jueves, 30 de mayo de 2019

"LA INDEPENDENCIAS DE SAN PEDRO DE CAJAS"


LA INDEPENDENCIA DE SAN PEDRO DE CAJAS

POR: JOSE A. GAMARRA AMARO

GENERAL JOSE DE LA MAR
     El cielo está estrellado y trepidante. Hace un frío polar donde el cuerpo se torna  insoportable a la pesadez de la gélida noche veraniega de la sierra. El viento corre cual galope arremetiendo toscamente la pupila y sonar atronador de un silbido macabro. Cada pisada, cada paso, tanto de jinete y caballo rompen tronador el vidriado hielo acaecido esa noche del amanecer del 6 al 7 de agosto de 1824. No hay ningún alma fisgoneando la oscuridad, solo el relincho triste y lastimero de los bravos corceles que horas antes acabaron con descalabrar a un ejército que por centurias fue imbatible. El ejército del Rey ha caído. Toda la amplia meseta está regada de cuerpos  inertes, pero también hay carne coleando  por el desencadenamiento tanto del frío y del sable. Ciento cuarenta y cuatro cuerpos realistas yacen entre muertos y heridos sobre el helado ichu sangrado de la pampa (45 muertos y 99 heridos). Cuerpos que hace unas horas antes nomás se volcaron veloces y locamente sobre los realistas conformados por argentinos, venezolanos, chilenos, colombianos y peruanos; ahora están exangües bajo el firmamento estrellado del cielo serrano. La peor parte ha llevado la Caballería del Regimiento Húsares del Perú (División Centro de Caballería), tropa conformada por montoneros por cuyas venas fluye sangre autentica heredada del imperio del sol: mestizos, mulatos y caras aceitunadas. Estos montoneros cholos venidos desde Trujillo, Pacasmayo, Chiclayo, de las cuencas del Mantaro, Piura, San Antonio de Rancas, Ayabaca, Ascope, Santigo de Chuco, Cutervo, Hualgayoc, Celendin, Ferreñafe, Sullana, Morropón y Sechura son los que más bajas tuvieron. Doscientos doce aguerridos montoneros de fuerzas incaicas, quienes visten poncho y sombrero gacho de vicuña han comenzado la batalla y de ello diez y siete yacen entre la hierba y el ichu del Chacamarka.


PAMPA DE CHACAMARKA

      Pero antes de seguir. Aún es 6 de agosto, aproximadamente 17.20 de la tarde. El General Andrés de Santa Cruz, Jefe del Estado Mayor del ejército patriota está redactando el parte oficial, donde señala que la batalla duró cuarenta y siete minutos1. El General Guillermo Miller ha enviado una nota escrita a lápiz al General Bolívar, quien se encuentra a dos leguas del Chacamarka  informándole la victoria.

“El general Bolívar, situado al pie de una colina con su estado mayor y acompañado por los generales Santa Cruz y Gamarra habían presenciado el choque y el desbande de su caballería. Dando por perdida la acción se retiró a donde se encontraba la caballería” 2.  

     Bolívar ha llegado al campo de batalla, incrédulo de creer que los patriotas hayan derrotado al temible ejército del rey español. «¡Imposible!» ha sido sus palabras vertidas en el primer momento 3.  

     Luego de algunos intercambios de opinión con el Estado Mayor, General José Faustino Sánchez Carrión, Coronel Tomás de Heres y el General Andrés de Santa Cruz, ordenan al Comandante Mariscal de Campo don José de la Mar, jefe del Batallón de Infantería del Perú que tome la delantera en avance hacia Ayacucho ruteando por Tarma, Huancayo, y Huancavelica. Se une a De la Mar el Coronel argentino Francisco de Paula Otero, quien ya había proclamado la independencia de Tarma el 28 de noviembre de 1820 y ahora es jefe del Batallón de la Guardia N° 1, es él, conocedor de la ruta quien traza el camino a seguir  y sorprender a los realistas quienes están huyendo diseminándose por diferentes direcciones 4. El Comandante General de la Caballería peruana Guillermo Miller por su parte manda a que una parte de los Húsares del Perú venidos del norte también acompañen al Mariscal De la Mar y al Coronel De Paula Otero.

CORONEL F. DE PAULA OTERO
     El Coronel Isidoro Suarez, Jefe del  1er escuadrón de Húsares del Perú, así como el ayudante de campo, natural de San pedro de Lloc, el Mayor José Andrés Rázuri, al promediar a horas 18.50 de la tarde despiden a más de setenta y ocho montoneros quienes han perdido 09 paisanos y que, la centuria desolada colmadas de ichus del Chacamarka las cobijará en su suelo virgen para siempre. La despedida es triste y glamorosa a la vez. El campesino de Rancas, Gerónimo Gora, patriota montonero y experto de la zona; quien sobre los mapas le explicó la noche del 2 de agosto al general Bolívar como hacer la ruta más correcta para sorprender a los realistas 5, es ahora quien recoge los utensilios, los lazos envuelto que cuelgan del sarape, los sombreros de lana de vicuña de los caídos en batalla y le entrega a los viajantes que enrumbaran el ruteo con dirección a Ayacucho 6.

     Bolívar ha resuelto también que la parte gruesa del ejército se dirija al pueblo de Reyes de Chinchaycocha que estaba abandonado por sus habitantes. Ahí redactó el Parte Oficial General de la Batalla, también rindió homenaje al General peruano Mariano Ignacio Necochea por su valentía y arrojo, porque con el Primer Regimiento del Perú flanqueó a los realistas con habilidad y denuedo. Necochea recibió cerca de diez heridas en el combate. Los heridos fueron enviados al Hospital de Pasco. Igualmente, Bolívar le ha aludido al Coronel De la Mar que se encontrarían en Jauja.

     La noche es lóbrega, sombrío por momentos. Todos montan sobre los corceles que pocos minutos antes han sido protagonistas de un glorioso triunfo del ejército patriota, más aún, han sido testigos del grito bienaventurado y divino de Rázuri sobre Suárez quien comunicó a su superior una falsa orden de Bolívar de cargar a la caballería realista y con la cual los Húsares del Perú 1 arremetieron para la victoria final 7. Paula de Otero ha diseñado la ruta. Setenta y ocho están sobre el asiento y cogido del fuste de la cabalgadura de sus jamelgos. Hay siete heridos, de casos no graves. Ya están llegando al hoy paraje de Condorin.

     La noche inspira temor o tristeza a la vez. Que hermoso el cielo serrano, ha salido la luna y es la luz de éste astro que les guía en este momento confuso e incierto, pero a la vez henchido el corazón porque han roto la cadena de cuatro centurias de  servidumbre llamada atrocidades, sacrilegios, esclavitud, penurias y sangre. Cada pisada, cada paso lo hacen avistando a los cuatro lados, por si por ahí se encuentra al asecho el enemigo ibérico. La llanura vasta y larga nunca acaba. El relinchar de los rocinantes es amalgama de exultación y a la vez abatimiento, lobreguez y pesadumbre. El caminar es lento, la opacidad nocturna es benevolente y deja transitar. La marcha es cual peregrinaje donde no se escuchan voces. El Coronel De Paula Otero está a la cabeza de éstos hombres victoriosos, que unos están con vestido de paisano y otros con uniforme de campaña. Casi está amaneciendo y la bruma les acompaña el trayecto. Cada tranco se encuentra con la rigidez del hielo caída la noche anterior. Dejan el camino llano y se encuentran de sorpresa con un panorama cambiante. El astro rey está rayando el poniente. La primera vista les da a lo lejos una pequeña comarca de casas alejadas y circundantes entre sí. La bruma les recibe ondulando el Akllahuay y cercando el Alpis Kancha. Hay un suspiro latente. Ya han pasado al cristalino Chapay Pukio y solo han atinado raudamente visualizar el Cachi Pukio. Han aceptado el destino que es un rango saliente de la actitud de muchos ante la vida. Agobia el hambre y el cansancio. Algunos están escuálidos y abatidos con los músculos conmiserados. También se escucha el quejido de los heridos. En la escarpada descendencia del terreno el cielo está azulado y cual milagro están bajando de trecho en trecho hacia la pequeña aldea que denota humildad en sus amorfas construcciones hechas de champas, piedras techadas de ichu (paja). De Paula Otero, conocedor de la ruta, le ha susurrado a De la Mar que este es el villorio de San Pedro de Cacas y que ahí descansarán y los heridos serán atendidos en lo más que se pueda. “El pueblito tiene un cuartel”*, le dicho a De la Mar y éste a la vez le informa en baja voz y quebrada al Coronel piurano José Ignacio Alvarado que esta sobre un frontino.

     El pueblo de inmediato se ha puesto en alerta, ignoran del triunfo americano. Le han dado aviso al teniente gobernador Pedro Rivas, quien precipitadamente ha volado a la capilla y ha cogido la “matraca” y corre desesperado por la calle haciendo sonar el instrumento rustico de alambre y madera  gritando que el ejército patriota está aquí y que han derrotado al español. Son las 06.30 de la mañana. El sol aún no calienta con firmeza: pero las encumbradas crestas del uchuc llacta de Qaqashmarka (Patamarca) cubiertas de hielo ya han recibido los rayos luminosos de hermosos colores serranos, que reflejan sobre los sables de los soldados, dándoles un aspecto ideal de legiones mesiánicas, el sonido de la “matraca” hace vibrar en el aire sus marciales ecos, inflamado de pecho de aquellos soldados de la libertad.

     Ha llegado a la plaza algo perturbado y jadeante el juez de paz Gregorio Llacza. El campo Juan Orihuela ha abierto las puertas del cuartel que queda al costado de la Intendencia Municipal. El joven juez ha cambiado palabras con el Coronel De Paula Otero quien le confirma la victoria de los patriotas y le da mandatos prolijos y cautos. Llacza no puede contener su alegría por la noticia y lanza su sombrero al aire gritando hurras y vivas, y el pueblo que ya ha colmado la plaza también grita y lloran de alegría cuan niño emocionado. En escasos minutos el pueblo ha conseguido alimentos tanto para humanos y  jamelgos. Doña Leocadia Barreto ha mandado a sus hijos Remigio, Idobesa, Sebastián, Daniel y Carmina León para que atendieran a éstos briosos y bizarros  soldados. De la Mar, al ver tantos indígenas se conmocionó y mandó que también los indígenas Montoneros victoriosos sean presentados al pueblo de Cacas en señal de cortesía y amistad. Se colgó  un pequeño letrero de papel al lado derecho de la puerta del cuartel, y en el momento mismo que prendía la hoja el Coronel Paula de Otero dijo en voz alta:

             “! Pueblo…los enemigos están en pronta retirada,                                                                                                                                                ahora Ustedes son Libres!” 8

     En esos momentos, el pueblo ha pensado en el abuso cruel de los Corregidores que siempre les impuso en sus recaudos tributarios como indios forasteros o mitmaqkunas y como tal ordenaba masacres, asesinatos, amputaciones de pies y manos, heridas curadas con aceite hirviendo y violaciones por no servir al  abusivo obraje de Jauja, a las minas de mercurio de Huancavelica, Potosí y Pasco, por estar exonerados por ser salineros y que de ello hacían atrocidades y vejámenes con la población indígena los encomenderos de turno, de estar exonerados de las mitas y que de esto también hacían abuso los encomenderos del rey, estar relevados por ser salineros y  desobedecer a los curas Franciscanos y que esto pugnaba en constante lucha entre los indios de Cacas con los ricos hacendados religiosos del pueblo de Reyes (Junín)9. Todo este suceso macabro de salvajismo, hostilidades y abusos, mitificado obviamente en pasajes oscuros, se les vino a la mente cuando escucharon las palabras cortantes y tronadoras del argentino.

     Era un manuscrito sencillo escrito a lápiz donde se podía leer:

           “ - Sargento Mayor Gerónimo Garrido del Castillo de Sullana.
-                                     Teniente José María de la Cruz natural de Piura.
-                                     Teniente Segundo Juan Ruiz Villarreal natural de Huamachuco.
-                                     Cabo Bernardo Mogollón natural de Morropón.
-                                     Sargento Manuel Corres natural de Piura.
-                                    Clase Gregorio de la Paz Córdova natural de Ayabaca.
-                                     Clase Tomás Farfán Manzanares natural de Pariñas.
-                                    Soldado Tomas Farfán Mogollón natural de Sechura.
-                                     Soldado Pedro Alvarado Siancas natural de Huaca.
-                                     Soldado Pedro Sandoval Atocha natural de Pacasmayo.
-                                     Soldado Juan Aguilar natural de Piura.
-                                     Soldado Tadeo Herrera Ruíz natural de Puerto Eten.
-                                     Soldado Manuel Jibaja natural de Huancabamba.
-                                     Soldado Ramón Olivos Dioses natural de Ferreñafe.
-                                     Soldado Juan Palacios natural de Piura.
-                                     Soldado José Antonio Peña Flores natural de Amotape.
-                                     Soldado Juan Ramón Crisanto natural de Pimentel.
-                                     Soldado de Caballería José Saldarriaga Huaca natural de Tumán.
-                                     Soldado Hnos. Victoriano y Andrés Cárcamo natural de Paita”10 .

     Los indígenas de Cacas solo atinaban a ver el cartel, pues nadie había asistido a la escuela. Pero el soldado montonero Manuel Jibaja las leyó con voz atronador a los que el pueblo vitoreaba en cada nombre.


MONTONERO NORTEÑO

     Casi toda la mañana del medio día arreglaron las caballerías. Los más revisados eran la parte de las patas tanto el casco y las tejuelas. Algunos atinaban a revisar el corvejón, la babilla, la grupa, algunos tenían herido la pospierna, otros el testuz y otros soldados atinaban a limpiar el espolón y el escarpe, la sincha y la silla.

     A las 16.30 horas salieron del cuartel de Cacas. El pueblo atinaba perplejo a mirarlos, confuso estaban asistiendo a un desencadenamiento de los mayores recuerdos que jamás se verán. Se pusieron en formación frente a la Intendencia Municipal o Casa Consistorial y De la  Mar pasó revista por última vez a sus tropas antes de enrumbar a Tarma. El pueblo entre aplausos y vítores despedían a los patriotas. La población solidario les hizo sus “mirkapas”: chuño, shajta, cancha de maíz, la papa cocida eran la que más sobresalía. Tomaron el rumbo de la hoy calle Tarma y se perdieron cuestas abajo por el Valle de Chakabamba e ingresando al desfiladero de Chaka Pampa. Habían pasado por Cacas con gloria los Grandes de Chacamarka. Honor, recuerdos e inmortalidad a ellos.

Alguien que luchó en esas pampas laureadas de victoria había pronunciado una pequeña proclama en éste pueblito candoroso: “…ahora ustedes son libres”.


SAN PEDRO DE CAJAS ENTRE 1917 / 1949. FIESTA PATRONAL, VÉASE A LOS ARRIEROS



BIBLIOGRAFIA

  1.- Libro del Tcnl (R) ANSCHUTZ, CAMILO (HISTORIA DEL REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLO (1812-1826) TOMO II VOLUMEN 324/PAG 395.
2.- HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE. Paz Soldán. (carta a Miller).
3.- LA EPICA VICTORIA DE JUNIN, LAS HUELLAS DE NUESTROS SUEÑOS. Danilo Sanchez Lihón.
4.- HISTORIA DEL REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLLO. TOMO II VOLUMEN 324/ PAG. 401.
5.- COMISION DEL ARMA DE CABALLERIA  “HUSARES DEL PERU”, Crnel (R) Orstein, Leopoldo.
6.- PROCLAMA DE RANCAS “RECUERDOS”. LOPEZ, MANUEL ANTONIO.
7.- NOTA DEL INVESTIGADOR. Existen documentos que revelan que el Teniente coronel Suárez al ver que no podía ingresar al Chacamarka, solicitó órdenes por estafeta al Gral. La Mar. Este le mandó responder que se repliegue, pues la batalla estaba perdida. Sin embargo, el estafeta, que era el Mayor José Andrés Rázuri (peruano, natural de San Pedro de Lloc) al regresar a su posición de su Escuadrón y observar la situación que se estaba viviendo, le informó: «mi Coronel, el General La Mar ordena que cargue usted de todos modos» por lo que Suárez obedeció de inmediato la orden, ordenando la carga al trompa y llevándose a su Escuadrón al galope, hacia la retaguardia y al flanco norte realista. Se dice que al término del combate, el General La Mar ordenó que se le presente Rázuri, a quien le dijo: «debería Ud. ser fusilado; pero a Ud. se le debe la victoria».
8.- GACETA DEL GOBIERNO. Trujillo 28 de agosto de 1824.- Tomo VI, Nro 27, pag.6. / PROCLAMA DE RANCAS “RECUERDOS”. LOPEZ, MANUEL ANTONIO.
9.- TITULO DE LAS SALINAS. Cuaderno 2, pag. 4/23. ARCHIVOS COMUNIDAD CAMPESINA DE SAN PEDRO DE CAJAS. 1989.
10.- HISTORIA DEL PERU. VIRREYNATO-EMANCIPACION. Vargas Ugarte, Rubén. 1977. Tomo V: 340.

NOTA DEL INVESTIGADOR. Hoy, se puede leer en la Sala Histórica de la Municipalidad Provincial de Piura éstos nombres y más, junto al itinerario o ruta seguida, acompañado de sus biografías y hazañas por la emancipación peruana.

*El 20 de noviembre de 1820 durante la guerra por la independencia que llevaba a cabo el General don José de San Martín, el General Juan Antonio Álvarez de Arenales pasó por San Pedro de Cacas persiguiendo a las tropas realistas en su retirada hacia los andes. Arenales es recibido con júbilo en la Plaza Principal, luego uniéndose algunos sanpedranos al ejército patriota. Luego al promediar 7.30 de la noche ingresaría a Tarma donde lanza el primer grito de la independencia. Arenales refrendó el nombramiento de Gobernador Intendente Político y Militar al Coronel Francisco de Paula Otero, quedando las milicias de Jauja, Tarma y Huancayo a cargo de la Intendencia de Tarma. Motivo por el cual ya De Paula Otero era conocedor de la zona.



FUENTES HISTORIOGRÁFICAS
-      
         AYALA QUEIROLO, VICTOR. – EL AYACUCHO DESCRITO POR MADARIAGA NO ES EL AYACUCHO DE SUCRE – Publicaciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, diciembre de 1994.
-          CRUZ HERRERA, JOSE DE LA – ITINERARIO MORAL Y MILITAR DE JOSE DE SUCRE – Buenos Aires, febrero de 1941.

-          MILLER, GILLERMO – MEMORIAS DEL GENERAL G. MILLER AL SERVICIO DE LA REPUBLICA DEL PERU – Tomo II – Reproducción de la Edición de Londres de 1829. Librería de V. Suárez.

jueves, 7 de marzo de 2019

CONQUISTA ESPAÑOLA: UNA EMPRESA MERCANTIL

CONQUISTA ESPAÑOLA: UNA EMPRESA MERCANTIL
POR: JOSÉ A. GAMARRA AMARO
   

    Las empresas conquistadoras tuvieron un carácter privado. Fueron financiadas por sus participantes, que aportaban con su capital y sus armas.
     Estos “agentes económicos” venían con su casco, con su morrión, sus rodelas, botas, espadas, perros y otras lindezas. Pero también con varios poderes notariales bajo el brazo, cuyo tenor dejó en claro que estaban ante la actividad de los agentes de campo al servicio de sectores comerciales de península ibérica. Semejante enunciado queda claro a luz de los papeles de Coaque, como se conoce a un  conjunto de documentos emitidos por ésta gente cuando acamparon unos meses en un paraje nombrado Coaque y situado bastante más cerca de Panamá que del Perú. Los papeles pertenecen a la así llamada Harkness Collection y se encuentran al presente en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
     Ahí, en Coaque, los hombres de Pizarro permanecieron varios meses, de modo que asentaron papeles y montaron una oficina, por así decirlo. Ocurre que de cada diez papeles, nueve eran poderes. Sí, CARTA PODERES, donde se autorizaba a éstos futuros “hombres de Xajamarca” a representar a firmas comerciales y mercaderes de Panamá, poderes de mercaderes de Santo Domingo, de la Nueva España –como se llama allá a México-  y ciertamente de Sevilla y Cádiz. Poderes, ¿para qué? Para comprar caballos, para llevar piedras preciosas (oro y plata), para poseer esclavos e iniciar labores de minería a gran escala.
     Es decir, estamos ante una suerte de reventón mercantil y quien ve con calma la vida de Lucas Martínez Vegazo (Efraín Trelles Aréstegui-PUCP 2003), verá que ese fue el espíritu generalizado del colonizador. Incluso los trabajos de James Lockhart sobre los españoles que se hallaron en Cajamarca al momento de la captura del Inca revelan que –si bien su jefe Pizarro era analfabeto de padre y de madre- la mayoría de ellos tenían instrucción y mentalidad empresarial.   El Estado español solo no pudo hacer eso, en ese momento pasaba por una economía magra y paupérrima. ¿Se encargó de organizar?, sí. ¿Vigilar y administrar los nuevos territorios? Sí.
     Éste fenómeno fue ocultado por una leyenda negra, que no dudó en presentar  a la hueste de Pizarro como una manga de ignorantes y muertos de hambre. Ignorantes en algunas cosas sí lo fueron, muertos de hambres también, pero que no nos dijeran que eran unos “ratas”, está mal, ¡¡por mi madre!!
     Los conquistadores fueron soldados profesionales. Es verdad que el Inca bajó a Cajamarca con  miles de acompañantes, pero no eran guerreros. Ochenta eran cargadores de su anda, ciento cincuenta músicos, noventa bailarines, doscientos hombres que conformaban el escuadrón que barrían el camino por donde habría de pasar, (Antonio de Herrera, 155 ab 156ª).  A éstos indefensos es el que se enfrentó Pizarro y sus secuaces. No hay duda que el exceso de confianza conspiró contra Atahualpa. Sus reportes de inteligencia lo condujeron a despreciar la capacidad de sus oponentes, a considerarlos casi subhumanos en la mejor escuela del racismo universal.
      El soldado hispano utilizaba como protección un casco de acero, una cota de malla, la adarga, un peto y un espaldar metálico. Como armas ofensivas, el arcabuz, la espada corta y el hacha o maza. El de caballería utilizaba además, una larga lanza o pica de madera con punta de acero.
    Mientras los pueblos originarios no contaban con elementos que protegieran su cuerpo. Portaban la waraca (honda), el champi (porra estrellada), waman champo (porra grande), el cuncacuchuna (especie de hacha); los ayllos o liwi, las lansas chuqui, el winomacana que eran porras de chonta.

    Atención: quien escribe quisiera que de una buena vez terminasen los maniqueísmos en ambos frentes. Es igualmente falso y dañino sostener que los españoles vencieron porque eran seres superiores o retrucar argumentaciones en contrario, señalando que de no haber sido así no podría haber llegado la evangelización. Amén.