LAS
CASTAS Y LAS CLASES SOCIALES DE LOS SIGLOS XVI – XX EN CACAS
JOSE
A. GAMARRA AMARO
UNMSM
CONTEXTO HISTÓRICO
El fenómeno mitma-originarios constituye
prodigios excepcionales, y fueron determinados por factores históricos igualmente
excepcionales. Cacas no fue una isla en el Perú antiguo, desde luego, lo que
pasó en un determinado lugar incaico, debió también de suceder en algún lugar
del Tahuantinsuyu.
El desplazamiento de los mitimaes, grupos
familiares y sociales en diferentes dimensiones, y su movimiento para que
poblasen espacios determinados y estratégicos de un territorio en crecimiento,
eran estrategias centrales en el origen del Estado inca. Esta política
específica de reasentamiento poblacional dio lugar a que su área de influencia pudiera
extenderse rápidamente. Los mitimaes eran tan fundamentales que, a partir de esta
institución, se puede comprender no sólo el origen sino también los mecanismos del
Estado inca.
Una política de reasentamiento adecuada y
específicamente planificada, a lo largo de las conquistas de cada uno de los
soberanos incas, dio lugar a la rápida expansión del área de influencia y a un
dominio efectivo para que el inca fuera el Estado más extenso de la América
prehispánica. En el momento de la llegada de los conquistadores españoles, a
principios del siglo XVI, en su territorio vivían aproximadamente 13 millones
de personas. En ese entonces, el Estado inca, Cusco era como su centro político
y religioso. Los incas llamaban a su
conjunto político Tawantinsuyu, que significa dominio cuádruple o cuatro partes (suyu) unidas entre sí. Utilizando aproximadamente
los puntos cardinales, Chinchaysuyu se encontraba al norte, Andesuyu
en las tierras bajas amazónicas, Condesuyu en el oeste en el Pacífico y Collasuyu
al sur.
El vasto grupo de los mitimaes,
registrado por estudios etnohistóricos, representa una institución central del
Estado inca. El método más importante de los incas para consolidar su dominio
en los nuevos territorios conquistados consistía en el reasentamiento de gran
parte de la población, de acuerdo con ciertos principios.
Por un lado, algunos grupos fueron
reasentados desde el Cusco, asentamiento original de los incas, a los
territorios conquistados, con el fin de ejercer control militar y político; sin
embargo, expulsaban de distintas maneras a la población local a la que
reasentaban, perdiendo de esta manera sus derechos de propiedad y usufructo de la tierra. Por otro lado, poblaciones que se
habían opuesto a la conquista y eran consideradas “rebeldes”, fueron castigadas
con reasentamientos. Los llevaron o bien al país original de los incas o a
otras regiones, donde su potencial insurgente también fue refrenado (Santillana,
2012: 27). En tercer lugar, territorios y ayllus poco poblados fueron
desarrollados con la ayuda de mitimaes, ─caso Cacas─ con el fin de satisfacer
la demanda creciente de los soberanos incas en un espacio que se extendía cada
vez más. Finalmente, los grupos de población que se caracterizaban por
conocimientos especiales en los ámbitos de la economía redistributiva (platería,
textiles, cerámica) y resultaban fundamentales para los incas fueron
trasladados a regiones relativamente accesibles y equipadas con los
correspondientes recursos. En las investigaciones de los historiadores, los
mitimaes son una de las categorías más importantes de la organización social
inca. Son mencionadas en relación con los especialistas (camayoc), los criados
dependientes (yana) y las “mujeres elegidas” (aqllakuna) de los soberanos
incas. Sin embargo, en la literatura, hay opiniones diversas sobre las posibles
relaciones entre estas categorías de trabajadores. Mientras que Lorandi y
Rodríguez (2003: 138) ponen a los mitimaes en relación con los yana, Wachtel
(1982: 213) ve más bien una relación entre los reasentados y las personas
obligadas a la prestación rotativa (mitayoq). Sin embargo, se subraya en
general que no existe ninguna línea divisoria clara entre las categorías, sino
que pueden superponerse (Rowe, 1982). Las categorías mencionadas no denotan
clases o grupos sociales. Los criterios de su diferenciación son mucho más diversos
y podían incluso ser paralelos a la jerarquía social: los mitimaes tenían su
origen social tanto en la nobleza como en la población de las comunidades
rurales (Santillana, 2012: 27). Los grupos se pueden diferenciar por sus respectivas
formas de dependencia del soberano inca, o bien de la élite, así como por sus
servicios laborales específicos o no específicos. En segundo lugar, se
diferencian por la forma de integración social o de parentesco en el ayllu, la
comunidad rural y unidad básica de la organización social y política en los
Andes.
DESARROLLO
TEMÁTICO
Luego de la política de reasentamiento
planificado de los pueblos impuesta por Túpac Yupanqui, Cacas quedó conformado
poblacionalmente por mitmas e indios originarios. De lo que los autóctonos
estaban acostumbrados a la explotación de la sal, ─aunque con luchas internas con
sus vecinos los Taramas y los Chinchaycochas—, se vieron sorpresivamente
revolucionados por un nuevo sistema de explotación por indios foráneos traídas
exclusivamente para dicho fin, extranjeros que poseían cierta particularidad,
la de saber un oficio, los cachicamayoc.
Por tanto, los originarios fueron desplazados por los mitmas, teniendo estos un
control en la administración de Cachipuquio:
“Los camayoc eran
especialistas en áreas tan diversas como la fabricación textil, la tintorería,
la producción cerámica, la extracción y el procesamiento de metales, la
refinación de piedra y también en otros sectores de la producción, como la
pesca, salinas, agricultura y pastoreo” (Noack, Karoline. 2018: 28)
¿De dónde procederían los mitmas de Cacas?
Según los relatos de los cronistas, los huancas no querían verse sometido al
incario. Para tal fin, Pachacutec mandó a mitmas procedentes de diferentes
lugares para espiar a los huancas, Pumbos y Taramas, de las cuales estos mitmas
se esparcieron por los lugares citados. Es en esos precisos momentos cuando los
mitmas se podrían haber hecho presentes en Cachipuquio:
“los wankas que no aceptaban
ser sometidos [por los incas] se sublevan constantemente, generándose escaramuzas, por lo que
Pachacutec ordenó trasladar a grupos de Mitimaes (Yauyos) para frenar la
rebeldía wanka. El control [que ejercieron] de estos grupos no solo era militar sino también social, laboral y
trajeron consigo sus costumbres y modos de vida que lo implantaron” (Egoavil,
Aroldo. 2012: 131).
Estos mitma Yauyos llegaron con sus
costumbres, entre ellos el baile del Auquish y Chacuash danza, baile
costumbrista que aún perdura en San Pedro de Cajas que trataremos cortésmente
más adelante.
Por otro lado, De la Puente Luna (2007: 110-112),
asevera que, en valle del Mantaro, al firme establecimiento de la política de
corregimiento de los Andes, demandaba la reubicación de los pueblos dispersos
en nuevos asentamientos. Es así como, a las primeras fundaciones de reducciones
o pueblo de indios que se tradujo entre 1560 y 1570, los repartimientos
correspondían a los grupos de mitimaes quienes procedían prioritariamente de
Chaclla (Yauyos), Huarochirí, Mangos, Laraos y Mama. Esto nos evidencia lo que
Egoavil transcribe que los mitma-yauyos estuvieron ya reubicados desde hace un
siglo atrás por toda la región del Chinchaysuyu.
Transcurrido los años, siglos que pasaban
inexorablemente, autóctonos y mitimaes sobrevivieron sujetos a la colonia,
ambos; abocados a la explotación de la sal, nada más la sal, ¿por qué? Según
los archivos, estaban exceptuados a ser sometidos de otras obligaciones del
imperio y esta prerrogativa les duró hasta casi la culminación de la colonia:
“Por esta razón a estos
Forasteros Mitimaes Salineros, se les exceptuo de otras obligaciones impartidas
para los Indios del Imperio. Este privilegio, fue respetado y amparado por las
autoridades de la conquista y en especial casi por todos los virreyes del Perú.
‘No debiendo hacer servicios personales ni Mitas’ como los indios del Reino del
Perú, por las razones ya explicadas, tan solo deberían pagar tributo, destinado
para la iglesia” Papel de las Salinas Folio 43. CCSPC.
Ambas parcialidades ─mitmas y originarios─
supieron conllevar su linaje como un solo ente. Tenía que ser así, los segundos
tuvieron que camuflar su origen para no ser conducidos a los obrajes, pagar
menos tasas tributarias ni hacer utilidad a la mita, por tanto; los indios
originarios de Cacas se vieron beneficiados
con la presencia de los forasteros, quienes se lamentaban del pago de sus
tributos. Espinoza Soriano (1984) coge una declaración compungida de Francisco
Collao y Miranda1 donde
declara lo siguiente:
“Los forasteros o mitmas
salineros de Cacas, por su lado, continuamente se lamentaban por el ágo de su
tributos, ya que pese a ser forasteros y trabajar en la elaboración de la sal
para el provecho de varios pueblos, se les compelía a entregar tasas tan altas
como si fueran originarios” (Espinoza Soriano, W. 1984: 213).
En el caso de los Cacas, es muy peculiar,
que no coincide casi con la mayoría de los pueblos antiguos estudiados.
Mientras que, en los restos de ayllus, los originarios desempeñaban roles
importantes y controlaban los estamentos comunales, en Cacas los mitmas fueron
las que protagonizaron ampliamente la historia, por tal, este contraste lo
encontramos en Cunow (1933), cuando dice: “los mitmaccuna como extranjeros,
separados de la comunidad de la tribu y, por los tanto, no participaban de los
derechos que tenían los indígenas”.
La división entre estos dos estratos
estuvo latente desde la misma política de reordenamiento ejecutada por Pachacútec.
No tenemos información de los que estamos sosteniendo, pero parece irrefutable y
extraño, que los indios originarios se hayan contentado con la sujeción de los
mitmas salineros y con el arrebatamiento de Cachipuquio.
Los mitmas sacaron demasiada ventaja con
su advenimiento. Los originarios se sometieron blandamente que al correr de los
años se distanciaron pantomímicamente, seguían conviviendo con el silencioso
enemigo, para no verse enredado en el salvaje obraje:
“Los colonos vigilaban a los
indígenas que se mostraban hostiles, quienes como es natural, los miraban con
desconfianza, considerándolos como intrusos. No era pues posible una acción
conjunta de ambos elementos” (Cunow, H. 1933:79).
Mientras los extranjeros una y otra vez
declaraban a viva voz ser mitmas o forasteros, los originarios callaban de su
linaje. En 1763, don Vicente Calderón, curaca principal del repartimiento de
Tarma, acerca de los mitimaes de Cacas decía:
“Me consta como a cacique que
soy de ellos, que los dichos indios se han tenido reputado por indios
forasteros, mitmas y salineros y no por indios originarios, en cuya
constitución han estado desde la fundación de su pueblo” (Espinoza
Soriano, W. 1984: 213).
Incluso los indios originarios le
reconocían como forasteros a los mitmas, dejando a entender claramente que en
Cacas existían dos parcialidades netamente definidas. Leamos el testimonio del
cura Nicolás de la Puente, clérigo presbítero del arzobispado de Reyes, hechas
el 21 de diciembre de 1763 en alusión si conocía a los indios de Cacas:
“A la primera pregunta dijo
que ha el espacio de 60 años que conoce a los indios de Cacas. Y saue que son
tenidos y cono.//cidos por forasteros con el nombre de indios mitmas; que así
lo llaman también los indios originarios”.
Los Cacas, al reconocer a los mitmas como
integrantes de un mundo aparte, evidencian la existencia de estratificación, lo
cual es un hecho que se manifiesta en todo el Perú antiguo.
Los casos escritos en líneas anteriores
remiten en realidad, al complejo problema de categoría de indio originario e
indios mitmas, pone sobre el tapete la discusión acerca de la necesidad de
entenderlos como grupos sociales definidos no en términos raciales sino a
partir de su grado de aculturación y
de su capacidad de intermediación. Saber cómo es que sincronizaban sus
creencias, costumbres, sus intereses particulares al momento de clasificar, por
ejemplo; a sus santos patrones. Recientemente Juan Carlos Estenssoro (2003:
142-143, 375) ha insistido en que el término indio tenía en sí mismo una connotación religiosa: la del no
cristiano.
En el caso de Cacas, se ha insistido en
que la evangelización llegó tempranamente, más o menos de 1560 para adelante.
Además, se sabe qué; paralelo a la edificación de la capilla de Cacas estaba
las advocaciones de Santa Catalina y San Pedro, ambos pozos llamados así por
las mismas cofradías existente en Qaqashmarca.
En
esto trasluce que los mitmas se hicieron propietarios de la advocación a Santa
Catalina, por ser salineros; quienes estaban supeditadas a crear su propia
patrona por ser gremios de un determinado grupo artesanal. (Martínez Domínguez,
H. 1977: 46-50)2.
¿Con qué advocación podrían haberse
quedado los indios originarios de Cacas? La movilidad social es posible solo en
grupo, por tanto; les quedaba asirse al nombre de la otra poza y no pensaron
más: San Pedro quedó advocado a los originarios. Ambas parcialidades con sus
patrones, al lado de los doctrineros, empezaron, seguramente, a conmemorar cada
cual en su día festivo. El 25 de noviembre, ─día santoral de Santa Catalina─
quedó para la recordación de la primera poza por los mitmas y el 29 de junio,
día de San Pedro; para los indios originarios.
Mas adelante, el complejo vaivén de castas
llegaría ─inexorablemente─ también a Cacas, y con ello, una nueva identidad:
los mestizos. Si bien, la estratificación social en el virreinato peruano se
conformaba con una sociedad jerarquizada, esta estuvo regimentada por tres
principios sociales divisionales, a saber: a). El estamental, b). El de castas
y c). El de clases sociales. ¿Cacas a cuál de estas sociedades divisionales se
atribuiría? Arguedas dice que los indios
se quejaban de las costumbres de los mitmas convertidos en mestizos. Desde este
punto diferenciado estamos hablando, ¿acaso de castas? Incluso estaba el
prejuicio hacia el indio:
“El más arraigado prejuicio
oral hacia el indio se encuentra en el grupo de los mestizos, y el temor de ser
indios es frecuentemente, la característica más saltante” (Mangin,
Willian P. 1955: 182).
Un caso especial: descifrando el apellido
tenemos al compungido Francisco de Collao y Miranda, subrepticiamente afirmando
ser mitma, cuando el apellido de Miranda lo delata de ser mestizo. O el otro
caso de don Roque Asunción Corillaxa3,
llevando el apellido de Asunción en alusión a la Virgen María la cual tiene
escudos de armas en Sevilla.
Entre los siglos XVIII al XIX seguramente
hubo dos organizaciones sociales diferentes cada una dirigida por sus líderes.
Pero, según documentos, fueron los mestizos quienes tenían un control completo
en la administración del pueblo, sin tierras de pan sembrar ni pastos para la
crianza de ganado. Nada se sabe de los originarios, de tal manera Espinoza
Soriano se pregunta, al igual que nosotros: ¿qué sucedió con los indios
originarios de Cacas, que por derecho tenían que gozar de mayor privilegio que
los extranjeros? Esta situación bastante extraña, autoexcluyó a los autóctonos
en la organización y desarrollo político de Cacas. Dicho de otra manera: ¿se
había resuelto el conflicto asolapado entre ambos? Nos parece que no. El
progresivo sojuzgamiento de los indios por los mestizos y al mismo tiempo su
asimilación con sus pares traería algunos hábitos comunitarios como el uso de
la coca y sus creencias religiosas.
Todo parece indicar fehacientemente que en
Cacas rápidamente las organizaciones religiosas hicieron buen trabajo. Para la
mitad del siglo XIX, los residentes del pueblo eran católicos. Sin embargo, la
cofradía más antigua ya había fenecido, es el caso de Santa Catalina, patrona
de los salineros y, por ende, de los mitmas. La fiesta de la cofradía de San
Pedro (El Auquish), que estaba en manos de los indios originarios perduró y
siempre era apadrinada con misas y participación de sus cofrades. Al igual sucedió
con Corpus Christi que no tuvo cofradía por ser directamente personalizada por
la Iglesia Católica.
La diferencia de vestimenta entre indios y
mestizos era bien pronunciada, pero seguramente los indios empezaron a vestirse
como los mestizos. Aprendieron el castellano y empezaron a olvidar el quechua.
No tuvieron que renegar, en apariencia o realmente, de sus costumbres
indígenas. Por el contrario, empezaron a asimilar nuevos instrumentos tomados
de la cultura occidental.
Con el correr de los años, el indio
originario de Cacas conservó su estatus gracias a la presencia del pescador.
A partir de esta parte, buscamos
reencausar la vivencia histórica y de análisis del lector, entorpecida por años
con las versiones fantasiosas de nuestro pasado, para que de esta manera la
comprensión de nuestro pretérito por el presente y viceversa resulte suficiente
para dar vida a nuestra propia identidad.
La religión y los clubes sociales muchas veces
fueron protagonistas o bien en la estratificación social o en la desintegración
social. Estratificación que se llevó disimuladamente para crear un falso
protagonismo de superioridad enmarcado en lo iluso que solo así el individuo se
vería posicionado como de uno de la alta sociedad.
En la actualidad, parecería que los
estratos se han ramificado a diversas manifestaciones como fiestas patronales y
fiestas de navidad. Se puede distinguir, por ejemplo, la mayordomía del Auquish
Patrón San Pedro a veces queda vacío y relegada, dicen: es para la gente pobre. O el caso de San José, llamándola Primero y
Segundo, haciendo que ambas queden separadas por motivos de animadversión
disfrazada de fe.
Al final, diremos que indio y mestizo se
fusionaron. Posiblemente se tenga más mestizos que indios en Cajas. Y para
nosotros los propósitos es considerar que al momento se consolidó solo los
mestizos como único grupo. Pueda que, en un estudio más detallado sobre las
clases sociales, podría considerarse ciertos subgrupos dentro de los mestizos.
Los valores sociales de algunos miembros del grupo están claramente orientados
hacia los valores criollos; otros son muy conservadores y rechazan la idea y
acciones modernas. Todos, sin embargo, tienen un conocimiento de la cultura
nacional y participan en diversos niveles y formas.
Algunos Cajeños son bilingües, hablan
castellano y quechua. La quechua lengua aprendida en el hogar, por movilidad
individual, usualmente no es mencionado, lo hablan lo menos posible. No
obstante, a pesar de estos puntos contradictorios, el mecanismo de cohesión
social, de integración por asimilación y diferenciación, se obtuvo resultados
para crear una institucionalidad social.
La sociedad cajeña se organizó dentro
de un dominio comunal. En la consecución de tal fin se dio vida a un movimiento
social que concluyó en su composición tantos ciertos principios de
cooperativismo. El ayni y la minka estaban presentes, pero ni los mismos
integrantes tenían noción de este legado que sus antepasados habían cobijado
del imperio, pero; implícitamente la forma social de ayuda mutua, la faena, se reflejaba en el ayni. El
mecanismo de este control comunitario resultó aparentemente no mirar ni pedir a
las arcas gubernamentales ni obedecer a una exclusiva programación estatal ni
político. El cooperativismo dio frutos y eso, encajó, asimiló, se sincretizó
una casta entre indios y mestizos, aunque la clase emergente, sí; estaba
dispuesta a ampliar su estatus, no por obra y gracia del Espíritu Santo, sino por
sus propios sudores y embarrándose los zapatos. Con la llegada del ferrocarril,
estos emergentes, acrecentaron sus negocios, pero; la arriería también seguía
siendo sus medios de bonanza. Así, en este viejo sistema, la familia que estaba
adscrita a este tipo de clase tendría también los estatus de ser educado, algo
más rico que la mayoría, ocupar un cargo político dentro del pueblo.
En cierto sentido, entre los decenios de
los treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX, las características señaladas
fueron visible a pensar en dos extremos: los indios o gente de vida pobre
y los mestizos o buenas familias, y después aquellas que se clasificaban entre las
dos.
Obviamente con tal tipo de movimiento
social se logró imponer la estratificación aludida y se consiguió una cotidiana
dinámica integradora que tomó cuerpo de un modo aparentemente de vida
mancomunada, compartida entre dirigentes y dirigidos. Por medio de esta
integración e instrumentando elementos desintegradores, pero a la vez, reivindicativos
y progresistas, se indujo al establecimiento de separarse a fines de la década
de 1920 del distrito de Palcamayo. De la vida desestabilizadora que
acostumbraba el distrito capital, a un mundo servil y prepotente, esa casta;
arriba mencionada más los indios, se empeñaron en luchar hasta conseguir que
Cacas fuera distrito. Esta epopeya fue quizá, otro de los auspiciadores para
que la diferenciación de clases se vea fusionado por un solo fin. Se trató de
un cabal proceso de fusión de culturas, que no habría sido posible, como no lo
fue con otros pueblos, si las castas y culturas coetáneas hubieran estado
divididas por irreductibles conceptos de superioridad y por la práctica de
costumbres sustancialmente diferentes. En Cajas, el mestizo es producto de
fusión y no de fuga, no adolece por lo mismo, de los trágicos caracteres
psicológicos del individuo desajustado, en constante e insoluble búsqueda de
patrones de conducta. Cerca de sí mismos y por ello definidos ante la
naturaleza, ciertamente eran hombres de razón. Las pulsaciones, los
sentimientos, las pasiones bullían en su interior orbitando sus vidas. Las
relaciones señorial – serviles llevadas en Cachipuquio no los había convertido
en hombres de afección impura. No diferenciados de la naturaleza, y llenadas
sus personas con los “yo” ajenos, la vida corporativa, mejor dicho; de
cooperativismo, era para sus vidas un elemento imprescindible, pues ella
constituía un mundo particular que llenaba y alimentaba su pueril egocentrismo,
puesto que cada uno sentía el mundo como una extensión de sí, utilizable por lo
mismo a discreción y sometido cuando así conviniera, a su sentencia
finiquitadora.
Al interior de este caracterizado sistema
de relaciones sociales ─el cooperativismo y las faenas─ se obtuvo la integración
dominante-dominados aplicándose simultáneamente los principios de asimilación y
de diferenciación sociales.
La asimilación puso en funciones tres reglas
sociales: la de mancomunidad, la de ordenación, y la de promoción y
contemporización. La primera hacía referencia a una altruista comunidad de
intereses que resultaban por cierto trascendente para mejorar su situación real
y con ello lograr un bienestar social y de positiva participación. La segunda
regla destacaba lo necesario de la jerarquización, subrayando para tal
convencimiento que la detentación de valores espirituales y materiales era
señal ineludible de la natural superioridad y una muestra palpable de vivir
agraciado con un don providencial. La tercera regla estaba llamada a mantener
viva la aspiración a mejorar, o a despertar dicha expectativa cuando la pobreza
las hubiera adormecido. Pero lo más corriente en este tramo fue la engañosa
escala de ascenso social que en los hechos solo significó dudoso remonte de
prestigio (crear otro Patrón del pueblo
cuando ya la tenía, copar cofradías alimentando ser hermético y gradualista,
crear equipos sociales y deportivos con fines de discriminación social), quizá
estos eventos fueron y serán, hasta el final de los siglos, uno de los más abiertos principios de
diferenciación social ideada para subrayar la distinción de acaso, familias y
allegados, pero; que al final del infierno, fueron poquísimos las que
aglutinaron este costal.
A pesar de ello, como resultado de la
asimilación y diferenciación social, se obtuvo una cohesión, donde los
superiores y los inferiores se hallaron simbióticamente integrados. La relación
personal entre ellos establecida era como ya se explicó, la expresión de una
convivencia en entorno a estás bellas organizaciones que Dios mandó como
bendición al pueblo de Cajas: comunero,
cooperativista, faenero y de las capacidades individuales, y la causa de
una conciencia social no patológica
ni acomplejada. La cohesión social de Cacas y Cajas, con sus principios, tuvo
plena operatividad porque se desenvolvió sobre una infraestructura
institucional. La convivencia fue organizada a través de organizaciones de
aproximación físico-espiritual que tendieron a resaltar la mancomunidad de
intereses y hasta la vigencia general de una vida compartida como era el caso,
de esas tres organizaciones que mencionamos líneas arriba.
En general y para concluir, a través de
los años de cambio de castas y clases, los criterios observables por los cuales
se podían distinguir un indio de un mestizo han desaparecido. La mayor
diferenciación existe ahora en la participación social y en las actitudes
concomitantes. En apariencia, las diferencias entre pobres y ricos ahora
parecen ser mayores entre los educados y las sin educación; los elementos
culturales generales que pueden ser atribuidos a una clase pueden también
atribuirse a la otra. La misma participación social, que ofrece la diferencial
más importante, está sujeta a variación y en constante movilidad. Si en alguna
fase de la cultura del pueblo puede decirse que está el núcleo del sistema de
clases, es en las actitudes que acompañan la participación.
COLOFON
El
ORIGEN DEL AUQUISH O CHACUASH DANZA
CONTEXTO:
“En tiempos muy antiguos
existió un huaca llamado Yanamca Tutañamca. Después de estos huacas, hubo otra
huaca de nombre Huallallo Carhuincho. Esta huaca venció. Cuando ya tuvo poder,
ordenó al hombre que solo tuviera dos hijos. A uno de ellos lo devoraba, al
otro, al que por amor escogieran sus padres, lo dejaba que viviera. Y desde
entonces, cuando moría la gente, revivían a los cinco días, y del mismo modo,
las cementeras maduraban a los cinco días de haber sido sembradas.
(…) Tiempo después apareció
otra huaca que llevaba el nombre de Pariacaca. Entonces, él, a los hombres de
todas partes los arrojó. En aquel tiempo existió un huaca llamado Cuniraya,
existió entonces. Pero no sabemos biensi Cuniraya fue antes o después de
Pariacaca, o si ese Cuniraya existió al mismo tiempo o junto con Viracocha, el
creador del hombre (…) por esa razón hemos de escribir de las cosas que
ocurrieron antes que él (Cuniraya) existiera junto con los sucesos de
Pariacaca.
(…) Cuando ya Pariacaca tomó
figura humana y hubo crecido, se hizo grande, empezó a buscar a su enemigo. El
nombre de su enemigo era Huallallo Carhuincho, devorador de hombres.
Cuando ya Pariacaca tomó ya la
figura humana, cuando era ya hombre grande, se dirigió hacia el Pariacaca de
arriba, al sitio que habitaba Huallallo Carhuincho. En ese tiempo, en una
estrecha quebrada que había muy debajo de Huarochirí, existía un pueblo yunca:
se llamaba Huayquihuasa.
(…) Al mismo tiempo, el tal
llamado Pariacaca, subió hasta una montaña que está en la parte más alta de
Huarochirí.
(…) Entonces, Pariacaca,
lanzando rayos y, también sus cinco hermanos, lanzando rayos penetrantes,
derrumbaron, dicen, el principio e hicieron temblar a Huallallo. Este, luego,
luego hizo salir una inmensa serpiente de dos cabezas, llamado Amaru: “Ha de espantar
a Pariacaca”, dijo. Pariacaca, viendo a la gran serpiente, hizo un baston de
oro y con él punzó en el centro del lomo a la bestia. El Amaru se enfrió y se
convirtió en piedra.
(…) Ya hemos hablado de la
existencia de Huallallo Carhuincho, pero no hemos dicho nada de como vivió y
construyó su pueblo. En tiempos antiguos, él habitó en el llamado Pariacaca de
arriba. Cómo estuvo allí, exactamente no lo sabemos, ni en qué sitio. Ahora se
entiende que fue en la laguna llamada Mullococha. Porque, cuando Huallallo se
convirtió en fuego llameante para luchar con Pariacaca, Pariacaca lo venció he
hizo de aquella zona una laguna, que ahora se llama Mullococha.
(…) Ya hemos concluido de
hablar de las hazañas que en todas partes hizo pero no hemos dicho nada de la
vida de Huallalllo Carhuincho después que Pariacaca lo sentenció. Cuando
Huallalllo, de vencedor, cayó vencido y huyó, fue sentenciado por Pariacaca a
comer perros, por haber sido antes devorador de hombres. También ordenó que los
huancas lo adoraran; y, como su dios comía perros, también los huancas le
ofrendaban estos animales y ellos mismos se alimentaban de perros. Y es esa la
razón de por qué hasta ahora a los huancas los llamamos comeperros.
(…)
Este Pariacaca, apenas empezó a vencer en la parte alta, y donde quiera que lo
hizo, inmediatamente habitó esa tierra; también dio órdenes para ser adorado,
señaló como debía adorársele. En todos los pueblos impuso las mismas formas de
la adoración que decimos. Así era: todos los que somos como un solo hijo
(ayllu, linaje o familia), escogía a uno y a ese le ordenaba, a él, a solas:
“Tu recordando mi vida, siguiéndola, celebrarás cada año una pascua”. Los
nombres de los elegidos era Huacasa. “Estos Huacasas cantaran y bailaran tres
veces en el año cargando coca en saco muy grande”(dijo Pariacaca). Para elegir
a estos antiguos (auquis) Huacacas, los hombres (actuales) hacen (harán)
una prueba.
(…) Todo cuanto hemos relatado
de la adoración a Pariacaca en los cerros, comenzó desde la llegada o aparición
de los Huiracochas (españoles) pues, desde entonces simulkaron ser algo como
piedras (…)
Arrojado
del cerro Caquicoya, Huallallo se metió en una profunda quebrada de
Cachiyacahuayqui, tampoco allí podía esconderse, luego escaló a la cumbre del
nevado Pumarauca y desde allí lanzó flechas, que Pariacaca las rompía según
llegaba, ya sin fuerza, vencido, Huallallo Carhuincho huyó a la zona de los
Antis, pero Pariacaca le persiguió con la ayuda de toda de toda la gente de las
diferentes comarcas, hasta que se perdió y luego delegó a su hermano Pariacarco
para que se quedase en ese lugar de vigía por si acaso intentara regresar
Huallallo.
Continuó
su lucha, esta vez contra los grupos armados dirigida por la mujer de Huallallo
Carhuincho, llamada Mamañamca que se encontraba viviendo en la parte baja de
Mama (Rimac), esta lucha resultó ser muy difícil para Pariacaca sus hermanos e
hijos, porque la mujer se defendía con todas las armas, hasta que llegó a herir
a uno de los hijos de Pariacaca llamado Chuquihuampo rompiéndole la pierna.
Vencida Mamañamca huyó hacia el mar, entonces el valeroso hijo aún quebrada sus
piernas, decidió quedarse en ese lugar vigilante ante el posible regreso de la
mujer. Pariaca ordenó a todos los pueblos de ese sector que asistieran a su
hijo por toda la vida con abundante coca y todo lo que él necesitara.
Estas
familias comandadas por Pariacaca, llegaron a estas tierras acompañadas de
otros grupos, pero unidas por las mismas costumbres y creencias, es por eso que
en las diferentes narraciones con otros nombres para designarlos como: Yaros,
Yauyos y Llacuash, unidas bajo su divinidad, el rayo, que además tenía otros
nombres: Libiac, Cancharco, Yanaraman, Illapa y Huayllay.
Esta
llegada marca históricamente la aparición de los Yauyos en estos territorios,
ocupando las comarcas donde Huallallo Carhuincho comandaba, es decir las
provincias actuales de Yauyos y Huarochirí; mientras los Yaros ocuparon la que
hoy es Canta, sierra de Huaral y Huaura, Oyon, Cajatambo, parte de Pasco y
Huánuco. Mientras los Llacuaces ocuparon la que es hoy las estepas andinas más
altas de Yauyos, todo Yauli, departamentos de Junín y Cerro de Pasco, estos
Llacuaces eran expertos en la crianza de auquénidos.
(Arguedas, José M.
1966: 21, 23, 47, 49, 57).
“DIOSES Y HOMBRES DE HUAROCHIRI”
NARRACIÓN QUECHUA
RECOGIDA POR FRANCISCO DE AVILA [¿1598?]
TRADUCCION: JOSE MARIA ARGUEDAS
ESTUDIO BIBLIOGRAFICO: PIERRE DUVIOLS
* * *
* * * * * * * * * * *
La cita nos narra que fue Pariacaca quién
instituyó la danza del Auquish llamado Huacasca, además él instituyó el modo en
que debían de adorarle. Esta danza del Auquisma, en otros lugares es llamado
Auquismi, en otros el Auquis o Auquish, traducido es: El Viejo.
Esta danza, a Cacas debió llegar con los
mitmas que fueron transportados de Yauyos para la extracción de la sal, pues
ellos venían con sus costumbres tal como asevera Aroldo Egoavil. Él nos dice
que era la única forma de tener control militar y social.
En un estudio prolijo, Egoavil encontró
mucha similitud con la danza del Auquish en lugares donde se había hecho
presente los mitmas de Yauyos. Elabora un cuadro comparativo de apellidos,
costumbres, comidas, indumentarias, dialectos de las cuales encuentra
semejanzas muy marcadas:
“Analizando, encontramos
siempre todos estos lugares poblados por descendientes de yauyinos, Yaros y
Llacuaces. En Pasco, los lugares citados están ocupados por llacuaces y Yaros,
en los Reyes, Carhuamayo y Chacamarca tierra de los llacuaces, en Tarma,
también tierra de los llacuaces,, porque los tarumas estaban más en las
quebradas junto al río Tarma; en Jauja tenemos Chacapalpa tierra de llacuaces,
en Yauyos y Huarochirí y Tomás tierra de los Yauyos; en Chupaca, Apahuay, Cachi
y Comsac tierra de los llacuaces y en Moya de igual forma de los llacuaces” (
Egoavil, E. 2012: 120).
Esta nota fortifica la hipótesis de José
de la Puente Luna, quién sustenta que la mayor parte de los mitmas de Jauja
procedían de Yauyos. Además, Egoavil amplía que las descendencias de Pasco,
Reyes (Junín), Tarma y Huarochirí estarían en los Yaros y Llacuaces. La
diseminación de estos mitmas, hicieron que en Cacas también hicieran su
presencia. Cacas era ayllu que pertenecía a Reyes al igual que Chacamarca,
entonces desde luego; la cercanía y sobre todo la división política, hizo que
los salineros estuvieran abordados también por los Yauyos, claro; también
estaban los mitmas regionales y otras traídas por Pachacutec y Yupanqui.
En los diversos lugares donde se baila la
danza de los Auquish ha sufrido variaciones, la intromisión de la cultura
hispana en tiempos de la colonia hizo que esta danza se viera expulsada de los
indios, pero; se sabe que, a escondidas, oculto entre la noche se danzaba.
Hasta que en la república ya fue más abierta y libre para ofrendar al Niño que
nació en Belén (Kiko Gil Astete y Jesús Pedro de la Cruz – Aquisito Nomás.
Tradiciones - costumbres – folklore. 2005). Aunque había en los pueblos donde
los españoles las dejaban danzar, pero; adorando al Niño, caso que seguramente
pasó con los Auquish de Cacas.
La danza sigue manteniendo su esencia
originaria, las variaciones se ven en la vestimenta, pero; los accesorios que
llevan los danzantes la tienen todos sin falta, excepto la sonaja ahora
fabricada de chapas de botella, es intromisión realizada al comenzar la
república.
En principio, los Auquish bajaban de un
cerro, en reconocimiento a Pariacaca, propiciador de las lluvias, para después
llegar a los pueblos y asistir a las iglesias para no ser perseguido ni
castigados por los españoles. En la mano llevaban una sonaja (de origen
cristiano) que simbolizaba el sonido de los rayos con que lucharon Pariacaca y
Huallallo Carhuincho, y en la otra una especie de culebra (el Amaru), el cayado
era hecha de queñual de unos dos metros que simbolizaba la culebra que
Huallallo soltó para matar y Pariacaca; a la punta del cayado iba como una
especie de melena hecha de tira de trapo que significaba la caída de las
lluvias en plena lucha entre estas dos huacas.
Cinco o seis músicos entonaban la canción
del Auquish. Las tonalidades que interpretaban variaban según el momento:
pasacalle, escaramuza y adoración. Su coreografía en un principio estaba
conformada solo por varones de mayor edad de la población, los más Auquish, que
conformaban una pandilla de dos filas, cada una de ellas guiadas por un
principal quién dirigía los pasos y los movimientos que debían realizarse y
generalmente iba acompañada de una anciana, una Chacuash. Con el tiempo, se vio
en diferentes lugares la variación de la coreografía, a mediados del siglo XIX,
las Chacuash ya eran en igual número que los Auquish.
El pasacalle consistía en el paso que
empleaban durante su traslado por las calles o cuando estaban buscando un
emplazamiento, siempre con giros a la derecha y a la izquierda.
La escaramuza se tomaba en un lugar
emplazado en un espacio amplio o en una plaza. El guía inicia orientando los
números que debe imitarle los restos, con dos vueltas a la derecha y dos a la
izquierda, finalizando con la vuelta del cóndor y la vuelta de amaru.
Recopilamos algunos pasos o escenas que
nos brinda Aroldo Eguavil:
§ Licanacuy:
la miradita o tomando como espejo al compañero. Se miran.
§ Huallanacuy:
abrazarse.
§ Gayanacuy:
llamarse.
§ Cumsanacuy:
§ Shahuanacuy:
el cargarse alternadamente.
§ Saytanacuy:
el patearse con el pie derecho e izquierdo.
§ Siquinacuy:
toparse con las posaderas.
§ Chaqui
ucuy: toparse con los pies alternadamente.
§ Huascapishay:
pisada de la soga.
§ Curcush:
jorobarse.
§ Chaquimuyuy: dar vueltas con los pies en alto.
§ Estrella
con miradas.
§ Estrella
de codos:
§ Estrella
de manos:
§ Estrellas
de pies:
§ Amaru
muyuy: la vuelta de la culebra.
§ Kuntur
muyuy: la vuelta del condor.
La adoración es el momento donde los Auquish
y las Chacuash llegan a adorar al dios Pariacaca (hoy al Niño Jesús), todos con
el sombrero de paja sobre las espaldas, uno a uno se acerca y le ofrecen sus
presentes, para recibir en pago, una copita de chicha o aguardiente. Terminado
el acto de los danzantes, invitan a bailar a los asistentes que ellos eligen
mediante el ofrecimiento de sus sonajas.
La vestimenta de la danza ha variado
rotundamente. Cada región ha creado su propia indumentaria, pero; lo que no ha
cambiado es el uso de los pantalones hechas de bayeta con colores llamativos,
los sacos de cordellate se han modificado con telas y los sombreros de paja que
ha perdurado al tiempo al igual que la bufanda.
Es así que esta danza del Auquish pre
incaica vivió al correr de los siglos, el Huacón, el Jerga Kumo, el huaylash,
el llamish y la cachua ─que son contemporáneos al Auquish─ aún se practican en
las diferentes regiones.
Con este esbozo quisimos proponer que a la
llegada de los mitmas de Yauyos a Cacas para la extracción de la sal de
Cachipuquio, la danza de los Auquish también hizo su arribo.
He aquí algunos apellidos de origen de los
mitmas Yauyos que se oyen y que, en Cajas, Tarma, Junín, Palcamayo y Acobamba,
se pueden comprobar:
APELLIDO
|
SIGNIFICADO
|
Achihuaman
|
Alcón
luminoso
|
Anchirayco
|
Apenado,
aflijido
|
Asto
|
Rojo
|
Astucuri
|
Dorado
|
Cajahuaringa
|
Inca
de zona helada
|
Carhuavilca
|
Amarillo
sagrado
|
Casachagua
|
Espina
cruda
|
Chagua
|
Crudo
|
Chihuan
|
Planta
floral
|
Collachagua
|
|
Curi
|
Oro
|
Huaraca
|
Honda
|
Huaringa
|
Jefe
Huari
|
Inga
|
Inca
|
Ingaroca
|
|
Llacsa
|
Fundidor
|
Llocllachi
|
El
que produce haycos
|
Macavilca
|
Maca
sagrada
|
Paucar
|
Parihuana
|
Paucarpura
|
Epoca
del paucar
|
Paucarchuco
|
Gorro
de parihuana
|
Pucuhuaranka
|
Mil
bateas
|
Quincho
|
Picaflor
|
Quinto
|
Coca
esotérica
|
Ticse
|
Señor
|
Yupanqui
|
Contador
|
Fuente:
Egoavil, Orondo.
1. Español
residente en el pueblo de San Pedro de Cacas, a la mitad del Siglo XVIII
2. El
párrafo precedente es apartado del texto original de una investigación en
desarrollo por el Grupo de Investigaciones Históricos - Sociales (GIHS) de San Pedro de Cajas. Es
un adelanto de investigación que próximamente presentará dicha institución. En
el trabajo en mención, tratan de explicar la permanencia de ciertas costumbres
dentro de las asociaciones religiosas denominadas cofradías, asociaciones que
han conservado su existencia desde el siglo XVI.
Al ir
adentrando con la investigación, el equipo del GIHS encontró que muchas de las
fiestas religiosas de los pueblos, parroquias, conventos, hospitales e iglesias
habían sido patrocinadas desde la Colonia por cofradías, lo que motivó la
curiosidad por el estudio. Actualmente son pocas las fiestas religiosas de los
santos patronos de los pueblos que conservan su espíritu primero, y pocos son
—por no decirlos nulos— los fieles enterados de este enlace o concatenación
religiosa, sin embargo, la “cofradía” continúa formando parte de la vida
religiosa del pueblo, claro está, tergiversado o encubierto de grupos
profesando una fe fingida o fraudulenta.
3.
Segunda Persona del pueblo de San Pedro de Pampas de Cacas. Mitad del Siglo
XVIII.
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