¿PORQUÉ EL NOMBRE DE LEÓN XIV?
POR: JOSE A. GAMARRA AMARO
El papa León XIV que fue elegido el 8 de mayo, en el primer encuentro que tuvo con los cardenales miembros del Colegio cardenalicio el día 10 —dos días después—, cuando los recibió en audiencia, les explicó del por qué había tomado el nombre de León XIV. Como antesala señaló y recordó que uno de los motivos principales era la encíclica Rerum Novarum publicada el 15 de mayo 1891 por León XIII,
El papa León XIII fue el
256° papa de la Iglesia Católica, y gobernó desde 1878 hasta 1903. Su nombre de
bautismo era Gioacchino Vincenzo
Raffaele Luigi Pecci, su pontificado fue de veinticinco años de duración.
Nacido
en Carpineto Romano, cerca de Roma, fue el sexto de los siete hijos
del conde Ludovico Pecci y su esposa Anna Prosperi Buzzi. Sus
hermanos fueron Giuseppe y Giovanni Battista Pecci. Su familia pertenecía a la
pequeña nobleza rural, perteneciendo su madre a la Orden Tercera de
San Francisco de Asís, orden en la que él acabaría ingresando en 1872, después
de haber sido obispo y cardenal.
Rerum novarum (del
latín: «De las cosas nuevas» o «De los cambios políticos») es la trigésima
octava encíclica del papa León XIII y la
primera encíclica social de la Iglesia católica. Fue publicada
por el papa el viernes 15 de mayo de 1891 con el título de Conditione
Opificum («Sobre la situación de los obreros»), aunque se
la denomina por sus dos primeras palabras. Fue una carta abierta dirigida a
todos los obispos y catedráticos, que versaba sobre las condiciones de las
clases trabajadoras. En ella, el papa dejaba patente su apoyo al derecho
laboral de «formar uniones o sindicatos», pero también se reafirmaba en su
apoyo al derecho de la propiedad privada. Además, discutía sobre las
relaciones entre el gobierno, las empresas, los trabajadores y la Iglesia,
proponiendo una organización socioeconómica que más tarde se llamaría distributismo.
Aun cuando se ha debatido
sobre sus posiciones o declaraciones particulares de León XIII, es claro que
este trabajo fue notable como resumen de muchos asuntos planteados por
la Revolución Industrial, por el creciente movimiento obrero y
las sociedades democráticas modernas. Con esta encíclica la Iglesia pretendió,
entre otras cosas, paralizar la «descristianización» de las masas trabajadoras,
en un período en el cual la credibilidad de la Iglesia se veía disminuida
debido a que los sectores populares de la cristiandad e incluso del clero, se
inclinaban por las ideas revolucionarias o que las soluciones vendrían de las
acciones conjuntas de la Iglesia, del estado, el patrón y los trabajadores,
pues, la teoría que proponía Karl Marx —una teoría crítica de la sociedad
capitalista y una visión alternativa de la historia—, poco a poco estaba
ingresando a la sociedad y carcomiéndola. Si la propuesta central de Marx
fue el materialismo histórico, que postula que la historia humana es una
historia de luchas de clases, y que la sociedad capitalista está destinada a
ser reemplazada por una sociedad comunista, ésta, marcó los principios para
buscar la justicia social en la economía y la industria mediante la
encíclica.
No obstante, también se acepta
generalmente que la encíclica Rerum Novarum es la carta de
fundación de la democracia cristiana y una pieza clave de
la doctrina social de la Iglesia.
La condición de terciario
franciscano de León XIII fue fundamental de cara a la filosofía
franciscana de la encíclica.
El papa León XIII señalaba que
los orígenes y características de la crisis social que atravesaba Europa era
debido a las causas de abandono de la fe:
“Disueltos
en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que
viniera a llenar su vacío, desentendiéndose las instituciones públicas y las leyes
de la religión de nuestros antepasados, el tiempo fue insensiblemente
entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los
empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores”. Encíclica Rerum
Novarum, núm.1891.
Y frente a la defensa de
propiedad de ideas socialistas la Iglesia señaló:
“Para
remedio de este mal, los socialistas, después de excitar en los pobres el odio
a los ricos, pretenden que es preciso acabar con la propiedad privada y
sustituirla con la colectiva, en que los bienes de cada uno sean comunes a
todos, atendiendo a su conservación y distribución los que rigen el Municipio o
tienen el gobierno general del Estado.
Con
este pasar los bienes de las manos de los particulares a las de la comunidad, y
repartir luego esos mismos bienes y sus utilidades con igualdad perfecta entre
los ciudadanos, creen que podrán curar la enfermedad presente, Pero tan lejos
está este procedimiento suyo de poder dirimir la cuestión, que antes perjudica
a los obreros mismos; y es, además, grandemente injusto, porque hace fuerza a
los que legítimamente poseen, pervierte los deberes del Estado e introduce una
completa confusión entre los ciudadanos”. Op. cit.
Y frente a la Defensa de la
propiedad privada:
“Por
ser el hombre el único animal dotado de inteligencia, hay que concederle
necesariamente la facultad, no sólo de usar las cosas presentes, como los demás
animales, sino de poseerlas también con derecho estable y perpetuo”. Op.
Cit.
Sostenía que la propiedad
privada era un «derecho natural», dentro de los límites de la justicia,
haciendo referencia al iusnaturalismo (El derecho natural es una doctrina
ética y jurídica que postula la existencia de derechos fundamentados o
determinados en la naturaleza humana. Propugna la existencia de un conjunto de
derechos universales —anteriores, superiores e independientes al derecho
escrito, al derecho positivo y al derecho consuetudinario—, que llega a dar el
fundamento a la obligatoriedad de la norma y la legitimidad del poder. Se
denomina iusnaturalismo al conjunto de pensadores o de escuelas de
pensamiento que se inspiran en el derecho natural) que se halla en la misma ley
natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad
privada
En la Justicia social la
encíclica también condenó la pobreza y degradación de muchos trabajadores,
argumentando que la deshumanización del trabajador y una paga injusta eran
contrarios a la fe católica:
“No
sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de
toda índole se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que
un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos
que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios”. Op.
Cit.
Recordó a los ricos y patrones
que:
“No
deben considerar al obrero como un esclavo; que deben respetar la dignidad
de la persona y la nobleza que a esa persona agrega el carácter cristiano”.
Op.
Cit.
Afirmó que cada trabajador
debe recibir un salario que le permita subsistir y tener una vida
razonablemente cómoda y que, si aceptaba malas condiciones laborales debido a
la necesidad o al temor, el trabajador era una víctima de la injusticia.
Partiendo de la competencia
del magisterio de la Iglesia en cuestiones sociales manifestó la
necesidad de adoptar medidas en favor de los obreros, con la consiguiente
intervención del Estado (normas de higiene y seguridad en el trabajo, tutela
del descanso dominical, limitación de horarios y jornadas laborales,
etc.).
En cuanto al Sindicalismo, fue
un elemento indispensable para el fomento de las mejoras en las condiciones de
los obreros, la constitución y fomento de asociaciones obreras católicas (junto
a las ya existentes por aquella fecha). Esta encíclica constituye, pues, un
importante estímulo para el incipiente catolicismo social.
Recomendó a los católicos, si
lo deseaban, organizar partidos laboristas propios y uniones de trabajadores
bajo principios católicos:
“Esta
solución habrán de darla los obreros cristianos, si, agrupados en asociaciones
y valiéndose de consejeros prudentes, vuelven a entrar por el camino que, con
gran provecho, particular y público, siguieron antiguamente sus antepasados”. Op.
Cit.
Se marcan los deberes de los
obreros:
“Poner
íntegra y fielmente el trabajo que libre y equitativamente se ha contratado; no
perjudicar de modo alguno al capital, ni hacer violencia personal contra sus
amos; al tratar de defender sus propios derechos, abstenerse de la fuerza y no
armar sediciones, ni asociarse con hombres malvados y pérfidos que falsamente
les hagan concebir desmedidas esperanzas”. Op.cit.
A final, fue esta encíclica la que respondió a esa
primera gran Revolución Industrial que el 15 de mayo último cumplió 132 años.
Robert Francis Presvot dio una sorpresa cuando antes
de jurar escogió llamarse León y consecutivamente XIV. León XIV se dio cuenta
de que el mundo del trabajo está siendo transformada velocísimamente a través
de una nueva Revolución que provienen de las nuevas tecnologías, de la
convergencia de las tecnologías y particularmente el arribo de la inteligencia
artificial.
Imaginémonos por un momento que estamos a finales del
siglo XIX, los socialismos de distinto tipo están marcando el escenario
europeo. Algunos son de tipo utópico, algunos son más teóricos, algunos son de
fuerte movilización social, y por supuesto, el socialismo marxista también está
haciendo su debut. Hay que recordar que el capital de Carlos Marx fue publicado
en 1883, en otras palabras, es el escenario fuerte de convulsión social. Y en
donde, por así decirlo, el capitalismo, en su primera fase, en su primera
etapa, está haciendo un conjunto de promesas de desarrollo, y se comienza a ver
que no cumple las expectativas de la clases obreras que aparentemente debían
ser las primeras favorecidas y no están siendo fomentadas. Por el arribo de los
primeros socialismos y particularmente del marxista, las clases trabajadores se
sienten defraudadas al ver que sus derechos no logran encontrar una respuesta. En
esa fase la encíclica de León XIII jugó un rol trascendental e importante, en
ese momento preciso y claro aparece el papa León XIII con su encíclica que toca
las mismas cuestiones centrales que estaban siendo tocadas por los socialismos
de aquel entonces, pero, con la diferencia de que hay un andamiaje, una
antropología totalmente distinta para iluminar la cuestión obrera, y el papa León
XIII advierte de los riesgos de algunas ideologías, pero promueve fuertemente
que los cristianos tienen que aprender a reconocer que el trabajo es una gran
oportunidad que nos da Dios para dignificarnos, para proveer de los insumos más
elementales a nuestra familia que la de Revolución Industrial, justamente está
trayendo un nuevo escenario para vivir relaciones de justicia, pero que se
requieren complementos éticos, jurídicos y hasta políticos para que los
trabajadores no sean víctimas de un sistema que los explote. Y ahí es
donde León XIII introduce, entre otras
cosas, la importancia de que los trabajadores se organicen creando sindicatos
para defender sus derechos y esto tendrá un impacto en una gran cantidad de
legislaciones tanto europeas como americanas, ejemplo, en la constitución
peruana de 1979, en el título I, capítulo II, más específicamente en el
artículo 22 toman de base del Rerum Novarum para formular que «el
trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de
realización de la persona», a tal punto de que en los pontificados después de
León XIII, casi todos los papas como Pío XI, San Juan XXIII, Pablo VII, Juan
Pablo II, han dedicado una encíclica para poder conmemorar un aniversario y
hacer el 40, el 80, el 100 aniversario de esta encíclica. Con esto, renovaron
el impacto que tuvo no solamente dentro de la iglesia, sino fuera de la iglesia
y, sobre todo, introdujeron el inicio de la doctrina social de la Iglesia en
tiempos modernos.
¿Cómo fue el impacto de esta encíclica en nuestro
continente, sobre todo en América Latina entre 1890 o 91 o inicio de 1900?
¿Cómo fue recibida por la iglesia de esta parte, pero también por la clase
obrera Social de la América Latina de inicios de 1900? La recepción de la
encíclica no fue homogénea y hubo episcopados que la leyeron con mayor atención
y la acogieron porque era la palabra del Papa. También hubo episcopados que se
mantuvieron un poco distantes, como no entendiendo muy bien por qué el Papa
hablaba de este tipo de temas, uno de los casos fue el mexicano, en donde el
episcopado no acogió con particular entusiasmo, y esto; lógicamente, impactó
enormemente en toda América Latina. El Rerum Novarum impactó en lo que
los historiadores llaman el bajo clero, es decir; en los párrocos, los
vicarios, los sacerdotes comunes y corrientes que trabajaban con el mundo
campesino o andino, no precisamente obrero, por supuesto, también en las
ciudades con algún tipo de mundo obrero. Ahí fue muy bien recibida y muchos de
los sindicatos que nacen en América Latina lo hacen desde la experiencia de los
obreros asistiendo a las parroquias o yendo por primera vez a la invitación de
los señores curas e escuchando de ellos a que “los trabajadores se organizarán
y defendieran algo muy extraño: sus derechos como trabajadores”. Pero… la
palabra derechos no estaba muy popularizada en los lenguajes de la iglesia.
Cuando apareció los interpretaban como derechos individuales y, sin embargo, de
repente aparece un discurso católico sobre lo que hoy llamamos derechos
sociales, y esto fue una muy buena noticia para nuestras comunidades,
muchas veces empobrecidas que encontraron en la voz y en el brazo de la
Iglesia, sobre todo a veces de los párrocos más sencillos la solidaridad que
buscaban.
Pero estamos en el siglo XXI, miremos hacia adelante,
hay un desafío para la iglesia, el papa León XIV en su discurso del 10 de mayo
dice: “hoy la Iglesia ofrece a todo su patrimonio de doctrina social para
responder a otra Revolución Industrial y a los desarrollos de la inteligencia
artificial que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana,
de la justicia y del trabajo”.
¿A qué se está refiriendo León XIV con desafío? Algunos
expertos hablan de que estamos en la cuarta Revolución Industrial. ¿Esto qué
significa? Que, por supuesto, reconocemos que el mundo del trabajo durante
siglos, milenios estuvo centrada en la interacción entre el hombre y la tierra,
el trabajo agrícola era muy evidente, en donde el ser humano con sus manos
interactuaba con la tierra, con las semillas y esperaba a que la tierra diera
frutos y cuidaba de sus frutos, y era guiada por las cosmovisión. Sin embargo,
en siglo XVIII, con la invención de la máquina de vapor por James Watt comienza
a aparecer un nuevo factor: la máquina que es la industria, que es el trabajo
maquinizada que cambió las relaciones laborales de manera muy importante.
Hacia finales del siglo XX la sociedad se estaba
centrando ya no solamente en las máquinas, sino en el conocimiento. ¿Y cuántos
de nosotros no oímos que había una especie de nueva Revolución con la invención
de los ordenadores en torno al conocimiento? Hoy no solamente estábamos en
medio de un mundo en donde la información y el conocimiento son muy
importantes, sino en un mundo donde existe la posibilidad de que algunos
algoritmos puedan hasta auto programarse y tengan un cierto tipo de aprendizaje
que puedan responder a las necesidades de información simulando una interacción
que a muchos nos parece casi humana. Justamente este tipo de tecnologías están
planteando una novedad, una nueva Revolución Industrial en donde la
inteligencia artificial (IA) juega un papel muy importante. Ya el Papa
Francisco dijo: “esta inteligencia artificial no es verdadera inteligencia”. El
ser humano siempre es más que una cierta capacidad de búsquedas de
informaciones y de datos, pero esta IA, sí puede generar una novedad, nuevas
inequidades al generar desplazamientos de fuerza laboral por el arribo de una
capacidad increíblemente eficiente y rápida de resolver cierto tipo de
problemas que anteriormente eran resueltos por seres humanos reales. Ante este
desafío es necesario repensar los derechos sociales y la importancia del
trabajo y redescubrir qué significa auténticamente ser humano cuando tal vez
por un juego de lenguaje, a muchos se nos hace creer que la IA pudiera ser una
especie de modalidad a la par de las expresiones más altas y elevadas de la
experiencia humana a través de la inteligencia o de la voluntad, cosa que no es
así.
Muchos en estos meses, días, nuestros propios alumnos
nos han estado preguntando y enviando algunos mensajes revelándolos y
anunciando: “eh, profesor, pero si la inteligencia artificial nos ayuda
precisamente las cosas prácticas”. El ser humano de una u otra manera,
tenemos experiencia con las computadoras, las laptops o el teléfono móvil cuando
se tiene que buscar algo. Hay diferentes experiencias más profundas o menos
profundas con esta inteligencia artificial. ¿Por qué podría ser algo negativo
para el hombre un fenómeno que se ha estado presentado recurrentemente en
nuestra vida cotidiana a la que llamamos Nueva Tecnología?
Otro, hay un nuevo enfoque en el mundo laboral que requiere
un nuevo tipo de perfil, entonces se abre lo que algunos técnicos llaman un “GAP” (en
lengua inglesa se traduce como “brecha”. Este tipo de herramienta es conocido
también como análisis de brechas. Son las siglas de tres conceptos básicos:
Good (Bueno), Average (Medio) y Poor (Pobre) o sea, se crea un espacio, una brecha entre quienes son capaces de utilizar nuevas
tecnología y quienes se quedan en el atraso con tecnologías anteriores mientras
se cubre ese GAP, mientras la curva de aprendizaje logra ser zanjada hay un
agujero, hay desempleo y puede haber castigo en el salario y desplazamiento
laboral.
Esto es algo que se ha suscitado en varios momentos en
la historia de la humanidad, pero, además, en este caso las extraordinarias
capacidades que ofrecen estas nuevas tecnologías pareciera que no simplemente
es la recta normal ante una nueva herramienta, sino que muchas de las
deliberaciones prudenciales que los seres humanos necesitamos tomar al momento
de decidir. ¿Podría el hombre a empezar a ser sustituidas por ciertas máquinas
autónomas? El ejemplo más terrible, evidentemente, es cuando ya empezamos a
discutir de la autonomía que gozan algunas armas que tienen cierta autonomía y
que deciden sus objetivos y sus víctimas. No por las computadoras, que tal vez
a la distancia tuvo algo que ver en su construcción, sino por una cierta
capacidad de selección automática autónoma que tienen estas máquinas. Este tipo
de cosas exigen una reconsideración ética y jurídica urgente. Y la tecnología,
en cierto sentido, está llegando más rápido que la reflexión ético, jurídica.
Y sí las necesitamos. Es por eso por lo que en la
Santa Sede y los propios Papas ya nos han ayudado a hablar de la algo herética,
es decir, de la ética de los algoritmos, la ética de todas estas tecnologías
para hacernos entender que las máquinas, a fin de cuentas, no tienen
conciencia. Pero los que las creamos, los que creamos los algoritmos,
necesitamos darnos cuenta de que puede haber consecuencias éticas aún con
riesgo de vida muy importantes si no tomamos providencias oportunas al momento
de desarrollarse este tipo de tecnologías, incluso invadir territorios muy
delicados como la generación de nuevas armas.
Este es el desafío que tiene el pontificado de León XIV,
con todo aquí planteado, desarrollar y nuevamente poner a caminar el andamiaje
de León XIII.
En este sentido, la experiencia laboral, el trabajo
con feligreses de todo nivel social, económico y cultural de Prevost es extraordinaria.
Su elección como Papa llenó de pasmo, asombro y algarabía al Perú, más que nada
en Chiclayo. Una vez que Francisco aceptó la renuncia del cardenal Marc
Ouellet, como prefecto del
Dicasterio para los obispos, la primera sorpresa fue que Ouellet era sustituido
por el obispo de Chiclayo Robert Prevost. ¿Y que resultó ser? un norteamericano enamorado del
Perú, con DNI peruano y afiliado con toda humildad al SIS (Sistema Integral de
Salud) y que había tenido ya una experiencia pastoral latinoamericana antes de
ser ordenado obispo en nuestra patria, ahora, él ya tiene una comprensión muy
aguda, muy interior de lo que es el Perú. Ya avistó ciertas cosas folclóricas
de su nueva patria y la región latinoamericana, fue un hombre que se introdujo
fuertemente en los problemas políticos, sociales, laborales y se sumergió en la
cultura peruana y latinoamericana, en nuestros lenguajes, en nuestros colores,
en nuestras tradiciones populares, en nuestra religiosidad popular. Se enamoró
de ella y se hizo uno de los nuestros degustando el cabrito a la
norteña, la tortilla de raya, el chiringuito y sobre todo el plato prehispánico
de la cultura Moche: el arroz con pato. Su carácter jovial y campechano,
su humildad a prueba de balas, de detestar la magnificencia, fueron atravesando
la lid social norteña y se inmiscuyó, de fondo, hasta quererlo mas que al Señor
de Sipán o un caballito de totora. Su modestia, al momento de iniciar su ministerio
petrino, tuvo un simbolismo, no fue casual que luego de la imposición del palio
y la entrega del anillo del pescador fuera escogido el R.P. Guillermo Inca Pereda,
nacido en Santiago de Chuco, hoy Secretario General Adjunto de
la Conferencia Episcopal Peruana, para el Rito Sagrado de la Obediencia
Pastoral.
Es una responsabilidad muy fuerte, que solo nos queda
orar para que no sucumba frente al Primer Mundo y sacrosantamente con los del
mundo llamado Tercer Mundo. El pescador San Pedro te de fuerzas, bríos y coraje
para remar en este mundo de agitación social y enfrentarlas con denuedo y entereza,
papa León XIV.