceso de las pachamancas
de hoy:
“Es evidente la utilización de piedras
quemadas, que llenaban las fosas de los tres fogones (…) parece haber
funcionado después sin interrupción durante toda la ocupación de la capa”. Ibid,
p 94.
En lo que se refiere a las diferentes
formas de fogones desde la capa VII, Lavallée y sus asociadas diferencian dos
modelos netamente clasificadas; a la vez, las menciones de éstas nos llevan a
la similitud de hoy cuando en algunos lugares de la sierra se siguen
utilizando; incluso los pasantes de fiestas, los mayordomos, construyen una
estructura labrada llamada «tullpa», por otra parte, las tres investigadoras
mencionan la palabra pachamanca por segunda vez, haciendo clara evidencia que
los Telarmachay fueron los que dieron origen a este modo de cocción de los
alimentos, leamos lo que dicen:
“En lo que se refiere ahora a las formas
diferentes de los fogones, tenemos dos
tipos distintos a partir del nivel VI: uno generalmente con fosa cavada
pero a veces plano, que funciona ‘abierto’ [tullpa] y en el
cual los alimentos sólidos podían cocinarse directamente al contacto con la
brasa o sobre piedras calentadas; otro de tipo de ‘acumulación de piedras’, que
funcionó probablemente a manera de un horno con bóveda móvil y recuerda los fogones para pachamanca hoy
en día utilizados”. Ibid, p 95.
En pleno siglo XXI las piedras de la
pachamanca muchas veces se trasladan a otras excavaciones para su utilización,
ya que son piedras únicas que soportan la combustión y el calor emanado del
fogón que está a llama viva dentro de la bóveda excavaba en tierra, donde además,
los componentes de la pachamanca se vierten sobre estas piedras calientes la
cuál darán cocción en un tiempo cronometrado.
Este tipo de fogones, por acumulación de
piedras, también estaban presente durante las capas arriba mencionadas:
“En los periodos VI y V, este modo de
cocción ‘estofada’ se habría efectuado en los fogones adyacentes, donde las
piedras eran quizá previamente calentadas. A partir del nivel IV, las dos
estructuras complementarias se unen en una estructura única, mientras que los
fogones con fosa están instalados ahora en una zona diferente a la habitación
(…) es probable que los fogones se utilizaran para actividades técnicas diferentes a la tarea culinaria. Las
piedras de tamaño medio presente en los fogones pudieron también calentar líquidos
contenidos en un recipiente de materia perecedera como cuero, calabaza o
corteza. Otro uso posible es la preparación de las pieles de animales una vez
descarnadas y limpiadas, para volverlas blandas e impermeables”. Ibid,
p 95.
Lavallée y sus socias también hicieron
estudios del modo en que estos fogones ardían. Encontraron elementos
característicos de tres tipos que todos
ellos aún se suelen emplear en las serranías. En San Pedro de Cajas se puede
evidenciar la utilización de excrementos de animales llamadas «taquias» que
proceden de los corrales o llanuras de pasto donde se encuentran los animales, y
por otra; la «ojsha», paja o ichu (stipa ichu), y un tercer elemento sustento para
la combustión del fogón tanto de la tullpa y la pachamanca; la rama de los arbustos
o en todo caso los troncos de los arboles descuartizados llamada leña. Veamos
la mención de las arqueólogas:
“Según los elementos encontrados en los
fogones, se empleaban al menos tres
tipos de combustible. Varios pedazos de carbón de leña corresponden a ramas
de diámetros reducido y a menudo retorcidas, que proceden muy probablemente de
plantas arbusticos de la puna. Por otra parte, matas de ichu carbonizados
evidencian su empleo, especialmente en los fogones tipo pachamanca; el ichu
constituye el combustible más fácil de recolectar en las proximidades del
yacimiento (…) en último lugar, aunque en la excavación no se hallaron restos
de excrementos de animales, estos eran sin lugar a dudas aprovechados,
especialmente a partir del momento en que se podían recoger fácilmente en los
corrales donde se encerraban los animales ya domesticados”. Ibid,
p 96.
Según los estudios de las investigadoras, la
definición de las áreas acondicionadas tanto el espacio de habitación y el área
de combustión, están relativamente muy bien evidenciadas, ya que están
materializadas por estructuras que dan testimonios bien definidos,
frecuentemente construidos y su interpretación global no se presta a mayores
confusiones.
Por otra parte, aun no se puede refrendar cómo
eran descuartizadas las carnes, pero parece confirmar que estas operaciones se
realizaban con utensilios cortantes,
leamos el informe:
“Estas operaciones se realizaban con
instrumentos cortantes de piedra: lasca [fragmento plano y delgado
desprendido de una piedra] de filo vivo
(sin duda la más eficiente) o retocado, raederas y cuchillos, piezas bifaciales
grandes o chicas”. Ibid, p 98.
Luego de estas operaciones los Telarmachay, se aprestaban a
la preparación de conservación de sus alimentos:
“Se efectuaban luego las operaciones de preparación culinaria y eventualmente
de conservación de la carne (…) la
carne preparada podía ser, como lo hemos señalado, asada, estofada o
hervida. Además, cierta cantidad de
carne debía ser conservada, para poder ser transportada a otro lugar, pues
Telarmachay era ocupado solamente de manera estacional. Como la estación de las
lluvias es poco favorable para la preparación del charqui, sugerimos que los
fogones tipo pachamanca pudieron utilizarse también para acecinar carne”. Ibid,
p 98.
¿Los Telarmachay pudieron haber llegado
hasta la poza salada de Cachipuquio cercano a Cajas? Todo parece afirmar, porque
para la preparación del charqui y su debida conservación se necesita sal en
abundancia, claro que pudieron acecinar las presas con humo del fogón, pero no
parece asegurar la conservación de la carne. El fogón de la pachamanca pudiera haber servido para diversas formas de
cocido de la carne, lo más probable es que haya sido una especie de asado,
llamada en Cajas «canca» o «cancacho» como solían hacerlo los antiguos arrieros
de Cajas para sus viajes largos; para el consumo inmediato, lo más probable es
que lo hayan impregnado en las piedras anticipadamente calentadas en el fogón
y, cavada el suelo derribarlo la piedra al hoyo y esperar a que se cosan.
Las materias de los animales se utilizaban
en diversas formas, como:
“La recuperación de las pieles, lana,
tendones y probablemente parte de la víceras. No tenemos evidencia alguna de
una preparación y utilización de la lana en la época pre cerámica, pero en
cambio la preparación de las pieles y cueros está bien evidenciada desde la
primera ocupación, y parece haber constituido una de las principales
actividades de los ocupantes del abrigo durante su permanencia en el lugar”. Ibid,
p 98.
Asimismo las autoras sostienen que todas
las tareas relacionadas con la explotación de las materias animales parecen
haberse efectuado siempre en la parte interior de la habitación o muy cerca de
ella, en el perímetro del espacio doméstico y generalmente cerca de los
fogones.
Por último, sostienen que las evidencias
de una utilización de las materias vegetales en Telarmachay son muy escasas,
pero hacen mención del ichu utilizadas para literas, cobertura o combustible,
pues encontraron números residuos de ichu carbonizadas en los mismos fogones y
cerca a ello.
De igual forma, la misma integrante de la
misión de exploración y estudio de Telarmachay, Michéle Julien, reconoce en un
informe suyo que la pachamanca actual es un paralelo, ─con algunas variantes─ a
un modo de cocción con piedras calientes trabajadas en la época prehistórica
por los Telarmachay:
“Ce mode de cuisson pourrait avoir été
utilisé dés les temps préhistoriques dans la même región, car plusieurs
structure de combustión á accumulation de pierres ont été rencontrées dans l’abri-sousroche
de Telarmachay, occupé depuis le 6o millénaire jusquáu debut de
notre ére”. Julien, Michele (1984: 45).
[Este
método de cocción pudo haber sido utilizado en tiempos prehistóricos en la
misma región, debido a que se encontraron varias combustiones de piedra en el
abrigo de Telarmachay, ocupado desde el
6to milenio hasta el inicio de nuestra era]. (Las traducciones son nuestros].
Julien reconoce que el método de cocción
prehistórico es utilizado hoy en la actualidad por los campesinos de los Andes
peruanos, en sus cosechas de papa donde lo utilizan ─generalizadamente─ en la
pachamanca, dándole una fiesta agrícola y un paisaje único, con aroma de las
hojas secas de la papa que sirven de combustible, leamos:
“Ce mode de cuisson est encore fréquemment
utilisé par les paysans des Andes péruviennes qui y font cuire, le plus
souvent, des pommes de terre, en particulier au cours de la récolete dans les
champs, mais ils y ajoutent, dans les occasions exceptionnelles, de la viande
(lama ou mouton) accompagnée de patates douces et de mais. Ibid.
p 45.
[Este
método de cocción todavía es utilizado con frecuencia por los campesinos de los
Andes peruanos que suelen cocinar particularmente la papa durante las cosechas
en el campo, pero para este caso excepcional agregan carne de (llama o carnero), acompañado de papa, camote y maíz
(humita)].
Por los desechos culinarios se sabe que
los hombres de Telarmachay consumieron carne, sea en los quisos hechas en las
“tullpas”o bien en las piedras apiladas llamadas pachamanca:
“Parmi les hypothéses d’utilisation
posible, celle de la cuisson d’aliments á l’étouffée, el plus particuliérement
dequartiers de viande, est la plus plausible. L’importance déchets culinaires
d’origine animale est en effet si grande á Telarmachay, qu’il faut se poiser la
question de leur traitement culinaire, d’autant que le combustible était auss
rare aux temps préhistórique qu’il est aujourd ‘hui á la même altitude”. Ibid.
p 47-48.
[Entre
las posibles hipótesis de uso en la
cocción de guisos era particularmente la carne la más utilizada. La importancia
de los desechos culinarios de origen animal es tan grande en Telarmachay que
hay que preguntarse sobre su tratamiento culinario, además sobre la combustión
que era tan escaso en la prehistoria como lo es en la actualidad]
Julien, también hace mención de los que
arriba hablábamos, los dos tipos de fogones: una en especie de piedras paradas
de forma vertical que se hacía en zona planas (las tullpas) que ella la
denominó estufa de piedras apiladas; y
la otra, con acumulación de piedras que
funcionaba con horno, bóveda y cavada la tierra (la pachamanca). Mientras que
la primera se hacía en los «hogares» y la segunda en sitios llanos o planos:
“L’ analogie de estructure entre ces
«foyers» et les fours pachamanca, tel qu’on les observe á la fin de leur
utilisation, est souvent frappante, et elle suggêre peut-être, une analogie de
fonction. Puisque ce type de foyer se retrouve dans toute l’êpaisseur des
niveaux d’occupation, on peut raisonnablement imaginer que la tradition qui
s’est perpétudée pendat 6 millénaires dan l’abri est bien la mêeme que celle
que l’on connaît aujourd’hui dans la región”. p
47-48.
[La
analogía de estructuras entre estas «estufas apiladas» (tullpas) y los hornos
de pachamanca, como se observa al final de su uso, es sorprendente y quizá
sugiere una analogía de función, dado que este tipo de instalaciones se
encuentra en todo el espesor de los niveles de ocupación, incluso es razonable
imaginar que la tradición que se hizo 6 milenios atrás en el refugio, es
efectivamente lo mismo que conocemos hoy en día en la región].
Con esta descripción hemos tratado de
explicar la génesis de la pachamanca. Las tres autoras nombradas en este
trabajo son las únicas ─hasta el momento─ quienes sustentan que fueron los
Telarmachay los primeros que trabajaron calentando las piedras, cavando tierras
y utilizando fogones. Está claro, que un momento, no fue el proceso
constructivo de la pirka de piedras
algo prolijo, pero fue la incipiente realización de la misma para la
introducción o interiorización para un modelo a la que hoy se plasma en un
«montón» de tierras llamada pachamanca.
De este trabajo investigado por Lavallée y
su grupo, muchos profesionales se aferraron para sus informaciones, y darle a
los hombres de Telarmachay un lugar primigenio de realización de la pachamanca.
Acá podemos nombrar algunos ejemplos que nos conducirán al objeto que estamos
dilucidando:
En el 2010, hay un trabajo monográfico
para optar el Título Profesional de Licenciado en Antropología, sustentado por Castillo
Posadas, Aurelio José (2010: 9) en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
donde sustenta lo siguiente:
“(…) Otro de los restos arqueológicos
ubicados alrededor de esta época [9000 a. C.] es el de Telarmachay, ubicado cerca del
actual pueblo de San Pedro de Cajas, en Junín. Las primeras etapas de este
asentamiento están fechados también alrededor de los 9000a. C. Aquí existe una
variedad de fogones que al parecer han sido utilizados con fines diversos,
aunque varios de estos estarían asociados con la cocción de los alimentos”.
Más adelante en la página 10 propone el
origen de la pachamanca, aunque asevera que no es el único:
“En Telarmachay vemos una gran variedad de
métodos para la cocción de alimentos, y dentro de éstos se incluye la cocción
bajo la tierra, por lo que se puede proponer una relación entre este
asentamiento y el origen de la pachamanca. Pero debemos tener en cuenta que no
a sido el único sitio donde se han hallado este tipo de restos, a pesar de que
la región donde se ubica Telarmachay sea en la actualidad un lugar donde se
practica con gran intensidad la costumbre de preparar pachamanca”.
Y dentro de su bibliografía Castillo
Posadas menciona a Daniele Lavallée y su obra: Telarmachay, cazadores y
pastores prehistóricos de los Andes, 1995.
En el 2016, de igual manera, encontramos
una tesis sustentada por Delgado Quiroz Nicolás Álvaro, para optar el grado de
Magister en Epistemología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
donde menciona a Telarmachay y hace hincapié de los fogones en la página 135:
“En la cueva de Telarmachay entre los
9,000 – 7,000 a.C se encontró a la taruca (Hippocamelus antisensis, Conepatus
rex) [venado andino y zorrino andino]. En el piso de tierra se identificaron: 2 fogones abiertos con restos
de cenizas y piedras quemadas. (Lavallée et al 1982).
Delgado Quiroz para su bibliografía nombra
a Lavallée, Danielle – Julien Michéle y Wheeler Jane. 1982. “Telarmachay:
niveles pre cerámico de ocupación”. Revista del Museo Nacional. 46: 54-153.
Para concluir, cogemos otra tesis
sustentada por Gonzales Gómez de Agüero, Adrián (2019: 135) para optar el grado
de Magister en Arqueología por la Universidad Católica del Perú, menciona a
Elmo León quién aduce que el asado directo al fuego es a través de la
pachamanca, cita a Lavallée en su
referencia, asimismo alude que
Telarmachay es un primer referente:
“Elmo León, quien realiza una extensa e
interesante revisión de la alimentación en el Perú desde la llegada de los
primeros pobladores, dice que, ‘sin lugar a dudas’ la cocción por excelencia en
el Perú prehispánico parece haber sido el asado o exposición directa al fuego
(…) siendo probablemente la forma más común, la pachamanca. (Leon 2014:550)”.
“En cuanto al registro arqueológico, este
tipo de estructura ha sido encontrado desde cronologías muy tempranas, puesto
que es una forma de cocción que no necesita el uso de cerámica. El primer
referente arqueológico que se tiene de este tipo de cocción está en
telarmachay, en Junín con un fechado de aproximadamente 6200 a.C. (Lavallée
1985)”.
De igual forma, mostraremos dos
fotografías tomadas por Lavallée donde hace una analogía con la pachamanca
actual y lo toma como ejemplo de estructuras de combustión:
PHOTOS Nº 6 ET 7 [Fotos 6 y 7]
“Exemples de structures de combustión
préhistoriques découvertes á Telarmachay (Province de Junín au Pérou). Dans les
deux cas, on observe une cuvette contenant dés blocs entassés (au premier plan
á droite), et de nombreuses pierres conservées á proximité. L’analogie de
structure avec la pachamanca actuelle,
dans son êtat d’abandon, suggere un mode de cuisson comparable (Cliché D.
LAVALLÉE). (photo 6: couche III/IV, foyer C9; photo 7: couche V,
foyer C11)”.
[Ejemplos
de estructura de combustión prehistóricos descubiertos en Telarmachay
(Provincia de Junín). En ambos casos observamos una cavidad que contiene
bloques apilados (en primer plano a la derecha) y numerosas piedras conservadas
en las cercanías. La analogía estructural con la pachamanca actual en su estado
ya derruido, sugiere un método de cocción comparable. (Lavallée. Foto 6: capa III/IV, foco C9; foto
7: capa V, foco C11].
Veamos
otra similitud que en nada difiere una pachamanca de los Telarmachay con la de
la actualidad abandonada solo un año:
NIVEL IV. FOGÓN GRANDE CON ACUMULACIÓN
DE PIEDRAS, A11 EN TELARMACHAY
“Etat
de la pachamanca aprês un abandon d’une annéc. La cuvette est remplie de blocs
plus ou moins verticaux, les autres blocs forment une bordure lâche á
proximité. (Cliche M. Julien)”.
[Estado de la pachamanca
después de un año de abandono, la cavidad se llena con bloques más o menos
verticales, los otros bloques forman un borde suelto cerca].
Como vemos, hay muchos trabajos de
investigación relacionando a los hombres de Telarmachay como los pioneros de la
pachamanca. Arqueólogos, antropólogos, historiadores, escritores, empresas
prestadoras de Turismo y muchos estudiosos de diferentes artes, cuando
mencionan el origen de la pachamanca siempre lo hacen aludiendo al yacimiento
que Lavallée y sus asociadas exploraron, y siempre nombrándolas en sus citas y
referencias bibliográficas.
CULTURA AGROCENTRICA ANDINA
Después de todos estos detalles
arqueológicos no podemos dejar de mencionar lo que la pachamanca significa
dentro de la cosmovisión de los descendientes directos de los Telarmachay: San
Pedro de Cajas.
Como celebración ritual, la pachamanca
está presente en la cosecha de la papa del hombre Sampedrano. Paga el fruto de
la tierra, pero lo hace a través de un ritual que brinda al visitante (turista)
o al runa de la tierra, una forma sutil de hacer el pago a la Pachamama después de lo que llaman una
buena cosecha.
Nosotros conjeturamos que el hombre andino cajeño tuvo un gran manejo cósmico en la que coincidió su calendario con la
cosecha de la papa, o podrían haber cogido de la sociedad inca; y si así fue,
éste estaba asociado a los solsticios y equinoccios; como sabemos, estas
dividían al año en mitades. Los equinoccios de marzo y setiembre marcaban ritos
festivos pero opuestos. Marzo dirigía una gran producción agrícola, mientras que
el segundo estaba relacionado con la fertilidad en honor a la mujer y cuya
fiesta principal era Coya Raymi.
Entre junio y diciembre se presentan los solsticios;
esta, la de junio es la que realmente nos interesa. Para esta parte de América
los astrónomos le llaman Solsticio de Invierno. El 21 de Junio es el día en donde la tierra en
su movimiento de traslación alrededor del sol, ─aquel que da nacimiento a las
estaciones y punto de partida del nuevo año andino─, se encuentra el punto más lejano
entre el sol y la tierra, en nuestro país se da inicio al invierno, la noche
del 21 de Junio. Guamán Poma de Ayala (1534-1616: /247[249]) a este mes le
designó Huacay Cusqui Quilla, era el reconocimiento
a la debilidad de la deidad: el Sol, que al observar su duración de reinado
durante el día; era menor a los que ellos estaban acostumbrados, y que a partir
de ese día su energía calorífica era débil o ausente.
HUACAY QUSQUI QUILLA
|
Los Incas observaron que el Sol no tenía la fuerza necesaria para la época de cultivo y todos esperaban la ansiada cosecha, y en el afán de ayudar al Tayta Inti, salían en una especie de procesión conjuntamente con sus huacas más sagradas y se acompañaban con unas antorchas que hacían de los atados o ramilletes de las ramas secas de la papa, antorcha que en la actualidad los agricultores de Cajas lo utilizan en la combustión de la pachamanca en la cosecha del tubérculo. Esta procesión era hipotéticamente con el fin de ayudar en esa debilidad del sol. Hay que tener en cuenta que la filosofía de los Incas era de vivencia y animista; es decir, que todo tiene vida y todo tiene alma y por lo tanto tiene que alimentarse, de ésta norma se desprende que el Sol también tenía que alimentarse.
Además la religiosidad Andina era equilibrada, o sea cada parte estaba inseparablemente ligada entre sí, constituyéndose la «unidad del todo», así la acción de sus partes repercute en la acción de los demás.
La vida era un jolgorio que nunca acababa, para los pueblos andinos la realidad estaba integrada por tres comunidades interrelacionadas: la naturaleza (sallqa), la comunidad humana (los runas), y la comunidad de los padres (las huacas o deidades), los tres se encontraban en continuo diálogo y reciprocidad, pues este es el modo de ser de la vida, y comparten sus características con toda completitud. Para que haya vida, diálogo y reciprocidad debe de haber igualdad; si se rompe la igualdad la relación se torna asimétrica, se benefician unos y se perjudican otros. De esta lógica humana realizaban ritos de invocación o petición a sus huacas y sallqas para su ayuda.
En el mes de Junio; solsticio de invierno, la tierra se aleja del sol, la humedad y el calor son mínimos y las condiciones para la vida disminuyen. En este momento el liderazgo es asumido por la comunidad humana (runas) y decide entonces en reciprocidad al amor, calor y vitalidad al Tayta Inti (Padre Sol), ofrecerle ritos ceremoniales para su salud y vigor y sobre todo para hacerle saber el cariño y la adhesión que le profesan sus hijos, ésta ceremonia estaba conducido por watya.
En todo el mundo andino; en cada comunidad, los habitantes se agrupaban y elevaban sus antorchas con el único fin de que el Sol reciba el calor que necesita.
La falta de energía calorífica no solo lo
sentía el runa, sino también llegaba a sentirlo la Pachamama o Tierra, y es
así que los hombres cavaban huecos en ella y estos eran llenados con papas,
mashua y oca y otros productos andinos, que con las ramas secas de la papa eran
cocidos y que estos deberían llegar a el Sol conjuntamente con el aswachi o el macerado de la chicha de
jora.
LA OCA, LA MASHUA, PAPA CHAULINA, AMARILLA. ETC.
Nuestra tentativa es que los Incas podrían
haber recibido este legado de otras tribus anterior a ellos: los Telarmachay y
que, con el correr de los siglos encontraron en la pachamanca el rito que les
serviría para llegar a sus divinidades. Como vemos, fueron esos hombres
prehistóricos las que evidenciaron su formación de una técnica incipiente de la
pachamanca. Lo que Danielée Lavallée, Michéle Julien y Jane
Wheeler
consiguieron en Telarmachay, afirma que ya el hombre prehistórico andino usaba
la técnica de asar sus alimentos utilizando piedras calentadas en fogones
cavadas en suelo.
Su propagación podría haber sido rápida,
ya que el hombre en el paleolítico ─como sabemos─ vivían en cuevas naturales,
pero también eran nómades; por tanto, este traslado podría también introducido;
que a donde se dirigían, ya tenían la incipiente noción de coser sus alimentos
y emplear los fogones que las investigadoras testifican. Ya en el Neolítico, si
bien se hicieron sedentarios, pero ya la técnica del fogón se habría
introducido y expandido hacia lugares limitados como alejados.
Pero, prosigamos como es que el Imperio Inca pone todo éste legado en sus manifestaciones.
Las alegorías Incas se encuentran más representadas por el cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala, cuando él dibuja la representación del mes de Junio llamada Huacay Qusqui Quilla. El dibuja cómo la comunidad humana brindaba constantemente desde el 21 de Junio hasta el 31 de Julio el ritual de la chicha ─ bebida sagrada─ para contribuir al fortalecimiento del Tayta Inti. Esta ceremonia real se lleva a cabo en la tierra donde habitamos llamada Kay Pacha que tiene su equivalencia en el fenómeno astronómico del mundo de arriba o Hanan Pacha. Este alimento preparado por Watya debía ser llevado en la madrugada al Sol.
El nombre Pachamanca, sabemos que para los Incas "Pacha" significa universo o casa donde reina el sol y "manka" es olla, por lo tanto Pachamanca es "el alimento del universo".
La pachamanca no solo es un plato común, este nace del afán de demostrar el cariño, la adhesión que tenía el indio con sus padres tutelares, en este caso el Sol, la pachamanca es un plato que combina lo religioso con lo astronómico.
Tal es así, en San Pedro de Cajas en la
época de la cosecha de papa se puede apreciar cientos y cientos de mujeres
andinas atizando su “acumulación de piedras”, llameante y llena de humo brotando un aroma
especial que brinda la hoja y tallos secos de la papa, la población enciende el fogón de la pachamanca con
el convencimiento que la Pacha o tierra se calentará.
EL QORPA QARAY EN LA ACTUALIDAD |
Como vimos, este plato nació en los andes peruanos, en los primeros habitantes de la cueva de Telarmachay, y que luego se difundió por todo el territorio creando diversidad en su modo de preparación, así como agregarle potajes e ingredientes. Además, esta manifestación andina pasó por todo un proceso hasta lograr su aceptación como parte de una cultura, fueron estas las que trajeron a Lima la pachamanca.
Al parecer, la primera masificación de la pachamanca en Lima se dio en la fiesta de San Juan desde mediados del siglo XIX, esta fiesta se celebraba en la pampa de Amancaes, lo que hoy viene a ser parte del distrito del Rímac. A estas fiestas llegaban las familias más importantes de las cercanías de Lima. Esta costumbre como parte de la celebración a San Juan en Amancaes habría durado hasta los años cincuenta. En el siglo XX, la pachamanca fue asumida por la oligarquía peruana durante grandes celebraciones en las haciendas y las empresas mineras que operaban en los Andes centrales. El tren, comunicación directa con la capital, contribuyó al gran flujo comercial que se estableció entre Lima y la sierra central, el valle del Mantaro, de gran importancia en agricultura, y con las ciudades mineras de La Oroya, Cerro de Pasco y Huancavelica. La pachamanca se extendió hacia la costa y con la migración de peones y trabajadores eventuales de la sierra enganchados para la paña del algodón y las cosechas en las haciendas de la costa. En un principio fue rechazada por considerársela una comida de indios, hasta que el General Manuel A. Odría, natural de Tarma, Presidente del Perú entre 1948 y 1956, era un gran aficionado a la pachamanca y la llevó a realizarse como ceremonias y banquetes importantes en palacio de gobierno, acompañándola con la música de la Guardia Republicana. Durante los años 50, en Tarma y el valle del Mantaro, la expansión de la agricultura comercial posibilitó que los grandes hacendados y agricultores de la región hicieran pachamancas con una mayor variedad de productos que se cultivaban en la zona (Castillo Posadas, A. 2010: 57).
En la pachamanca está toda la cosmovisión andina. Las regiones tienen sus variedades en la preparación, pero no encierra en sí la concepción de dar de comer al runa del universo, como lo hacen los campesinos de San Pedro de Cajas.
Hoy en
pleno siglo XXI, en el mes de Junio, al amanecer del 29; la Comunidad Campesina
, descendientes de los Telarmachay, recrean en su Fiesta Patronal de San Pedro,
San Pablo, Corpus Christi y San Antonio de Padua, este legado ancestral con el
nombre de "QORPA QARAY", o
simplemente dar de comer al visitante, al
runa del universo.
Si cogemos
el diccionario de la Academia Mayor de la Lengua Quechua nos describirá:
Qorpa. s.
Visitante, turista. Qaray. v. Ofrecer
alimentos a las personas [runas].
Esta
actividad quizá pudo haber tenido su génesis en el siglo XVI, pero en la década
del cuarenta ─exactamente 1947─, la
Srta. Isabel León Cárdenas, mayordoma de ese año del apóstol San Pedro, gesta o
da nacimiento de una manera más institucionalizada al QORPA QARAY, evento
símbolo de las fiestas patronales en San Pedro de Cajas. Según datos orales por
las propias protagonistas, la Srta. Isabel invitó a todas las solteras de Cajas
para que preparen potajes de pachamanca, resultó todo un acontecimiento que a
la invitación de la mayordoma acudieron más de cincuenta solteras, quienes
portando sus viandas la mañana del día 29 de junio sirvieron ágapes suculentos a
todos los visitantes a la fiesta patronal.
VISTA DE LA SRA. ISABEL LEÓN CÁRDENAS CON ATUENDO CAJEÑA
Desde esa fecha, son las damas sampedranas quienes son las portadoras de
esta expresión ‘apellidado’ el QORPA QARAY, solo que ahora se ha diversificado
y se puede observar platos más variados como el jaka rocro, el puchero,
la papa nativa de Cajas y la infaltable pachamanca. Este
evento ─como tal la concibió León Cárdenas─ es en agradecimiento a la Pachamama
quién ha bendecido a la población de Cajas con una buena cosecha; y en
correspondencia, las damas Sampedranas sirven estos platos que cualquier
visitante o runa del universo quedará
más que orondo y contento.
LOS ARRIEROS EN LA FIESTA PATRONAL DE SAN PEDRO DE CAJAS
Después de la conquista española, este tipo de cocción y ceremonia "pagana" quedó relegado por el proceso de "extirpación de idolatrías". Los conquistadores llegaron con sus costumbres y comidas y trataron de imponerlas, solo en las comunidades más alejadas se mantuvo la tradición.
Es así, que el QORPA QARAY; simboliza en la actualidad, una forma de rendir pleitesía a Watya, que era el nexo entre los dioses y los agricultores, es quien preparaba los alimentos para ser llevado en la madrugada al Sol y alimentarlo. Watya fue quien les enseñó a sembrar los campos, división de los terrenos por turpos, cuidarlos, regarlos, abonarlos y construir los famosos andenes para utilizar plenamente los cerros.
Actualmente la Pachamanca es considerado
como un magnifico plato típico, que todo peruano debe degustar por su delicioso
sabor y su nutritiva consistencia. Incluso la han declarado "Patrimonio
Cultural de la Nación", pero lo que nadie ha reparado es en su origen.
Todos hacen reverencia al plato, pero el Hombre de Telarmachay ha pasado
olvidado, relegado, arrinconado.
Así vendrá, el solsticio de invierno,
vendrá la noche más larga y el día más corto, el Sol se pondrá débil, la tierra
se enfermará. En esa fecha, se prepararán Watyas y pachamancas. Se llenaran de
dinero los bolsillos de los empresarios, pero igual: LOS TELARMACHAY
seguirán olvidados, solo con sus QORPA QARAY atenuarán sus tristezas y
alegrías. Pero…quedaran satisfechos por cumplir con un legado ancestral: DAR DE
COMER AL VISITANTE, AL RUNA DEL UNIVERSO.
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