jueves, 22 de mayo de 2025

¿PORQUÉ EL NOMBRE DE LEÓN XIV?

 

¿PORQUÉ EL NOMBRE DE LEÓN XIV?

POR: JOSE A. GAMARRA AMARO

El papa León XIV que fue elegido el 8 de mayo, en el primer encuentro que tuvo con los cardenales miembros del Colegio cardenalicio el día 10 —dos días después—, cuando los recibió en audiencia, les explicó del por qué había tomado el nombre de León XIV. Como antesala señaló y recordó que uno de los motivos principales era la encíclica Rerum Novarum publicada el 15 de mayo 1891 por León XIII,

El papa León XIII fue el 256° papa de la Iglesia Católica, y gobernó desde 1878 hasta 1903. Su nombre de bautismo era Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci, su pontificado fue de veinticinco años de duración.

Nacido en Carpineto Romano, cerca de Roma, fue el sexto de los siete hijos del conde Ludovico Pecci y su esposa Anna Prosperi Buzzi. Sus hermanos fueron Giuseppe y Giovanni Battista Pecci. Su familia pertenecía a la pequeña nobleza rural, perteneciendo su madre a la Orden Tercera de San Francisco de Asís, orden en la que él acabaría ingresando en 1872, después de haber sido obispo y cardenal.

Rerum novarum (del latín: «De las cosas nuevas» o «De los cambios políticos») es la trigésima octava encíclica del papa León XIII y la primera encíclica social de la Iglesia católica. Fue publicada por el papa el viernes 15 de mayo de 1891 con el título de Conditione Opificum («Sobre la situación de los obreros»), aunque se la denomina por sus dos primeras palabras. Fue una carta abierta dirigida a todos los obispos y catedráticos, que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras. En ella, el papa dejaba patente su apoyo al derecho laboral de «formar uniones o sindicatos», pero también se reafirmaba en su apoyo al derecho de la propiedad privada. Además, discutía sobre las relaciones entre el gobierno, las empresas, los trabajadores y la Iglesia, proponiendo una organización socioeconómica que más tarde se llamaría distributismo.

Aun cuando se ha debatido sobre sus posiciones o declaraciones particulares de León XIII, es claro que este trabajo fue notable como resumen de muchos asuntos planteados por la Revolución Industrial, por el creciente movimiento obrero y las sociedades democráticas modernas. Con esta encíclica la Iglesia pretendió, entre otras cosas, paralizar la «descristianización» de las masas trabajadoras, en un período en el cual la credibilidad de la Iglesia se veía disminuida debido a que los sectores populares de la cristiandad e incluso del clero, se inclinaban por las ideas revolucionarias o que las soluciones vendrían de las acciones conjuntas de la Iglesia, del estado, el patrón y los trabajadores, pues, la teoría que proponía Karl Marx —una teoría crítica de la sociedad capitalista y una visión alternativa de la historia—, poco a poco estaba ingresando a la sociedad y carcomiéndola.  Si la propuesta central de Marx fue el materialismo histórico, que postula que la historia humana es una historia de luchas de clases, y que la sociedad capitalista está destinada a ser reemplazada por una sociedad comunista, ésta, marcó los principios para buscar la justicia social en la economía y la industria mediante la encíclica.

No obstante, también se acepta generalmente que la encíclica Rerum Novarum es la carta de fundación de la democracia cristiana y una pieza clave de la doctrina social de la Iglesia.

La condición de terciario franciscano de León XIII fue fundamental de cara a la filosofía franciscana de la encíclica.

El papa León XIII señalaba que los orígenes y características de la crisis social que atravesaba Europa era debido a las causas de abandono de la fe:

“Disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacío, desentendiéndose las instituciones públicas y las leyes de la religión de nuestros antepasados, el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores”. Encíclica Rerum Novarum, núm.1891.

Y frente a la defensa de propiedad de ideas socialistas la Iglesia señaló:

“Para remedio de este mal, los socialistas, después de excitar en los pobres el odio a los ricos, pretenden que es preciso acabar con la propiedad privada y sustituirla con la colectiva, en que los bienes de cada uno sean comunes a todos, atendiendo a su conservación y distribución los que rigen el Municipio o tienen el gobierno general del Estado.

Con este pasar los bienes de las manos de los particulares a las de la comunidad, y repartir luego esos mismos bienes y sus utilidades con igualdad perfecta entre los ciudadanos, creen que podrán curar la enfermedad presente, Pero tan lejos está este procedimiento suyo de poder dirimir la cuestión, que antes perjudica a los obreros mismos; y es, además, grandemente injusto, porque hace fuerza a los que legítimamente poseen, pervierte los deberes del Estado e introduce una completa confusión entre los ciudadanos”. Op. cit.

Y frente a la Defensa de la propiedad privada:

“Por ser el hombre el único animal dotado de inteligencia, hay que concederle necesariamente la facultad, no sólo de usar las cosas presentes, como los demás animales, sino de poseerlas también con derecho estable y perpetuo”. Op. Cit.

Sostenía que la propiedad privada era un «derecho natural», dentro de los límites de la justicia, haciendo referencia al iusnaturalismo (El derecho natural es una doctrina ética y jurídica que postula la existencia de derechos fundamentados o determinados en la naturaleza humana. Propugna la existencia de un conjunto de derechos universales —anteriores, superiores e independientes al derecho escrito, al derecho positivo y al derecho consuetudinario—, que llega a dar el fundamento a la obligatoriedad de la norma y la legitimidad del poder. Se denomina iusnaturalismo al conjunto de pensadores o de escuelas de pensamiento que se inspiran en el derecho natural) que se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad privada

En la Justicia social la encíclica también condenó la pobreza y degradación de muchos trabajadores, argumentando que la deshumanización del trabajador y una paga injusta eran contrarios a la fe católica:

“No sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de toda índole se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios”. Op. Cit.

Recordó a los ricos y patrones que:

“No deben considerar al obrero como un esclavo; que deben respetar la dignidad de la persona y la nobleza que a esa persona agrega el carácter cristiano”. Op. Cit.

Afirmó que cada trabajador debe recibir un salario que le permita subsistir y tener una vida razonablemente cómoda y que, si aceptaba malas condiciones laborales debido a la necesidad o al temor, el trabajador era una víctima de la injusticia.

Partiendo de la competencia del magisterio de la Iglesia en cuestiones sociales manifestó la necesidad de adoptar medidas en favor de los obreros, con la consiguiente intervención del Estado (normas de higiene y seguridad en el trabajo, tutela del descanso dominical, limitación de horarios y jornadas laborales, etc.).

En cuanto al Sindicalismo, fue un elemento indispensable para el fomento de las mejoras en las condiciones de los obreros, la constitución y fomento de asociaciones obreras católicas (junto a las ya existentes por aquella fecha). Esta encíclica constituye, pues, un importante estímulo para el incipiente catolicismo social.

Recomendó a los católicos, si lo deseaban, organizar partidos laboristas propios y uniones de trabajadores bajo principios católicos:

“Esta solución habrán de darla los obreros cristianos, si, agrupados en asociaciones y valiéndose de consejeros prudentes, vuelven a entrar por el camino que, con gran provecho, particular y público, siguieron antiguamente sus antepasados”. Op. Cit.

Se marcan los deberes de los obreros:

“Poner íntegra y fielmente el trabajo que libre y equitativamente se ha contratado; no perjudicar de modo alguno al capital, ni hacer violencia personal contra sus amos; al tratar de defender sus propios derechos, abstenerse de la fuerza y no armar sediciones, ni asociarse con hombres malvados y pérfidos que falsamente les hagan concebir desmedidas esperanzas”. Op.cit.

A final, fue esta encíclica la que respondió a esa primera gran Revolución Industrial que el 15 de mayo último cumplió 132 años.

Robert Francis Presvot dio una sorpresa cuando antes de jurar escogió llamarse León y consecutivamente XIV. León XIV se dio cuenta de que el mundo del trabajo está siendo transformada velocísimamente a través de una nueva Revolución que provienen de las nuevas tecnologías, de la convergencia de las tecnologías y particularmente el arribo de la inteligencia artificial.

Imaginémonos por un momento que estamos a finales del siglo XIX, los socialismos de distinto tipo están marcando el escenario europeo. Algunos son de tipo utópico, algunos son más teóricos, algunos son de fuerte movilización social, y por supuesto, el socialismo marxista también está haciendo su debut. Hay que recordar que el capital de Carlos Marx fue publicado en 1883, en otras palabras, es el escenario fuerte de convulsión social. Y en donde, por así decirlo, el capitalismo, en su primera fase, en su primera etapa, está haciendo un conjunto de promesas de desarrollo, y se comienza a ver que no cumple las expectativas de la clases obreras que aparentemente debían ser las primeras favorecidas y no están siendo fomentadas. Por el arribo de los primeros socialismos y particularmente del marxista, las clases trabajadores se sienten defraudadas al ver que sus derechos no logran encontrar una respuesta. En esa fase la encíclica de León XIII jugó un rol trascendental e importante, en ese momento preciso y claro aparece el papa León XIII con su encíclica que toca las mismas cuestiones centrales que estaban siendo tocadas por los socialismos de aquel entonces, pero, con la diferencia de que hay un andamiaje, una antropología totalmente distinta para iluminar la cuestión obrera, y el papa León XIII advierte de los riesgos de algunas ideologías, pero promueve fuertemente que los cristianos tienen que aprender a reconocer que el trabajo es una gran oportunidad que nos da Dios para dignificarnos, para proveer de los insumos más elementales a nuestra familia que la de Revolución Industrial, justamente está trayendo un nuevo escenario para vivir relaciones de justicia, pero que se requieren complementos éticos, jurídicos y hasta políticos para que los trabajadores no sean víctimas de un sistema que los explote. Y ahí es donde  León XIII introduce, entre otras cosas, la importancia de que los trabajadores se organicen creando sindicatos para defender sus derechos y esto tendrá un impacto en una gran cantidad de legislaciones tanto europeas como americanas, ejemplo, en la constitución peruana de 1979, en el título I, capítulo II, más específicamente en el artículo 22 toman de base del Rerum Novarum para formular que «el trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de realización de la persona», a tal punto de que en los pontificados después de León XIII, casi todos los papas como Pío XI, San Juan XXIII, Pablo VII, Juan Pablo II, han dedicado una encíclica para poder conmemorar un aniversario y hacer el 40, el 80, el 100 aniversario de esta encíclica. Con esto, renovaron el impacto que tuvo no solamente dentro de la iglesia, sino fuera de la iglesia y, sobre todo, introdujeron el inicio de la doctrina social de la Iglesia en tiempos modernos.

¿Cómo fue el impacto de esta encíclica en nuestro continente, sobre todo en América Latina entre 1890 o 91 o inicio de 1900? ¿Cómo fue recibida por la iglesia de esta parte, pero también por la clase obrera Social de la América Latina de inicios de 1900? La recepción de la encíclica no fue homogénea y hubo episcopados que la leyeron con mayor atención y la acogieron porque era la palabra del Papa. También hubo episcopados que se mantuvieron un poco distantes, como no entendiendo muy bien por qué el Papa hablaba de este tipo de temas, uno de los casos fue el mexicano, en donde el episcopado no acogió con particular entusiasmo, y esto; lógicamente, impactó enormemente en toda América Latina. El Rerum Novarum impactó en lo que los historiadores llaman el bajo clero, es decir; en los párrocos, los vicarios, los sacerdotes comunes y corrientes que trabajaban con el mundo campesino o andino, no precisamente obrero, por supuesto, también en las ciudades con algún tipo de mundo obrero. Ahí fue muy bien recibida y muchos de los sindicatos que nacen en América Latina lo hacen desde la experiencia de los obreros asistiendo a las parroquias o yendo por primera vez a la invitación de los señores curas e escuchando de ellos a que “los trabajadores se organizarán y defendieran algo muy extraño: sus derechos como trabajadores”. Pero… la palabra derechos no estaba muy popularizada en los lenguajes de la iglesia. Cuando apareció los interpretaban como derechos individuales y, sin embargo, de repente aparece un discurso católico sobre lo que hoy llamamos derechos sociales, y esto fue una muy buena noticia para nuestras comunidades, muchas veces empobrecidas que encontraron en la voz y en el brazo de la Iglesia, sobre todo a veces de los párrocos más sencillos la solidaridad que buscaban.

Pero estamos en el siglo XXI, miremos hacia adelante, hay un desafío para la iglesia, el papa León XIV en su discurso del 10 de mayo dice: “hoy la Iglesia ofrece a todo su patrimonio de doctrina social para responder a otra Revolución Industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y del trabajo”.

¿A qué se está refiriendo León XIV con desafío? Algunos expertos hablan de que estamos en la cuarta Revolución Industrial. ¿Esto qué significa? Que, por supuesto, reconocemos que el mundo del trabajo durante siglos, milenios estuvo centrada en la interacción entre el hombre y la tierra, el trabajo agrícola era muy evidente, en donde el ser humano con sus manos interactuaba con la tierra, con las semillas y esperaba a que la tierra diera frutos y cuidaba de sus frutos, y era guiada por las cosmovisión. Sin embargo, en siglo XVIII, con la invención de la máquina de vapor por James Watt comienza a aparecer un nuevo factor: la máquina que es la industria, que es el trabajo maquinizada que cambió las relaciones laborales de manera muy importante.

Hacia finales del siglo XX la sociedad se estaba centrando ya no solamente en las máquinas, sino en el conocimiento. ¿Y cuántos de nosotros no oímos que había una especie de nueva Revolución con la invención de los ordenadores en torno al conocimiento? Hoy no solamente estábamos en medio de un mundo en donde la información y el conocimiento son muy importantes, sino en un mundo donde existe la posibilidad de que algunos algoritmos puedan hasta auto programarse y tengan un cierto tipo de aprendizaje que puedan responder a las necesidades de información simulando una interacción que a muchos nos parece casi humana. Justamente este tipo de tecnologías están planteando una novedad, una nueva Revolución Industrial en donde la inteligencia artificial (IA) juega un papel muy importante. Ya el Papa Francisco dijo: “esta inteligencia artificial no es verdadera inteligencia”. El ser humano siempre es más que una cierta capacidad de búsquedas de informaciones y de datos, pero esta IA, sí puede generar una novedad, nuevas inequidades al generar desplazamientos de fuerza laboral por el arribo de una capacidad increíblemente eficiente y rápida de resolver cierto tipo de problemas que anteriormente eran resueltos por seres humanos reales. Ante este desafío es necesario repensar los derechos sociales y la importancia del trabajo y redescubrir qué significa auténticamente ser humano cuando tal vez por un juego de lenguaje, a muchos se nos hace creer que la IA pudiera ser una especie de modalidad a la par de las expresiones más altas y elevadas de la experiencia humana a través de la inteligencia o de la voluntad, cosa que no es así.

Muchos en estos meses, días, nuestros propios alumnos nos han estado preguntando y enviando algunos mensajes revelándolos y anunciando: “eh, profesor, pero si la inteligencia artificial nos ayuda precisamente las cosas prácticas”. El ser humano de una u otra manera, tenemos experiencia con las computadoras, las laptops o el teléfono móvil cuando se tiene que buscar algo. Hay diferentes experiencias más profundas o menos profundas con esta inteligencia artificial. ¿Por qué podría ser algo negativo para el hombre un fenómeno que se ha estado presentado recurrentemente en nuestra vida cotidiana a la que llamamos Nueva Tecnología?

Otro, hay un nuevo enfoque en el mundo laboral que requiere un nuevo tipo de perfil, entonces se abre lo que algunos técnicos llaman un “GAP” (en lengua inglesa se traduce como “brecha”. Este tipo de herramienta es conocido también como análisis de brechas. Son las siglas de tres conceptos básicos: Good (Bueno), Average (Medio) y Poor (Pobre) o sea, se crea un espacio, una brecha entre quienes son capaces de utilizar nuevas tecnología y quienes se quedan en el atraso con tecnologías anteriores mientras se cubre ese GAP, mientras la curva de aprendizaje logra ser zanjada hay un agujero, hay desempleo y puede haber castigo en el salario y desplazamiento laboral.

Esto es algo que se ha suscitado en varios momentos en la historia de la humanidad, pero, además, en este caso las extraordinarias capacidades que ofrecen estas nuevas tecnologías pareciera que no simplemente es la recta normal ante una nueva herramienta, sino que muchas de las deliberaciones prudenciales que los seres humanos necesitamos tomar al momento de decidir. ¿Podría el hombre a empezar a ser sustituidas por ciertas máquinas autónomas? El ejemplo más terrible, evidentemente, es cuando ya empezamos a discutir de la autonomía que gozan algunas armas que tienen cierta autonomía y que deciden sus objetivos y sus víctimas. No por las computadoras, que tal vez a la distancia tuvo algo que ver en su construcción, sino por una cierta capacidad de selección automática autónoma que tienen estas máquinas. Este tipo de cosas exigen una reconsideración ética y jurídica urgente. Y la tecnología, en cierto sentido, está llegando más rápido que la reflexión ético, jurídica.

Y sí las necesitamos. Es por eso por lo que en la Santa Sede y los propios Papas ya nos han ayudado a hablar de la algo herética, es decir, de la ética de los algoritmos, la ética de todas estas tecnologías para hacernos entender que las máquinas, a fin de cuentas, no tienen conciencia. Pero los que las creamos, los que creamos los algoritmos, necesitamos darnos cuenta de que puede haber consecuencias éticas aún con riesgo de vida muy importantes si no tomamos providencias oportunas al momento de desarrollarse este tipo de tecnologías, incluso invadir territorios muy delicados como la generación de nuevas armas.

Este es el desafío que tiene el pontificado de León XIV, con todo aquí planteado, desarrollar y nuevamente poner a caminar el andamiaje de León XIII.

En este sentido, la experiencia laboral, el trabajo con feligreses de todo nivel social, económico y cultural de Prevost es extraordinaria. Su elección como Papa llenó de pasmo, asombro y algarabía al Perú, más que nada en Chiclayo. Una vez que Francisco aceptó la renuncia del cardenal Marc Ouellet, como prefecto del Dicasterio para los obispos, la primera sorpresa fue que Ouellet era sustituido por el obispo de Chiclayo Robert Prevost. ¿Y que resultó ser? un norteamericano enamorado del Perú, con DNI peruano y afiliado con toda humildad al SIS (Sistema Integral de Salud) y que había tenido ya una experiencia pastoral latinoamericana antes de ser ordenado obispo en nuestra patria, ahora, él ya tiene una comprensión muy aguda, muy interior de lo que es el Perú. Ya avistó ciertas cosas folclóricas de su nueva patria y la región latinoamericana, fue un hombre que se introdujo fuertemente en los problemas políticos, sociales, laborales y se sumergió en la cultura peruana y latinoamericana, en nuestros lenguajes, en nuestros colores, en nuestras tradiciones populares, en nuestra religiosidad popular. Se enamoró de ella y se hizo uno de los nuestros degustando el cabrito a la norteña, la tortilla de raya, el chiringuito y sobre todo el plato prehispánico de la cultura Moche: el arroz con pato. Su carácter jovial y campechano, su humildad a prueba de balas, de detestar la magnificencia, fueron atravesando la lid social norteña y se inmiscuyó, de fondo, hasta quererlo mas que al Señor de Sipán o un caballito de totora. Su modestia, al momento de iniciar su ministerio petrino, tuvo un simbolismo, no fue casual que luego de la imposición del palio y la entrega del anillo del pescador fuera escogido el R.P. Guillermo Inca Pereda, nacido en Santiago de Chuco, hoy Secretario General Adjunto de la Conferencia Episcopal Peruana, para el Rito Sagrado de la Obediencia Pastoral.

Por todo lo dicho, le queda un desafío por resolver aplicando la fórmula del Rerum Nuvarum al mundo, y cargar su cruz por los desafíos atroces de un mundo muy problemático, segado por la carrera armamentista y económica sin importarles cuantos muertos dejan en el camino, arrastrando bajo su manto apocalíptico la muerte del hombre y llevando en sus colas la maldad de los líderes.

Es una responsabilidad muy fuerte, que solo nos queda orar para que no sucumba frente al Primer Mundo y sacrosantamente con los del mundo llamado Tercer Mundo. El pescador San Pedro te de fuerzas, bríos y coraje para remar en este mundo de agitación social y enfrentarlas con denuedo y entereza, papa León XIV.