LA INDEPENDENCIA DE SAN
PEDRO DE CAJAS
POR: JOSE A. GAMARRA AMARO
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GENERAL JOSE DE LA MAR |
El cielo está
estrellado y trepidante. Hace un frío polar donde el cuerpo se torna insoportable a la pesadez de la gélida noche veraniega
de la sierra. El viento corre cual galope arremetiendo toscamente la pupila y
sonar atronador de un silbido macabro. Cada pisada, cada paso, tanto de jinete
y caballo rompen tronador el vidriado hielo acaecido esa noche del amanecer del
6 al 7 de agosto de 1824. No hay ningún alma fisgoneando la oscuridad, solo el
relincho triste y lastimero de los bravos corceles que horas antes acabaron con
descalabrar a un ejército que por centurias fue imbatible. El ejército del Rey ha
caído. Toda la amplia meseta está regada de cuerpos inertes, pero también hay carne coleando por el desencadenamiento tanto del frío y del
sable. Ciento cuarenta y cuatro cuerpos realistas yacen entre muertos y heridos sobre el helado ichu
sangrado de la pampa (45 muertos y 99 heridos). Cuerpos que hace unas horas antes nomás se volcaron
veloces y locamente sobre los realistas conformados por argentinos,
venezolanos, chilenos, colombianos y peruanos; ahora están exangües bajo el
firmamento estrellado del cielo serrano. La peor parte ha llevado la Caballería
del Regimiento Húsares del Perú (División Centro de Caballería), tropa conformada por montoneros por cuyas
venas fluye sangre autentica heredada del imperio del sol: mestizos, mulatos y caras
aceitunadas. Estos montoneros cholos venidos desde Trujillo, Pacasmayo, Chiclayo,
de las cuencas del Mantaro, Piura, San Antonio de Rancas, Ayabaca, Ascope, Santigo
de Chuco, Cutervo, Hualgayoc, Celendin, Ferreñafe, Sullana, Morropón y Sechura
son los que más bajas tuvieron. Doscientos doce aguerridos montoneros de
fuerzas incaicas, quienes visten poncho y sombrero gacho de vicuña han
comenzado la batalla y de ello diez y siete yacen entre la hierba y
el ichu del Chacamarka.
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PAMPA DE CHACAMARKA |
Pero antes de
seguir. Aún es 6 de agosto, aproximadamente 17.20 de la tarde. El General
Andrés de Santa Cruz, Jefe del Estado Mayor del ejército patriota está
redactando el parte oficial, donde señala que la batalla duró cuarenta y siete minutos1. El General Guillermo Miller ha enviado una nota escrita a
lápiz al General Bolívar, quien se encuentra a dos leguas del Chacamarka informándole la victoria.
“El general Bolívar,
situado al pie de una colina con su estado mayor y acompañado por los generales
Santa Cruz y Gamarra habían presenciado el choque y el desbande de su
caballería. Dando por perdida la acción se retiró a donde se encontraba la
caballería” 2.
Bolívar ha llegado
al campo de batalla, incrédulo de creer que los patriotas hayan derrotado al
temible ejército del rey español. «¡Imposible!» ha sido sus palabras
vertidas en el primer momento 3.
Luego de algunos
intercambios de opinión con el Estado Mayor, General José Faustino Sánchez
Carrión, Coronel Tomás de Heres y el General Andrés de Santa Cruz, ordenan al
Comandante Mariscal de Campo don José de la Mar, jefe del Batallón de Infantería
del Perú que tome la delantera en avance hacia Ayacucho ruteando por Tarma, Huancayo, y
Huancavelica. Se une a De la Mar el Coronel argentino Francisco de Paula Otero,
quien ya había proclamado la independencia de Tarma el 28 de noviembre de 1820
y ahora es jefe del Batallón de la Guardia N° 1, es él, conocedor de la ruta
quien traza el camino a seguir y sorprender
a los realistas quienes están huyendo diseminándose por diferentes direcciones 4. El Comandante General de la Caballería peruana Guillermo
Miller por su parte manda a que una parte de los Húsares del Perú venidos del
norte también acompañen al Mariscal De la Mar y al Coronel De Paula Otero.
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CORONEL F. DE PAULA OTERO |
El Coronel Isidoro
Suarez, Jefe del 1er escuadrón
de Húsares del Perú, así como el ayudante de campo, natural de San pedro de
Lloc, el Mayor José Andrés Rázuri, al promediar a horas 18.50 de la tarde
despiden a más de setenta y ocho montoneros quienes han perdido 09 paisanos y que, la
centuria desolada colmadas de ichus del Chacamarka las cobijará en su suelo
virgen para siempre. La despedida es triste y glamorosa a la vez. El campesino
de Rancas, Gerónimo Gora, patriota montonero y experto de la zona; quien sobre
los mapas le explicó la noche del 2 de agosto al general Bolívar como hacer la ruta más correcta para
sorprender a los realistas 5, es ahora quien recoge los utensilios, los lazos envuelto
que cuelgan del sarape, los sombreros de lana de vicuña de los caídos en
batalla y le entrega a los viajantes que enrumbaran el ruteo con dirección a
Ayacucho 6.
Bolívar ha
resuelto también que la parte gruesa del ejército se dirija al pueblo de Reyes
de Chinchaycocha que estaba abandonado por sus habitantes. Ahí redactó el Parte
Oficial General de la Batalla, también rindió homenaje al General peruano
Mariano Ignacio Necochea por su valentía y arrojo, porque con el Primer Regimiento
del Perú flanqueó a los realistas con habilidad y denuedo. Necochea recibió
cerca de diez heridas en el combate. Los heridos fueron enviados al Hospital de
Pasco. Igualmente, Bolívar le ha aludido al Coronel De la Mar que se
encontrarían en Jauja.
La noche es
lóbrega, sombrío por momentos. Todos montan sobre los corceles que pocos
minutos antes han sido protagonistas de un glorioso triunfo del ejército
patriota, más aún, han sido testigos del grito bienaventurado y divino de Rázuri sobre Suárez quien comunicó a su
superior una falsa orden de Bolívar de cargar a la caballería realista y con la
cual los Húsares del Perú 1 arremetieron para la victoria final 7. Paula de Otero ha diseñado la ruta. Setenta y ocho están sobre el asiento y cogido del fuste de la cabalgadura de sus jamelgos.
Hay siete heridos, de casos no graves. Ya están llegando al hoy paraje
de Condorin.
La noche inspira
temor o tristeza a la vez. Que hermoso el cielo serrano, ha salido la luna y es
la luz de éste astro que les guía en este momento confuso e incierto, pero a la
vez henchido el corazón porque han roto la cadena de cuatro centurias de servidumbre llamada atrocidades, sacrilegios,
esclavitud, penurias y sangre. Cada pisada, cada paso lo hacen avistando a los
cuatro lados, por si por ahí se encuentra al asecho el enemigo ibérico. La
llanura vasta y larga nunca acaba. El relinchar de los rocinantes es amalgama
de exultación y a la vez abatimiento, lobreguez y pesadumbre. El caminar es
lento, la opacidad nocturna es benevolente y deja transitar. La marcha es cual
peregrinaje donde no se escuchan voces. El Coronel De Paula Otero está a la
cabeza de éstos hombres victoriosos, que unos están con vestido de paisano y
otros con uniforme de campaña. Casi está amaneciendo y la bruma les acompaña el
trayecto. Cada tranco se encuentra con la rigidez del hielo caída la noche
anterior. Dejan el camino llano y se encuentran de sorpresa con un panorama
cambiante. El astro rey está rayando el poniente. La primera vista les da a lo
lejos una pequeña comarca de casas alejadas y circundantes entre sí. La bruma
les recibe ondulando el Akllahuay y cercando el Alpis Kancha. Hay un
suspiro latente. Ya han pasado al cristalino Chapay Pukio y solo han atinado raudamente
visualizar el Cachi Pukio. Han aceptado el destino que es un rango saliente de
la actitud de muchos ante la vida. Agobia el hambre y el cansancio. Algunos
están escuálidos y abatidos con los músculos conmiserados. También se escucha
el quejido de los heridos. En la escarpada descendencia del terreno el cielo
está azulado y cual milagro están bajando de trecho en trecho hacia la pequeña
aldea que denota humildad en sus amorfas construcciones hechas de champas, piedras techadas de ichu (paja). De Paula Otero, conocedor
de la ruta, le ha susurrado a De la Mar que este es el villorio de San Pedro de Cacas y que ahí descansarán y los heridos serán atendidos en lo más
que se pueda. “El pueblito tiene un
cuartel”*, le dicho a
De la Mar y éste a la vez le informa en baja voz y quebrada al Coronel piurano
José Ignacio Alvarado que esta sobre un frontino.
El pueblo de inmediato
se ha puesto en alerta, ignoran del triunfo americano. Le han dado aviso al
teniente gobernador Pedro Rivas, quien precipitadamente ha volado a la capilla
y ha cogido la “matraca” y corre desesperado por la calle haciendo sonar el
instrumento rustico de alambre y madera gritando que el ejército patriota está aquí y
que han derrotado al español. Son las 06.30 de la mañana. El sol aún no
calienta con firmeza: pero las encumbradas crestas del uchuc llacta de Qaqashmarka (Patamarca) cubiertas de
hielo ya han recibido los rayos luminosos de hermosos colores serranos, que reflejan
sobre los sables de los soldados, dándoles un aspecto ideal de legiones
mesiánicas, el sonido de la “matraca” hace vibrar en el aire sus marciales
ecos, inflamado de pecho de aquellos soldados de la libertad.
Ha llegado a la
plaza algo perturbado y jadeante el juez de paz Gregorio Llacza. El campo Juan
Orihuela ha abierto las puertas del cuartel que queda al costado de la
Intendencia Municipal. El joven juez ha cambiado palabras con el Coronel De
Paula Otero quien le confirma la victoria de los patriotas y le da mandatos
prolijos y cautos. Llacza no puede contener su alegría por la noticia y lanza
su sombrero al aire gritando hurras y vivas, y el pueblo que ya ha colmado la
plaza también grita y lloran de alegría cuan niño emocionado. En escasos
minutos el pueblo ha conseguido alimentos tanto para humanos y jamelgos. Doña Leocadia Barreto ha mandado a
sus hijos Remigio, Idobesa, Sebastián, Daniel y Carmina León para que
atendieran a éstos briosos y bizarros soldados. De la Mar, al ver tantos indígenas
se conmocionó y mandó que también los indígenas Montoneros victoriosos sean
presentados al pueblo de Cacas en señal de cortesía y amistad. Se colgó un pequeño letrero de papel al lado derecho
de la puerta del cuartel, y en el momento mismo que prendía la hoja el Coronel
Paula de Otero dijo en voz alta:
“! Pueblo…los enemigos están en
pronta retirada, ahora Ustedes son Libres!” 8.
En esos momentos,
el pueblo ha pensado en el abuso cruel de los Corregidores que siempre les impuso
en sus recaudos tributarios como indios forasteros o mitmaqkunas y como tal ordenaba
masacres, asesinatos, amputaciones de pies y manos, heridas curadas con aceite
hirviendo y violaciones por no servir al
abusivo obraje de Jauja, a las minas de mercurio de Huancavelica, Potosí y
Pasco, por estar exonerados por ser salineros y que de ello hacían atrocidades y
vejámenes con la población indígena los encomenderos de turno, de estar exonerados de las
mitas y que de esto también hacían abuso los encomenderos del rey, estar
relevados por ser salineros y desobedecer
a los curas Franciscanos y que esto pugnaba en constante lucha entre los indios
de Cacas con los ricos hacendados religiosos del pueblo de Reyes (Junín)9.
Todo este suceso macabro de salvajismo, hostilidades y abusos, mitificado
obviamente en pasajes oscuros, se les vino a la mente cuando escucharon las
palabras cortantes y tronadoras del argentino.
Era un manuscrito
sencillo escrito a lápiz donde se podía leer:
“ - Sargento Mayor Gerónimo Garrido del
Castillo de Sullana.
- Teniente José María de la Cruz
natural de Piura.
- Teniente Segundo Juan Ruiz Villarreal
natural de Huamachuco.
- Cabo Bernardo Mogollón natural de Morropón.
- Sargento Manuel Corres natural de
Piura.
- Clase Gregorio de la Paz Córdova
natural de Ayabaca.
- Clase Tomás Farfán Manzanares natural
de Pariñas.
- Soldado Tomas Farfán Mogollón natural
de Sechura.
- Soldado Pedro Alvarado Siancas
natural de Huaca.
- Soldado Pedro Sandoval Atocha natural
de Pacasmayo.
- Soldado Juan Aguilar natural de
Piura.
- Soldado Tadeo Herrera Ruíz natural de
Puerto Eten.
- Soldado Manuel Jibaja natural de
Huancabamba.
- Soldado Ramón Olivos Dioses natural
de Ferreñafe.
- Soldado Juan Palacios natural de
Piura.
- Soldado José Antonio Peña Flores
natural de Amotape.
- Soldado Juan Ramón Crisanto natural
de Pimentel.
- Soldado de Caballería José Saldarriaga Huaca natural de Tumán.
- Soldado Hnos. Victoriano y Andrés
Cárcamo natural de Paita”10 .
Los indígenas de
Cacas solo atinaban a ver el cartel, pues nadie había asistido a la escuela.
Pero el soldado montonero Manuel Jibaja las leyó con voz atronador a los que el pueblo vitoreaba
en cada nombre.
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MONTONERO NORTEÑO |
Casi toda la
mañana del medio día arreglaron las caballerías. Los más revisados eran la
parte de las patas tanto el casco y las tejuelas. Algunos atinaban a revisar el
corvejón, la babilla, la grupa, algunos tenían herido la pospierna, otros el
testuz y otros soldados atinaban a limpiar el espolón y el escarpe, la sincha y
la silla.
A las 16.30 horas
salieron del cuartel de Cacas. El pueblo atinaba perplejo a mirarlos, confuso estaban
asistiendo a un desencadenamiento de los mayores recuerdos que jamás se verán.
Se pusieron en formación frente a la Intendencia Municipal o Casa Consistorial y De la Mar pasó revista por última vez a sus tropas antes
de enrumbar a Tarma. El pueblo entre aplausos y vítores despedían a los
patriotas. La población solidario les hizo sus “mirkapas”: chuño, shajta, cancha
de maíz, la papa cocida eran la que más sobresalía. Tomaron el rumbo de la hoy
calle Tarma y se perdieron cuestas abajo por el Valle de Chakabamba e
ingresando al desfiladero de Chaka Pampa. Habían pasado por Cacas con gloria los
Grandes de Chacamarka. Honor, recuerdos e inmortalidad a ellos.
Alguien que luchó en esas pampas laureadas de victoria había
pronunciado una pequeña proclama en éste pueblito candoroso: “…ahora ustedes son libres”.
BIBLIOGRAFIA
1.- Libro del Tcnl (R) ANSCHUTZ,
CAMILO (HISTORIA DEL REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLO (1812-1826) TOMO II
VOLUMEN 324/PAG 395.
2.- HISTORIA DEL PERU
INDEPENDIENTE. Paz Soldán. (carta a Miller).
3.- LA EPICA VICTORIA
DE JUNIN, LAS HUELLAS DE NUESTROS SUEÑOS. Danilo Sanchez Lihón.
4.- HISTORIA DEL
REGIMIENTO DE GRANADEROS A CABALLLO. TOMO II VOLUMEN 324/ PAG. 401.
5.- COMISION DEL ARMA
DE CABALLERIA “HUSARES DEL PERU”, Crnel
(R) Orstein, Leopoldo.
6.- PROCLAMA DE RANCAS
“RECUERDOS”. LOPEZ, MANUEL ANTONIO.
7.- NOTA DEL INVESTIGADOR. Existen documentos que revelan
que el Teniente coronel Suárez al ver que no podía ingresar al Chacamarka,
solicitó órdenes por estafeta al Gral. La Mar. Este le mandó responder que se
repliegue, pues la batalla estaba perdida. Sin embargo, el estafeta, que era el
Mayor José Andrés Rázuri (peruano, natural de San Pedro de Lloc) al regresar a
su posición de su Escuadrón y observar la situación que se estaba viviendo, le
informó: «mi Coronel, el General La Mar ordena que cargue usted de todos modos»
por lo que Suárez obedeció de inmediato la orden, ordenando la carga al trompa
y llevándose a su Escuadrón al galope, hacia la retaguardia y al flanco norte
realista. Se dice que al término del combate, el General La Mar ordenó que se
le presente Rázuri, a quien le dijo: «debería Ud. ser fusilado; pero a Ud. se
le debe la victoria».
8.- GACETA DEL
GOBIERNO. Trujillo 28 de agosto de 1824.- Tomo VI, Nro 27, pag.6. / PROCLAMA DE
RANCAS “RECUERDOS”. LOPEZ, MANUEL ANTONIO.
9.- TITULO DE LAS
SALINAS. Cuaderno 2, pag. 4/23. ARCHIVOS COMUNIDAD CAMPESINA DE SAN PEDRO DE
CAJAS. 1989.
10.- HISTORIA DEL PERU. VIRREYNATO-EMANCIPACION. Vargas Ugarte, Rubén. 1977. Tomo V: 340.
NOTA DEL INVESTIGADOR. Hoy, se puede leer en la Sala
Histórica de la Municipalidad Provincial de Piura éstos nombres y más, junto al
itinerario o ruta seguida, acompañado de sus biografías y hazañas por la
emancipación peruana.
*El 20 de noviembre de 1820 durante la guerra por la independencia que
llevaba a cabo el General don José de San Martín, el General Juan Antonio
Álvarez de Arenales pasó por San Pedro de Cacas persiguiendo a las tropas
realistas en su retirada hacia los andes. Arenales es recibido con júbilo en la
Plaza Principal, luego uniéndose algunos sanpedranos al ejército patriota.
Luego al promediar 7.30 de la noche ingresaría a Tarma donde lanza el primer
grito de la independencia. Arenales refrendó el nombramiento de Gobernador
Intendente Político y Militar al Coronel Francisco de Paula Otero, quedando las
milicias de Jauja, Tarma y Huancayo a cargo de la Intendencia de Tarma. Motivo
por el cual ya De Paula Otero era conocedor de la zona.
FUENTES HISTORIOGRÁFICAS
-
AYALA
QUEIROLO, VICTOR. – EL AYACUCHO DESCRITO
POR MADARIAGA NO ES EL AYACUCHO DE
SUCRE – Publicaciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, diciembre de
1994.
-
CRUZ
HERRERA, JOSE DE LA – ITINERARIO MORAL Y
MILITAR DE JOSE DE SUCRE – Buenos Aires, febrero de 1941.
-
MILLER,
GILLERMO – MEMORIAS DEL GENERAL G.
MILLER AL SERVICIO DE LA REPUBLICA
DEL PERU – Tomo II – Reproducción de la Edición de Londres de 1829.
Librería de V. Suárez.