LA PRIMERA PROMOCIÓN DE POETAS DE TARMA
Por: JOSE A. GAMARRA AMARO
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Ya don
Manuel J. Baquerizo Baldeón (1929-2002), había trasplantado su sentir acerca de
los poetas de Tarma. El papel que desempeñó en la búsqueda de una
identidad nacional, principalmente de la región Junín, fue su tema principal
cuando desarrolló La conciencia de la identidad en la literatura de
costumbres de la sierra central (Centro Cultural José María Arguedas, Lima,
1998). Baquerizo investiga y desarrolla en este ensayo el costumbrismo en
Tarma, narra del problema socioeconómico lleno de altibajos, que termina con la
aparición de un sector medio que imprimió dinamismo a la ciudad, reflejado, por
ejemplo, en la fundación de un comité provincial del Partido Radical de
Gonzales Prada, o en la edición de nuevos periódicos y revistas como La
Nueva Simiente o El Tarmeño. En el ensayo, Baquerizo inserta una
breve biografía del indogermano Adolfo Vienrich, primer recopilador de
literatura quechua y menciona a José Gálvez como su alumno.
Entonces,
no somos los primigenios en escribir sobre las primeras gestaciones de poetas en Tarma, pero sería
bien, leer o releer a Baquerizo para introducirnos en los literatos impulsores
del vanguardismo y el proletariado en la literatura huancaína que fue arraigándose
en las esferas limeñas. Mientras tanto, volvamos a lo nuestro y comencemos a
esbozar en el tema en los que nos fue citado el título*.
Durante el
siglo XIX la poesía en Tarma fue inequívocamente una creación de raigambre
anónima y popular. Sus autores no tenían carácter profesional, o sea, gente con
oficio de poeta. Por lo general, eran hombres que se desempeñaban como
artesanos, arrieros, músicos y periodistas. Podría decirse, entonces, que la
literatura en la provincia no se había convertido en una actividad culta,
especializada, en menester de clerecía. Hasta mediados del novecientos, el
poeta era un individuo indiferenciado del resto de la sociedad. La persona que
quería ser únicamente poeta no gozaba de una buena reputación ni siquiera de
consideración, estaba mal visto en la ciudad. Esto es, al menos, lo que se
puede desprender de un soneto “el incomprendido” de José Gálvez
Barrenechea y de la novela costumbrista “La Llamita de Capia” de
Fortunato Cárdenas.
Poesía era
entonces todo lo que se improvisaba y se cantaba en todas las fiestas de
carnaval, en las actuaciones cívicas y en otras efemérides. La invención
literaria solía expresarse sobre todo en las letras de las mulizas y de los
huaynos. Verso y música nacían y se difundían juntos. Por ello, “en las mulizas
y en los huaynos, con tonalidad y cadencia tan características y propias de
este pueblo”, podemos “apreciar las primeras manifestaciones literarias de
Tarma, muchos de ellos autores anónimos”, según escribe Alejandro Palomino
Vega.
En el
surgimiento y difusión de estos cantos populares, al parecer, tuvo mucho que
ver la presencia de los inmigrantes uruguayos y argentinos. La actividad minera
en Cerro de Pasco había generado, desde fines del siglo XVIII, un intenso
comercio y arrieraje que abarcaba hasta la región del Plata. Con este motivo,
muchos arrieros orientales se avecindaron en Cerro de Pasco y, particularmente
en la villa de Tarma. Ellos, aparte de haber tenido una activa participación en
los hechos políticos y militares de la independencia, ejercieron también una
notable influencia en el plano cultural. Tal es el caso de los Otero (hermanos,
primos y descendientes) que tuvieron una enorme figuración en la época.
En
consecuencia, a partir de los años 50 comienza a producirse una visible
diferenciación entre los compositores populares de mulizas, generalmente
anónimos, y los compositores mas o menos cultos, perfectamente individualizables,
cuyos nombres quedaron registrados en la tradición popular.
La muliza
más antigua de autor conocido data de 1855 y pertenece a Martín Pío Otero. Se
titula “Dulce sueño, ¡hay de mí!” y desarrolla el tema del sino personal:
Dulce sueño, ¡hay de mí!
¡Que descansado es el dormir!
mejor me fuera morir
pues, desgraciado nací.
Desde
entonces, es corriente hallar mulizas de autores identificables, como Mariano
Collao, Tomás Mendizábal, Santiago Rodulfo, Cárlos Legonía, Fortunato Cáceres,
Gustavo Allende Llavería y José Carlos Chirif, entre otros. Y el contenido de
las canciones ya no solamente se refieren al motivo del amor, al lamento del
drama personal u otros ligados a las festividades carnavalescas. Con
frecuencia, tocan igualmente asuntos patrióticos y cívicos. Hay mulizas que
aluden, por ejemplo, a la pérdida de la capitalidad provincial de Tarma, a la
guerra con Chile, a las rivalidades entre Piérola y Cáceres y a los trabajos de
penetración a la selva de Chanchamayo. Estas mulizas nos parecen las más
interesantes, desde una perspectiva histórica, porque reflejan la visión del
entorno cultural y social de la intelectualidad naciente. Reparase en la
siguiente pieza de 1881, fechada en Cerro de Pasco, en la que se ofrece una vivaz
impresión de un episodio de la guerra:
van los chacales del Sur,
ya volverá la ternura,
la limpidez de azur.
Son bayonetas peruanas
fuerte lanzan montoneras,
las que arrojan ufanas
de Chile la horda guerrera.
Huye con temor y duelo
dejando ruinas en pos,
mientras sobre el patrio suelo
ruge del centro la voz.
Y en esta
otra, de 1895, que testimonia el júbilo por la apertura del camino al Pichis,
donde además se hace un cumplido elogio de Joaquín Capelo, su autor:
Férreos brazos tarmeños,
Capelo y su osadía
han develado sueños
que la jungla envolvía.
Como se ha
dicho durante el siglo XIX, no hubo escritores de oficio ni poetas a tiempo
completo. Los autores de muliza eran generalmente miembros no disgregados de la
sociedad provinciana. Un cronista de la época dice que, para la redacción de
las canciones de carnaval, teníase que elegir cada año al compositor entre las
personas que tuviesen disposición y facilidad para la versificación. Con tal
motivo, podría llegarse a descubrir autores con verdadero genio poético.
La
costumbre de componer mulizas para las festividades carnavalescas se ha
mantenido hasta los tiempos más recientes. Pero, solamente como una vertiente
de la cultura, la popular. En mejores épocas, tomaron parte en su colaboración,
sin embargo, poetas cultos y académicos, como José Gálvez (autor de “Aquí
mecieron mi cuna” y “Eres tan linda paisana”) y escritores
proletarios, como Gamaniel Blanco.
La
literatura, propiamente culta y académica, apareció a principios del siglo
pasado, y esto, ocurrió en Tarma, antes que en Jauja y Huancayo. La primera
promoción de poetas y escritores estuvo ligada a la figura de Adolfo Vienrich
(1867-1908). En 1906 Vienrich, junto con Gustavo Allende, fundan la revista Brumas,
donde se revelan los primeros estratos líricos de este movimiento. Cerca de
Vienrich actúan intelectuales, de edades disímiles, integrado por Santiago
Rodulfo León (1861), poeta, músico y dibujante; Fortunato Cárdenas (1888-1949),
poeta y novelista; Erasmo Carpio Romero (1888-1950), maestro, escritor y
folflorista; José Castillo Atencio, músico, artesano y poeta; Manuel Villaizán
Clavería (1890-1931) y José Carlos Chirif (1890-1937), además del citado
Gustavo Allende Llavería (1890-1931). Una de sus figuras más descollantes,
aunque no radicara permanentemente en la ciudad, fue José Gálvez (1885-1957).
Son los primeros autores que publican libros. Antes de ellos, no se conoce
palmariamente otro grupo de significación literaria; y si hubo alguna
inquietud, debió ser un ejercicio muy excepcional y aislado, como lo de aquel
bardo-secretario de alcaldía que describe José Gálvez en el soneto ya aludido o
el personaje excéntrico de la novela de Fortunato Cárdenas.
Para
estudiar el sentido y orientación literaria y cultural de esta primera
promoción de escritores, nada mejor que elegir la obra poética de José Gálvez,
por ser el escritor por excelencia y con creación plenamente lograda. José
Gálvez, dicho sea de paso, nunca fue valorado en relación con el proceso de la
cultura regional del centro. Nacido en Tarma en 1885, vivió solamente una parte
de su infancia en su tierra natal. Pero, más tarde, tuvo una inmensa
experiencia en ella, cuando, luego de retornar de España, ejerció la alcaldía
de la Provincia en 1921. En ese periodo es cuando escribe el libro de poesía La
paz aldeana (1921), inédito hasta 1985, y una novela corta, La boda
(1922).
Don José Gálvez Barrenechea
José Gálvez
es hoy más conocido en la capital como poeta y, sobre todo, como cronista de la
vida limeña colonial y republicana, debido a sus aclamados libros Estampas
limeñas, Una Lima que se va y Las calles de Lima. Pero, en la
década del 20, Gálvez gozaba de mayor ascendencia en la región del centro. Las
asociaciones culturales de los pueblos llevaban su nombre y era, además, el
infaltable prologuista e introductor de los autores nuevos. Esto revelaría no
solamente el reconocimiento a su actividad cívica y literaria sino también la
evidente influencia que debió ejercer en las jóvenes vocaciones. Extraña por lo
mismo que no se le haya estudiado como intérprete de la vida provinciana y
regional, siendo así que José Gálvez, como Abraham Valdelomar, fue el iniciador
(y, además, teorizador) de un peculiar nativismo literario. En posibilidad de
una genuina literatura nacional (1915), su tesis de doctorado, enunció los
postulados de esta nueva literatura, antitética de la literatura de imitación
extranjera que venía practicándose hasta entonces.
José
Gálvez, como reacción a lo opinado por José de la Riva Agüero, proponía la
creación de una literatura propia, diferente a la española y europea. “Ha sido
casi una cuestión de buen gusto entre nosotros desdeñar lo propio”, señala, en
una clara referencia al pensamiento colonial dominante. “Hagamos literatura
nacional —reclama. Inspirémonos en lo propio” (Posibilidad de una genuina
literatura nacional – 06/07/1915. Tesis publicada en la Revista Universitaria,
año X. Vol. II, Lima, 1915).
Gálvez,
además de escritor, poeta y político; fue destacado cultivador de la muliza y amante de los corceles y admirador de los arrieros. Organizaba fastuosos carnavales con los hermanos Oscar, Carlos y Néstor
Arrieta y Barinaga, terratenientes y amigos de los Gálvez desde unas centurias
atrás. Leamos:
EL CABALLO DE PASO
El chalán, que es un negro musculoso y garboso,
se sienta en la enchapada montura de cajón,
destacándose su albo pantalón, primoroso,
sobre la crespa y suave brillantez del pellón.
El potro, dócilmente, gira activo y brioso
con un juego de riendas o un golpe de talón,
y golpes los suelos con aire de matón.
Curva el crinado cuello con viril elegancia,
como si sostuviera su fuerza en su arrogancia
dócil los manejos del vivo amansador
que de gran jipijapa y poncho entre listado,
alborota la calle real, con paso golpeado
del potro que camina como un conquistador.
Es así que
la poesía de Gálvez, fue una manera de transmitir sus emociones y pensamientos,
fue uno de esos grandes hombres que hicieron de un verso el mejor poema. Por ello,
en el Perú, todos los 24 de setiembre se celebra el Día del poeta José Gálvez Barrenechea
en honor a este gran emblema nacional. Un 08 de febrero de 1957 sus ojos se
apagaron estando en el cargo de presidente del Senado de la República, y con
ello terminó las amistades que poseía con Raúl Porras Barrenechea, Víctor
Andrés Belaúnde, Herminio Valdizán, Constantino Carvallo, Baltazar Caravedo,
José de la Riva Agüero, entre otros, y desde ese lejano tiempo fue proclamado
con toda lealtad: El Poeta de la Juventud.
PLENITUD
Sentir que se ha cumplido con el sueño
de ser un hombre, en el concepto justo;
llevar sobre el espíritu un augusto
dolor, que purifique nuestro empeño
Tener para la Vida un don risueño,
aunque el Destino se nos muestre injusto;
para que pueda el ánimo robusto
constantemente renovar su ensueño.
No claudicar en la actitud vencida
para, en complicidades con la Suerte
grabar sobre la arena nuestro nombre.
Ser en la Vida un ejemplar de vida,
¡Y entonces esperar que la Muerte
tenga el orgullo de vencer al hombre.
Este es, en
esencia, lo que podemos desglosar acerca de los primeros poetas de Tarma. Hoy,
siglo XXI, hay ya otros poetas emitiendo sus propias características
—locales, regionales o universales—, cultivando eso sí, en su mayoría, su
raigambre u origen de los pueblos que los vio brotar, "inspirando en lo propio",
como blandía el pensamiento Galvista.
* BAQUERIZO BALDEÓN, M. (1988). Revista Kamaq Maki N° 3, Huancayo, octubre-diciembre, 1988. p. 3-10. [Las notas y poemas finales fueron recopiladas por el autor: Lima, oct. 2015]